Así se ha dicho y la realidad lo confirma en la medida que va transcurriendo el tiempo.
Cuando Lidia Gueiler llegó a ocupar la primera magistratura del país, fue considerado como el gran paso para las mujeres que en Bolivia antes tenían que soportar la ausencia absoluta de respeto y reconocimiento a sus valores humanos, al punto que en lo social y político no se les permitía ni siquiera el voto.
Luego vino aquello de la asignación de porcentajes en el poder de la nación, donde el género femenino recibía el 30% de posibilidades para llegar al Parlamento.
Y la mujer comenzó a demostrar que su inteligencia emocional es una facultad muy particular que le permite ser mejores en muchos campos, como lo afirmó el siquiatra Nils Noya. “Por esa cualidad puede ser mejor médica, mejor maestra, mejor sastre, porque la sensibilidad la ayuda”, afirmó el especialista en conducta humana.
La sicóloga Tania Buzzolaro resalta el hecho de que la mujer se destaca en las universidades, en cantidad y en el índice de aprovechamiento, como lo constató hace pocos meses una publicación de PARA ELLAS.
En ese orden, en el plano del reconocimiento de los derechos de la mujer, muchos pasos se han dado en Bolivia. Un ejemplo es que el Parlamento está dirigido por dos mujeres: Rebeca Delgado y Gabriela Montaño. A ello debemos añadir las que ocupan altos espacios en la actividad privada. Y para concluir, por primera vez el Círculo de Periodistas Deportivos está dirigido por una mujer: Ana María Pereyra.
Por esto y por mucho más, el siglo XXI es de las mujeres.
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