En sus brazos encuentro el refugio que necesito cuando tropiezo; en su voz, la sabiduría que me indica la dirección por dónde seguir; en su fuerza, el ejemplo para extender cada madrugada mis alas y levantar vuelo como ella me ha enseñado.
Ni uno solo de mis días olvido que ella renunció a su vida de mujer para concentrar sus energías en la educación de Veroushka, Jimena y Dominique, sus tres hijas. Sacrificada elección. Y sin embargo, nunca desmayó.
Grande como es ella, levantó sola, con sus propias manos, una empresa que estaba en cenizas, y sumó en sus afectos a los más de 80 funcionarios que trabajan con ella, de quienes se convirtió en amiga, y a veces también en madre.
Para ella el cansancio es un desconocido que nunca tocó sus puertas. Y por ello es hoy también madre de mis hijos y de los hijos de mis hermanas. En ellos vuelca con igual pasión aquello que a ella le sobra: amor. Dios fue generoso conmigo. Su mayor generosidad fue darme la madre que tengo.
María, COMO ENGENDRASTE A ESA HIENA!!
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