Gina Potes, de 35 años, espera que ésta sea la última cirugía, de 24 que le han practicado en los últimos 15 años. “Cuando veo esas mujeres con cuerpos perfectos buscando tener más busto o reducir la cintura, no entiendo”, dice entre resignación e indignación.
Gina y un grupo de mujeres atacadas con ácido decidieron mostrarse -una de ellas con máscara por la deformación de su cara- para sensibilizar a la sociedad y reclamar políticas estatales que les permitan rehacer sus vidas. Y lo más importante, evitar nuevos rostros desfigurados, en una campaña en la que algunas políticas les acompañan.
Aunque ya ha logrado recuperar casi totalmente el rostro, aún son evidentes las marcas de ese ataque, que también le alcanzó el pecho. “Las huellas que deja no son sólo físicas, también son psicológicas”, afirma, tras recordar que su primera reacción al verse desfigurada fue encerrarse.
“Nadie me empleaba al verme así”, señala Gina, que asegura desconocer aún quién o por qué la atacó. “Cuando una es atacada con ácido no recibe la solidaridad las autoridades”, se queja.
En estos casos, la pena máxima es de cuatro años de cárcel, si se logra identificar al agresor. Según estudios, prácticamente todos los casos responden a violencia intrafamiliar.
“Jurídicamente se tratan como lesiones personales y quedan en la impunidad por la dificultad para comprobar su autoría”, explicó a la AFP la congresista Gloria Estela Díaz.
La legisladora presentará el próximo 16 de marzo un proyecto de ley para tipificar como delito estas agresiones, con pena de cárcel de ocho a 30 años sin derecho a rebaja de la condena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario