Pero lo más importante que recibí de ella fue amor, en abundancia y que nos sigue dando a mis hermanos y a mí.
Ella me enseñó a ser tolerante, paciente y a amar la vida, tal como nos la brinda el Señor.
A mi madre le debo lo que soy, es mi mejor ejemplo de vida, a quien tengo como mi norte. Las enseñanzas que me dio las repito en mis hijos.
Ella sabe cuándo estoy bien o mal, y yo siento lo mismo con ella, por lo que puedo decir que es mi alma gemela.
Por todo ello es que puedo decir que la amo con toda la fuerza de mi ser, que toda mi vida estaré agradecida con ella, que le doy gracias a Dios por la madre que tengo y le pido que siempre la cuide y proteja.
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