Es la mujer más condecorada por los aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Murió este año en Londres, a pocos días de cumplir 99 años. Desconcertó a los alemanes, que buscaban a un espía varón, de modales rudos y con un arma lista para defenderse. Jamás imaginaron que quien ayudó a la resistencia francesa y llevó códigos de claves a los combatientes fuera una mujer hermosa.
Nació en 1912 en Wellington (Nueva Zelanda) y fue criada en Sídney (Australia). Su biógrafo, Peter Fitzimons, se remonta a su bisabuela, Ella Rosieur Wake, para trazar sus rasgos biográficos. E. Rosieur Wake tenía una interesante mezcla étnica. Sus raíces son una mezcla de los hugonotes, los protestantes franceses que dejaron Francia para poder practicar su religión libremente, y los maorí, porque su bisabuela inglesa era una maorí que tenía el nombre de Pourewa. Fue la primera de su etnia en casarse con un inglés. Fue esposa del bisabuelo de Nancy, Charles Cossell. Se casaron en octubre de 1836. Cuenta la leyenda que el jefe maorí Hone Heke estaba enamorado de Pourewa y que había jurado matarlos a ambos, pero fue asesinado en las guerras maoríes antes de cumplir su amenaza. En resumen, la gente de Wake tenía un camino largo recorrido en Nueva Zelanda. Ella era como la misma tierra, rústicamente bella.
El padre de Nancy, Charles, tenía claras raíces inglesas. Era un hombre extremadamente bien parecido, alto, carismático y cálido. Trabajaba en un periódico de Wellington. Parecía no tener preocupaciones.
Cuando Nancy tenía 20 meses de edad, sus padres se mudaron a Sydney, donde creció, a los confines de una amable sociedad. Ella era mucho más joven que sus hermanos y hermanas, pero fuertemente independiente. “Yo era una solitaria y tenía una gran imaginación”, contó en una entrevista. Era una rebelde, especialmente cuando debía escapar de las estrictas creencias religiosas de su madre. Wake fue criada sin afecto por su madre, amargada después de que su padre los abandonara. “Adoraba a mi padre”, dijo. “Se fue para hacer una película de los maorí pero no regresó”.
SU DESTINO, EL MUNDO
A los 16 años escapó de su casa y se fue a trabajar como enfermera. Una tía de Nueva Zelanda le había enviado 200 libras, una suma importante en esos días. Se decidió por el mundo. Usó el dinero para viajar a Nueva York. Estuvo en Londres y luego en el resto de Europa. Trabajó como periodista, codeándose con un grupo cosmopolita e independiente de jóvenes despreocupados. Era una vida glamorosa de viajes y fiestas. La vivió plenamente. “Siempre me llevé bien con los franceses, tal vez porque soy muy natural”, comentó.
LA FIESTA SE ACABÓ
Fue corresponsal del Chicago Tribune en París y reportó el ascenso de Adolfo Hitler en Alemania. En 1933 viajó a una entrevista con Hitler en Viena. En esa ciudad vio escenas brutales. Había judíos encadenados a ruedas, amontonados en las calles y azotados por tropas nazis en una plaza. La visión alimentó una temprana determinación de trabajar contra los nazis y, eventualmente, la llevó a su valiente rol en la resistencia francesa.
En 1939 se casó con el atractivo y rico industrial Henri Fiocca en Marsella, aparentemente seducida por su habilidad para el tango. “Fue el amor de mi vida”, dijo. Tuvieron una glamurosa vida llena de viajes, cenas elegantes, champán y caviar. Vivían en un lujoso departamento ubicado sobre una colina desde donde se veía Marsella y su puerto. Seis meses después de su matrimonio estalló la Segunda Guerra Mundial y los alemanes invadieron Francia. Lenta pero segura, Nancy Wake se involucró en la pelea. En 1940 cruzó la línea entre la observación y la acción: se unió a la embrionaria resistencia como correo, contrabandeando mensajes y comida a los grupos secretos del sur de Francia. Compró una ambulancia y la usó para ayudar a los refugiados que huían del avance alemán. Como la hermosa esposa de un rico hombre de negocios, tenía la posibilidad de viajar que a otros les era negada. Obtuvo documentos falsos que le permitieron permanecer y trabajar en Vichy, la zona de Francia ocupada por un gobierno francés proalemán.
Se involucró ayudando a miles de prisioneros de guerra y pilotos aliados derribados a escapar de Francia hacia España. Su misión con la resistencia significó que su vida estaba en constante peligro. Se convirtió en sospechosa y fue fichada. La Gestapo intervino su teléfono y abrió su correo, pero ella usaba varias identidades. Se hizo tan hábil evadiendo a sus captores que la apodaron ‘rata blanca’.
En 1943 era la más buscada en la lista de la Gestapo. Había un millón de francos por su cabeza. Era demasiado riesgoso para ella permanecer en Francia, así que la resistencia decidió que debería regresar a Inglaterra. Su esposo Henri le dijo ‘tienes que irte’. Ella lo recuerda así: “Fui a la puerta diciendo que iba a hacer unas compras y que no tardaría. Salí y no lo vi nunca más”.
La huida fue complicada. Intentó seis veces salir de Francia cruzando los Pirineos hasta España. En uno de esos intentos fue capturada por la Milicia Francesa (proalemana) en Toulouse y fue interrogada durante cuatro días. No quiso entregar ninguna información.
Fue ayudada por el legendario Patrick O´Leary. Logró engañar a sus captores y escapar. Cruzó los Pirineos y luego llegó a Inglaterra. Estaba en tierra segura, pero no tenía noticias de su esposo.
A los 31 años era una de las 39 mujeres y 430 hombres que trabajaban en la sección francesa de las Operaciones Británicas Espaciales (SOE) que trabajaban con los grupos de resistencia para sabotear a los alemanes en los territorios ocupados. Fue entreneda en el ministerio británico de Defensa en habilidades de supervivencia, asesinato silencioso, operación de códigos y de radio, paracaidismo nocturno, plásticos explosivos y en el uso de rifles, pistolas y granadas. Ella y otras mujeres reclutadas por la SOE fueron asignadas a una unidad de primeros auxilios, pero la verdadera naturaleza de su trabajo fue un secreto hasta el final de la guerra.
A finales de abril de 1944, Nancy y otros operadores de la SOE fueron lanzados en paracaídas en la región central de Francia con la orden de localizar y organizar las bandas de Maquis, proveerles de municiones y armas, además de instalar comunicación inalámbrica con Inglaterra. Su misión era organizar la resistencia en preparación para la invasión del Día D. El objetivo principal era debilitar al ejército alemán para que el ataque aliado fuera más efectivo. Sus objetivos eran las instalaciones alemanas, caravanas y tropas. Al caer, su paracaídas se quedó enganchado en un árbol. El agente que la rescató dijo que ojalá todos los árboles dieran una fruta tan hermosa. Nancy le dijo que no le saliera con esas “mierdas francesas”.
Había 22.000 soldados alemanes en la zona y 4.000 maquis. El trabajo de reclutamiento, con la ayuda de Wake, elevó el número a 7.000. Wake condujo a esos hombres en acciones de guerrilla, inflingiendo un severo daño a los alemanes. Recogió y distribuyó armas. En una ocasión, Nancy pedaleó 500 kilómetros a través de varios puntos de control alemanes para remplazar los códigos de operadores de radio que fueron obligados a ser destruidos por los alemanes. Sin esa acción no habría órdenes frescas ni entregas de armas y vituallas. De todas las increíbles cosas que hizo durante la guerra, decía que esta maratón fue la más útil. Cubrió la distancia en 71 horas, pedaleando a campo traviesa y por montañas parando muy poco.
Era una vida muy ruda, con pocas horas para dormir y siempre moviéndose, a veces en medio del bosque, viajando de grupo en grupo para entrenar a los maquis, motivándolos, planeando y coordinando. Organizó entregas de armas con paracaídas cuatro veces a la semana. Hubo enfrentamientos violentos con los alemanes. El país entero estaba lleno de ejecuciones, incendios y represalias. Ninguna región enfureció más al Reich que la de Nancy. Auvergne era la fortaleza de Francia. Las SS querían anular al grupo. Movieron soldados con artillería, morteros y aviones. En junio de 1944, 22.000 soldados empezaron a cazar a 7.000 maquis. Nancy y su ejército mató a 1.400 soldados. Perdió 100 hombres. Condujo personalmente un ataque a los cuarteles de la Gestapo en Montucon y mató a un centinela con sus manos para evitar que alerte a los demás.
En junio de 1944, el Día D, las tropas aliadas empezaron a forzar a los alemanes a salir de Francia. El 25 de agosto de 1944, París fue liberada y Wake se dirigió con sus tropas a Vichy para celebrar. Sin embargo, su alegría estaba mezclada con una tristeza devastadora. En Vichy se enteró de que su amado esposo Henri estaba muerto. Un año después de que Nancy dejó Francia en 1943, los alemanes capturaron, torturaron y ejecutaron porque se negó a dar cualquier información acerca de las actividades de su esposa.
En un año los alemanes estaban vencidos. De los 469 efectivos de la SOE sobrevivieron 375. Doce de las 39 mujeres fueron asesinadas por los alemanes y tres de ellas sobrevivieron a las torturas en el campo de concentración de Ravensbruck. De los 600.000 franceses que murieron durante la Segunda Guerra Mundial, 240.000 estuvieron en campos de concentración.
Continuó trabajando para la inteligencia británica en Europa después de la guerra hasta 1957, cuando se mudó a Australia y se casó con el piloto de guerra John Forward. Volvió a Inglaterra en 2001, cuatro años después de la muerte de Forward. Nunca tuvo hijos.
Una historia de valor y coraje
- Wake, de origen neozelandés, fue condecorada por Francia con el mayor reconocimiento militar, la Legión de Honor, por su actividad en la Resistencia francesa, además de recibir tres medallas de la Cruz de Guerra y la Medalla de la Resistencia.
- Estados Unidos la distinguió con la Medalla de la Libertad y Gran Bretaña con la medalla George. Su única distinción australiana no vino hasta 2004, cuando se convirtión en parte de la Compañía de la Orden de Australia.
- Contrajo segundas nupcias años después de la guerra con el piloto australiano John Forward con el que se mudó a Australia hasta que, en 2001, decidió regresar al Reino Unido.
- En 1985 publicó su autobiografía, titulada La rata blanca. Fue un best seller.
- Participó en las elecciones como candidata liberal en las elecciones federales de Australia.
- Era experta con las armas. Los informes dicen que era rápida y precisa. “Ponía a los hombres en ridículo al mostrar su fortaleza de carácter y su espíritu animoso”.
- Murió el 7 de agosto en Londres con una infección en el pecho. Vivía en un hotel para excombatientes.
Historia. A mediados de los 50 (foto superior) y a mediados de los años 80. La respetaban y querían. No le fue bien en política