domingo, 27 de mayo de 2012

El monumento fue iniciado por cochabambinas

Rosa Elena Novillo Gómez recuerda que las maestras Sara Ugarte, Adela Zamudio, Lola Taborga de Requena, María Quiroga de Montenegro y Mercedes Anaya de Urquidi, motivadas por el recuerdo del holocausto que se conmemoraba a través de las apachetas cada 27 de mayo y como homenaje al Centenario de la matanza, organizaron la “Sociedad de señoritas Patrióticas 27 de Mayo” y decidieron realizar un frente común con la “Sociedad Hijas del Pueblo”, conformada por las descendientes de las Heroínas, para impulsar la construcción de la obra monumental que recordará a las futuras generaciones aquel episodio cruel de la historia de Cochabamba.

Sara Ugarte estudió con gran empeño y dedicación los detalles artísticos y ornamentales de la obra y asumió al mismo tiempo la responsabilidad de recaudar los fondos económicos para la construcción del monumento.

Dirigió personalmente la obra marchando todos los días en su “modesto cochecito, tirado por dos mansas mulitas” hacia la polvorienta y agreste colina, acompañada de su sirvienta, quien portaba una canasta en la que llevaba la merienda para servirse en el transcurso del día. “Volvía luego radiante al hogar, para relatar a los suyos, con la desbordante alegría de una niña candorosa, los avances que comprobaba”, dice la narración de Novillo.

La obra iba avanzando poco a poco, mientras su vida se apagaba lentamente, sin embargo, su delicada salud, no fue un obstáculo para abandonar la obra inmortal de sus Heroínas.

Fernando Guardia cuenta que Sara de Ugarte se contactó con el maestro escultor Pietro Piraino, entonces profesor del Real Instituto de Bellas Artes de Roma, quien recibió la comisión para realizar el monumento.

La maestra enviaba constantes cartas al escultor para describirle la Batalla de la Coronilla, según la narración Nataniel Aguirre en su libro Juan de la Rosa. El propósito de Sara de Ugarte era que el artista personifique fielmente a los protagonistas de la contienda.

Alejandro Guardia Valverde -el ayudante de Piraino- fue invitado por su maestro para contribuir directamente en la concepción del monumento, elaborando modelos tamaño natural que personificaban los tipos sociales cochabambinos que luego fueron incorporados al conjunto monumental.

El escultor Guardia fue nombrado Director Técnico de la construcción del Monumento y supervisó el ensamblaje de las figuras de bronce, que fueron traídas por carruajes desde Roma a Nápoles, por vía marítima de Nápoles a Buenos Aires y por transporte terrestre hasta Cochabamba.

La obra llegó a Cochabamba a fines de 1925 y fue trasladada desde la estación de la Bolivian Railway hasta la colina a bordo del único camión de transporte pesado existente entonces en la ciudad, conducido por los hermanos Beckmann.

Según investigaciones realizadas por el periodista Wilson García Mérida, el monumento a las Heroínas de la Coronilla fue oficialmente inaugurado el 27 de mayo de 1926 con un año de retraso, ya que por dificultades de transporte la obra no alcanzó a llegar oportunamente desde Italia, donde fue esculpida, con motivo del Centenario de la República.

La colina de San Sebastián fue escenario de un hecho heroico que tuvo los caracteres más trágicos en esa sorpresiva y desigual contienda dice la historiadora Rosa Elena Novillo Gómez.

Mujeres organizadas espontáneamente acompañadas de niños, ancianos y algunos hombres, al grito de ¡Nuestro hogar es sagrado! se concentraron en la Plaza Principal, al toque de las campanas, acudieron a recibir la bendición y protección de la Virgen Patriota de la Merced.

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