Tras conseguir asilo político en 2011 en Estados Unidos, Aisha inició un arduo camino para recuperarse de los abusos a los que fue sometida por su esposo, un talibán con el que la obligaron a casarse. A los 12 años, su familia, consumida por las deudas la prometió en matrimonio para salvarse.
Ahí comenzó el infierno para Aisha. Maltratada y abusada, la joven era obligada a dormir en el establo con los animales. El día que intentó escapar, la persiguieron, la encontraron y la mutilaron.
"Cuando me cortaron la nariz y las orejas, me desmayé. En mitad de la noche sentía como si tuviera agua fría en mi nariz", explicó Aisha. "Abrí los ojos y ni siquiera podía ver con toda aquella sangre", le contó a la periodista de CNN, Atia Abawi.
Abandonada a morir en las montañas, Aisha logró llegar a la casa de su abuelo. Allí, su padre se las ingenió para llevarla hasta un puesto de asistencia de Estados Unidos donde la atendieron durante 10 semanas. Luego, la llevaron a un refugio secreto en Kabul hasta que en agosto de 2010 pudieron trasladarla a Estados Unidos. En California, la Fundación Grossman Burn pagó por sus cirugías.
A cuatro años del ataque, y luego de que su imagen fuera portada de la revista Time, Aisha tiene su rostro definitivo.
Tras una primera cirugía en la que le pusieron una prótesis temporal, Aisha fue sometida a una nueva operación en la que le reconstruyeron su nariz y sus orejas con cartílagos y tejidos extraídos de otras partes de su cuerpo.
Pero su recuperación no ha sido sencilla. Según la edición online del Daily Mail, Aisha aún tiene altibajos emocionales por la terrible experiencia que sufrió cuatro años atrás.
Un día, Aisha tuvo una crisis emocional. Se tiró al piso, dando golpes con su cabeza contra el suelo, tirándose del pelo y mordiéndose los dedos. Sus cuidadores en el centro Mujeres por las Mujeres Afganas llamaron al 911 y pusieron a la joven que hoy tiene 22 años bajo tratamiento psicológico.
Tras ese período difícil de adaptación en Estados Unidos, Aisha estudia inglés y se enfrenta a la batalla de sobreponerse de las brutales y traumáticas experiencias que ha vivido.
La ONU estima que cerca del 90 por ciento de las mujeres en Afganistán han sufrido algún tipo de abuso en sus hogares.
La recuperación de Aisha incluye todo tipo de actividades. Desde enseñarle a manejar un presupuesto –recibe unos 20 dólares semanales, según CNN- hasta llevarla a comprar ropa y comer comida rápida.
Aisha aprendió a maquillarse, adora los zapatos de tacos altos y los jeans ajustados. Mira películas de Bollywood y videos sobre su pasado. Pinta y dibuja para sacar sus demonios de adentro. Y cada vez más, sus cuidadores aseguran que pueden verla sonreír.
Dice que cuando aprenda a hablar inglés del todo se anotará en una academia de Policía. Sueña con proteger a las mujeres.
Fuente: La Vanguardia
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