Según esta investigación, 48 mujeres son violadas cada hora; una cifra que multiplica por 26 las estadísticas de Naciones Unidas.
Los autores del informe creen que las cifras pueden ser incluso peores. Los resultados se basan en encuestas a mujeres en edad fértil, pero muchos informes y testimonios han demostrado que los combatientes a menudo violan en grupo a niñas y ancianas. La gran mayoría de las víctimas son mujeres; a los hombres y niños prefieren raptarlos para combatir.
Michelle Hindin, profesora asociada de la Johns Hopkins Bloomberg Scholl de Salud Pública, especializada en violencia de género, coincide, en declaraciones a Guinguinbali, en que las cifras pueden ser aún más atroces. "Hasta ahora, los números que manejábamos eran menores, porque la mayoría de las mujeres no denuncian las violaciones. En este estudio, las entrevistas se realizaron cara a cara, pero, aún así, muchas mujeres no reconocen que han sido violadas por vergüenza.
La RDC intenta salir de más de una década de guerra. Según la ONU, el país es "el epicentro de la violación como arma de guerra". El sexo se utiliza para humillar al adversario. Las víctimas son ellas.
Un problema extendido por todo el país
La práctica también es sistemática en las zonas donde no hay combates y dentro de los hogares. "Las cifras de todo el país son altas, en ningún lugar del Congo una mujer está a salvo de la violencia sexual", según asegura Tia Palermo, una de las autoras del informe, a la agencia Reuters.
"Es una combinación de factores. Cuando vives en un país en guerra, la violencia cala en la vida de la población. Además, hay que tener en cuenta la desigualdad que sufren las mujeres", explica Hindin.
El estudio, llevado a cabo por tres investigadores en salud pública del International Food Policy Research Institute, la Stony Brook University en Nueva York y el Banco Mundial, está basado en una encuesta a 3.436 mujeres de todo el país entre 15 y 49 años realizada en 2007. De ellas, el 12 por ciento aseguró haber sido violada al menos una vez y el 22 por ciento habían sido forzadas por sus parejas a mantener relaciones sexuales en contra de su voluntad. Los autores han extrapolado la encuesta a los 70 millones de población para concluir que 1.8 millones de mujeres han sido violadas y más de 400.000 lo fueron durante 2006 y 2007.
Algunos piden precaución en la interpretación .Michael VanRooyen, de la Iniciativa Humanitaria de la Universidad de Harvard, que ha enviado a médicos a Congo para tratar a mujeres víctimas de violencia sexual, cree que "hay algunas limitaciones en la metodología, tal y como el método de muestreo y el tamaño de la muestra". Aunque añade que "lo más importante del mensaje permanece: la violación y la esclavitud sexual se han convertido increíblemente en un lugar común en esta región de la RDC y han definido este conflicto como una guerra contra las mujeres".
Margot Wallstrom, la representante especial de la ONU para violencia sexual en conflicto, ha explicado que las cifras del estudio son mayores que las que manejan en Naciones Unidas porque cubren todo tipo de violencia sexual, incluida la ejercida por las parejas. Además, la ONU sólo contabiliza las agresiones que han podido verificar ellos mismos.
La crisis empeora
Desde que se realizó la encuesta, en 2007, la vida de las mujeres en la RDC no ha mejorado. Las ONGs han denunciado recientemente que, en los dos últimos años, los abusos sexuales se habrían duplicado al este del país.
El pasado agosto, Naciones Unidas reconoció que al menos 500 mujeres fueron violadas en un brutal ataque cometido por rebeldes hutus y Mai-Mai al este del Congo. El epicentro del ataque -Luvungi- se encuentra a 30 kilómetros de una base de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en el Congo (Monusco). El secretario general adjunto de la ONU para Operaciones de Paz, Atul Khare, tuvo que asumir parte de culpa: "Aunque la responsabilidad principal de proteger a los civiles corresponde claramente al estado, nosotros también hemos fallado. Nuestras acciones no fueron las adecuadas, lo que tuvo como resultado una agresión brutal de las poblaciones de la zona".
"Hay muchas personas trabajando y atendiendo a las víctimas sobre el terreno, pero las violaciones son muy difíciles de prevenir. Estos países no tienen los recursos necesarios para atender a las víctimas, para proporcionarles atención psicológica, ni para llevar a cabo políticas de concienciación. Es algo en lo que se debería trabajar desde el colegio, porque cuando creces en un hogar en el que se abusa de una mujer, es más probable que repitas esta conducta de adulto", asegura Hindin.
Ante la falta de protección por parte del estado, las ONGs intentan cubrir el hueco. Médicos Sin Fronteras está presente en la región de los Kivus desde 1992 en hospitales, centros de salud y clínicas móviles. Sus equipos tratan a los heridos en los combates, responden a epidemias como el cólera y el sarampión, prestan apoyo psicológico a las personas traumatizadas por el conflicto y atienden a víctimas de violencia sexual.
Loyda Santolaria, una de las psicólogas de la organización, acaba de regresar de la RDC. Estuvo en el país, por primera vez, en 2006 y ha vuelto este año. "El cambio ha sido a peor. Ahora nos encontramos con violaciones a todos los miembros de una familia. A veces violan también a hombres y niños", asegura a Guinguinbali.
Llegar a las víctimas es todo un reto. Muchas mujeres ni siquiera intentan conseguir la atención que necesitan: temen revelar lo que les ha ocurrido o simplemente no pueden caminar después de haber sido violadas sin parar durante días.
Sin embargo, según explica Santolaria, que las víctimas reciban asistencia lo antes posible puede ser una cuestión vital. "Si tienen que caminar durante días, es tarde". Los medicamentos para prevenir el Sida sólo son eficaces los primeros cinco días, para evitar un embarazo tienen 72 horas. "Es muy importante la sensibilización para que acudan al médico cuanto antes".
Las consecuencias para las mujeres no son sólo físicas. "Algunas, por la gravedad de las heridas o por los efectos secundarios de los medicamentos, no pueden volver a trabajar y, en muchas familias, si la mujer no va al campo y vende lo que recolecta, no come nadie en casa".
Tras la atención médica, llega el turno de los psicólogos como ella. "Las mujeres necesitan hablar de ello. Saben que su familia no les va a ayudar, que el cura o pastor tampoco y ahí entra el valor de la tercera persona que les ayuda a recuperarse. Decirle a una mujer que no ha sido su culpa, que esto no destruye su dignidad y que, por desgracia, lo que le ha ocurrido es algo habitual, es muy importante". Las que logran hablar cuentan historias terribles: "Tengo 20 años y soy viuda. Hace cuatro años, unos hombres desconocidos mataron a mi marido. Un día estaba en el campo recogiendo leña cuando dos hombres se acercaron a mí y me pidieron que durmiera con ellos. Me negué. Me golpearon y caí al suelo. Entonces me violaron los dos. Uno de ellos era un vecino y me dijo que si lo delataba, su hermano vendría y me mataría. Guardé silencio por miedo a que me mataran. Más tarde me di cuenta de que estaba embarazada y asistí a una sesión informativa sobre violencia sexual. (…) Hoy he aceptado que estoy embarazada, pero tengo verdaderos problemas porque mi familia y mi comunidad me rechazan. Me pregunto qué ocurrirá después de dar a luz. Salgo de cuentas en un mes. Mi mundo es ahora muy pequeño".
MSF trabaja con las pacientes pero también con la comunidad. Las mujeres, incluso las niñas violadas, a menudo son rechazadas por sus maridos y por sus familias. "Trabajamos con los líderes de las comunidades para que acepten lo que ocurre y apoyen a las mujeres".
Por último, se emite un certificado médico-legal para cada víctima de violación. Suele servir de poco porque, como explica la psicóloga, "no pueden denunciar, simplemente no hay sistema de justicia".
Una crisis olvidada
Desde que comenzó a mediados de los 90, la guerra de la República Democrática del Congo se ha cobrado 5 millones de vidas, convirtiéndose en la más mortífera desde la II Guerra Mundial.
En la actualidad, en la RDC hay 1,7 millones de desplazados internos, según las cifras de Naciones Unidas. Además, 800.000 personas han retornado de los países vecinos donde se refugiaron.
La coordinadora humanitaria de Naciones Unidas, Valerie Amos, describe la realidad del país como "una de los peores del mundo", para añadir que, del dinero solicitado a los países donantes, sólo han recibido un 25 por ciento .
La crisis es especialmente grave en las provincias de Kivu Norte y Kivu Sur donde hay un conflicto armado abierto por el control de la riqueza minera, que está provocando nuevos desplazamientos de población desde principios de 2011. En esa zona, en 2010, hubo 198 ataques contra trabajadores humanitarios. Fidel Sarassoro, coordinador humanitario de Naciones Unidas en la RDC ha calificado la situación como "escandalosa" y "catastrófica".
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