miércoles, 25 de febrero de 2015

Mujeres al frente de oficios llamados de “hombres”



En una mirada por la Tarija actual es mucho más posible encontrar mujeres que conducen taxis, micros; que reparten boletas de infracción con su uniforme verde olivo o que se afanan en un mostrador reparando celulares. Esto no deja de ser una realidad que llama la atención.

De acuerdo a mujeres analistas, no importa la profesión que tengan, nunca los hombres mirarán a una mujer como a un igual, y aunque cada vez más las mujeres asumen roles que tradicionalmente se concebían como masculinos y adquieran conocimientos y destrezas para desempeñar funciones que antes eran exclusivas de los varones, la sociedad sigue envuelta en prejuicios que hacen que las mujeres atraviesen ciertas dificultades a la hora de ejercer sus profesiones u oficios. Así lo explican y viven tres mujeres que han optado por trabajos poco convencionales para una mujer, ser policía, chofer o técnico en reparación de celulares.
Pero además de la discriminación y el machismo, la mujer profesional o trabajadora debe enfrentarse a sus propios prejuicios que afectan su autoestima a la hora de desempeñar sus labores.
En el caso de Mirtha Jerez Cazón, quien actualmente es cabo de la Policía Boliviana, lo más difícil es criar a los hijos, debido a que el ser policía y cuidar niños son dos tareas incompatibles. “No se puede ejercer la ocupación y criarlos, siempre hay que dejarlos con la mamá, la cuñada o en un hogar”, dice y añade que esto sucede debido a que una mujer policía debe cumplir las mismas funciones que sus colegas varones; hacer turnos, salir a patrullar, de día, de noche, independientemente de si tiene hijos que la esperan en casa.
Para Ana Gutiérrez, quien maneja un taxi, es un poco más fácil ya que el oficio que escogió le permite estar con su hijo de seis años mientras lo ejerce. “Yo lo llevo a mi hijito en el auto, a ratos lo dejo también con mi mamá, cuando no está en la escuela, por eso aprendí a manejar, para poder hacer algo que no me aleje de mi hijito”, cuenta.
Sin embargo, estas disonancias internas que sufren las mujeres se incrementan cuando se enfrentan al prejuicio social. “Nunca nos ven como a los hombres”, explica la cabo Mirtha Jerez y agrega que cuando hay una tarea y tienen que escoger siempre escogen a un hombre porque “piensan que una mujer no puede”.
Sin embargo, recuerda que la situación durante la etapa de aprendizaje realizada en la academia de policías fue muy diferente, ya que durante los entrenamientos el trato era igual tanto para hombres como para mujeres. “Nos gritaban, insultaban, igual que a los hombres porque teníamos que probar que sí podemos aguantar”, afirma.
Sin embargo, la mujer que conduce un auto, sea privado o de transporte público igual se enfrenta a las dudas sobre su capacidad. “Mujer al volante… peligro andante” es la frase que sale de la boca de los hombres cuando ven a una mujer conduciendo. “Sí”, dice Ana y recuerda que cuando comenzó a conducir, hasta los niños, sus sobrinos, le decían “no tía, no vas a poder o, yo no me subo si vos manejas”.
Eso, según Ana, le producía mucha inseguridad pero con el tiempo la fue superando aunque todavía se pone nerviosa cuando los choferes hombres le tocan bocina a modo de apurarla o presionarla. “Los varones siempre presionan cuando estamos en el semáforo tocan bocina para apurarnos y eso en lugar de ayudar perjudica porque más nos molesta y no nos concentramos en manejar”, afirma.
En otro caso, Carla Vidaurre es una joven de 26 años que se dedica a la reparación de celulares, y a quien desde pequeña le comenzó a atraer la práctica de armar y desarmar objetos ya que creció viendo a su mamá que era orfebre y reparaba relojes. “Al principio era mi hermano el que reparaba, pero un día se fue y me dejó sola y a la fuerza tuve que aprender”, dice y explica que no es difícil reparar un celular ya que su sistema es mucho más sencillo que el de un reloj, que fue lo primero que ella aprendió a hacer.
“A los 8 años desarmaba y armaba relojes, los limpiaba. Su mecanismo es más complicado son muchas piezas chiquititas y ya a los 15 aprendí a repararlos y me incliné por la joyería, me gustaba soldar las piecitas”, cuenta.
También revela que le gustaba el oficio de hacer llaves a lo cual se dedica su padre. “Él tiene una tienda y cuando era chiquita me gustaba, era bonito hacer llaves pero mi papá me cortó y no me dejó seguir porque dijo que ese no era oficio para mujeres, les enseñó a mis hermanos”, relata.
Hoy a Carla le va muy bien en la tienda que administra con su esposo y en la que se dedica a la reparación de celulares. Además escogió una carrera que aún estudia y en la que hay más varones que mujeres. “Estudio Ingeniería en Redes, y en esa carrera hay menos mujeres. De cada 30 estudiantes, cinco son mujeres”, afirma.
Tener un oficio poco convencional y llevar adelante una relación de pareja puede ser un verdadero desafío. En el caso de Ana, ella escogió conducir un taxi porque es madre soltera y debía encontrar el sustento para su hogar y fue la opción que eligió porque le permite disponer de más tiempo con su hijo, sin embargo considera que es una labor riesgosa para una mujer y por ello evita trabajar por las noches. “Solo taxeo hasta las siete máximo y después me voy a mi casa y siempre prefiero levantar mujeres, si son hombres es mejor si están solos, da miedo por lo que uno escucha, pero por suerte nunca me ha pasado nada”, detalla.
En el caso de Mirtha, ella considera que su relación matrimonial es buena debido a que su esposo también es policía, y eso les permite verse como iguales. “En la casa nos ayudamos, por ejemplo si yo lavo la ropa, él plancha, porque sabe cómo es mi trabajo, en cambio cuando el hombre es policía y su esposa no, generalmente el hombre espera que ella haga todo, él solo llega come, descansa y se vuelve a salir”, dice. Explica además que en el caso de mujeres policías que han escogido un “civil” para esposo, generalmente esa relación termina en divorcio porque “para un hombre es muy difícil entender que su esposa tiene que hacer turnos, ir a investigar o hacer patrullajes con sus compañeros varones”, revela.
Mirtha recomienda que como mujer “tienen que aprender a sentirse al mismo nivel que los hombres”. “Hay que aprender a lograr las cosas hablando, persuadiendo”, explica, ya que la mujer no puede igualar al hombre en fuerza física.
“Cuando trabajé mi primer año y era varita, era la que más boletas de infracción repartía cada día porque los hombres no respetan a las mujeres policías, no les gusta que una mujer los multe mientras que con el policía hombre tienen más respeto”, cuenta.
Agrega que ella no retrocedía e imponía la multa por lo que era vista como con poca capacidad de negociación por sus superiores, quienes le preguntaban por qué tantas boletas en un día. “Hasta el momento no he tenido que usar la fuerza física pero si defender a alguien de algún abuso. Aprendí a dialogar para convencer”, dice.

Más mujeres en
“trabajos de hombres”
Hoy es mucho más común encontrar mujeres ejerciendo labores consideradas “masculinas”, las mujeres van escalando posiciones allí donde desean y podemos encontrar mujeres que se dedican a la política, al boxeo, a la construcción o que conducen vehículos del transporte público pero siempre como excepciones, ya que difícilmente coparán la misma cantidad de espacio que los varones.
Las causas hay que buscarlas en el plano personal, debido a su condición de madres pero también hay que encontrarlas en la sociedad en la que persisten los prejuicios patriarcalistas que le exigen a la mujer mayor esfuerzo para lograr triunfar en los ámbitos profesionales mal llamados “para hombres”.

Otros trabajos en los que se desempeñan

Técnica de celulares
Ser técnico de celulares requiere de precisión y un alto conocimiento de las nuevas tecnologías. Muchas personas, en especial hombres, desconfían de que este trabajo lo realice una mujer.

Mujeres taxistas
Hasta el año 2012 en la ciudad de Tarija habían 21 mujeres taxistas. Según datos recopilados por el diario El País eN en la actualidad esta cifra se ha duplicado.

Mujer albañil
En las ciudades centrales de Bolivia, el oficio de albañilería ha trascendido al ámbito femenino. Así lo expresa esta fotografía, donde una mujer albañil hace una reparación con cemento.

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