Emma Violand, nacida en Cochabamba, tiene además un doctorado en educación, área a la que le ha dedicado más de 30 años de su vida.
A propósito del inminente inicio de un nuevo ciclo en el cargo público, desde Estados Unidos contó a Página Siete cómo incursionó en la política de una de las potencias del mundo.
La emoción en su voz se nota ni bien se establece el contacto telefónico, y no desaparece mientras cuenta cómo su corazón -“que siempre será cochabambino”- ha vivido un remolino de emociones en las últimas horas.
“Han sido horas sin duda de mucha emoción. Hoy, a mis 68 años, y lo digo con orgullo que a esta edad, después de jubilarme como administradora de las escuelas públicas de Arlington, decidí hacer una campaña política para servir mejor a la educación”, dice.
Personas elegidas en cada distrito escolar conforman la Junta Escolar de un condado, en el que a su vez se elige al superintendente de las escuelas, que es el encargado de dirigir trabajos como la asignación de presupuestos y otras labores administrativas.
Ni una palabra en inglés
En esta etapa especial de su vida, Emma recuerda claramente pasajes que marcaron su niñez, como la pasión de su padre, Adalberto Violand, por la política.
Cuenta que su progenitor fue exiliado y recién años después su madre logró que ella junto a dos de sus hermanas fueran acogidas por familias de Estados Unidos.
A los 16 años y sin saber ni una palabra en inglés, Emma Violand llegó al país del norte para ayudar a una familia como niñera. A pesar de la dificultad con el idioma, logró graduarse de la secundaria en Virginia y ganó una beca para la Universidad de Radford, donde obtuvo un título de profesora de idiomas.
Fue entonces cuando hizo una práctica de enseñanza en las aulas y se dio cuenta de que educar le fascinaba. A los 21 años se casó pero enviudó al poco tiempo debido a que su esposo falleció en la Guerra de Vietman mientras ella realizaba su maestría en lenguas modernas y educación. Ésa fue una de las razones por las que retornó a Bolivia.
Pionera y educadora
Una vez en La Paz, trabajó en el Colegio San Andrew’s, se dedicó al voluntariado en la educación fiscal y se interesó por el área rural. Fundó, con otros educadores, la organización Un maestro más, que se encargaba de llevar profesores a zonas alejadas.
Posteriormente decidió regresar a Estados Unidos para cursar un doctorado en educación. Se casó nuevamente, tuvo dos hijos y se convirtió en la primera latina en ser maestra bilingüe de la educación pública en Arlington, en 1976.
Desde entonces se preocupó por la educación de los inmigrantes, creando programas que faciliten su educación además del aprendizaje del inglés, ya que en las escuelas de Arlington existe una población estudiantil que proviene de 105 países. Así logró convertirse en la primera administradora latina de las escuelas públicas en ese condado.
Los programas que impulsó, como el “inglés como segundo idioma” y el “secundario acelerado bilingüe”, marcaron una pauta en la educación estadounidense.
“Luego fundé la escuela Bolivia, hace más de 15 años ('), ya que la población boliviana en Virginia en la década de 1990 se incrementó ('). Posteriormente fundé otras organizaciones para ayudar a los estudiantes indocumentados a que asistan a la universidad; muchos de ellos son estudiantes bolivianos brillantes, de los mejores”, relata.
La política y el futuro
Luego de jubilarse en 2007 comprendió que los cambios no sólo se hacen en las escuelas, sino que se pueden gestar a través de leyes y la política. Fue entonces cuando al contar con el apoyo del entonces miembro de la Junta de Gobierno de Arlington, Wálter Tejada, y la comunidad demócrata ocupó por primera vez el cargo en la Junta Escolar en 2008.
Ese año fue protagonista de otro logro histórico, cuando ocupó el cargo de presidenta de la Junta Escolar en Arlington antes de las elecciones, las primeras que ganó Barack Obama en EEUU.
Una de sus metas para los próximos cuatro años es continuar con el trabajo hecho en la pasada gestión y centrar sus esfuerzos en reducir la deserción escolar dentro de la comunidad inmigrante. Además apunta a que los jóvenes logren el bachillerato bilingüe y obtengan facilidades en su ingreso a la universidad.
“Tenemos también que enfocarnos en proteger a la mujer inmigrante desde la salud, la educación y el trabajo. El hecho de tener una madre ejemplar me ayudó a ver lo importante que es que una mujer se prepare y se supere. Aquí podemos esperar que la próxima presidenta sea mujer, en cambio en Latinoamérica hay varias y eso es porque las mujeres latinas somos muy fuertes, como las Heroínas de la Coronilla. Así es, soy ‘llajtamasi’ y lo sigo siendo”, recalca con humor.
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