jueves, 31 de mayo de 2012

Recordando la nominación del “Día de la Madre Boliviana”

"De todo el bien que en mi alma puso Dios, tu nombre, Madre, es lo que más venero yo”, es un pensamiento nacido de mi inspiración, porque para todo ser humano nada hay tan sublime como su madre, que representa bondad, ternura e incansable atención a sus familiares.

El 15 del presente mes la ONU festejó un nuevo aniversario del “Día Internacional de la Familia” con la plena evidencia que las madres son el eje fundamental de la familia.

En la presente crónica, hago referencias muy importantes sobre la nominación del “Día de la Madre Boliviana”, recordando que la educadora e intelectual paceña, ya fallecida, doña Elvira Delgado de Bedregal, en su libro “Perfiles Femeninos de Bolivia”, publicado en 1972, nos dice al respecto: “Doña Elodia Baldivia de Ligerón se desposó con el Dr. Félix Ligerón, maestro egresado de la Primera Promoción de la Escuela Nacional de Sucre; abogado y diputado de una gestión parlamentaria. Doña Elodia fue madre de la abogada e internacionalista Dra. Marina Ligerón de Betachini. De doña Elodia, educadora, fundadora y socia de posteriores instituciones femeninas bolivianas, su labor más notable fue su gestión ante el Parlamento boliviano para la creación del “Día de la Madre Boliviana”, la cual fue aprobada”.

Desde ese año todos los “27 de Mayo” se rinde merecido homenaje a las madres bolivianas coincidiendo con la gesta heroica de las “Heroínas de la Coronilla”. En estos días ellas han sido nombradas por el escritor Ramón Rocha Monroy como “mujeres, madres excelsas y heroínas”.

Doña Elodia Baldivia de Ligerón ha recibido en vida importantes distinciones por su labor como educadora y feminista; una de ellas ha sido la nominación de una escuela con su nombre.

Cerrando la presente crónica, transcribo el poema “Ternura maternal”, que me enseñaron en la escuela primaria, y que refleja el sublime amor de las madres. Los versos dicen:

“Felices los que han sentido su tierno rostro oprimido por el beso maternal.

Felices los que han dormido arrullados por las notas de su canto maternal.

Tú no puedes comprender lo que tienes, niño, ahora, lo que vale esa Mujer.

Alza tu lánguido brazo, forma con el suyo un lazo y no lo sueltes jamás, no andes en amarla escaso “cual ella nunca amarás”.

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