En realidad, las mujeres siempre han jugado un papel importante en el desarrollo de la sociedad. Ya sea en el cuidado de los hijos o en otras tareas que no han sido valoradas por un entorno social. Aristófanes, dramaturgo griego, creó una obra teatral, en el siglo IV a. C, llamada Lisístrata que era el nombre de la mujer de un soldado. En esa obra se relata cómo Lisístrata organiza, junto a otras mujeres, una sublevación utilizando un arma poderosa: el sexo. Deciden hacer una huelga sexual. Es decir, se niegan a tener relaciones sexuales con los soldados griegos, si no ponen fin a la guerra. Los combatientes al verse amenazados con este hecho, que desgarraba sus corazones, dejaron de pelear y empezaron nuevamente una vida junto a sus amadas.
Las mujeres de Liberia, cansadas de las violaciones cometidas contra su género y de la guerra que en el 2002 ya había costado la vida de 200 mil hombres, fundaron, bajo el liderazgo de Leymah Gbowee, la organización "Mujeres de Liberia Acción Masiva por la Paz" (Women of Liberia Mass Action for Peace). Al igual que las "lisístratas" de Aristófanes emprendieron una huelga sexual. Además, cristianas y musulmanas se vistieron de blanco, y se trasladaron a las afueras de un mercado en Monrovia, capital de Liberia, por donde pasaba cada día el ex presidente Charles Taylor con su cuerpo de seguridad. Allí permanecían sentadas rezando y cantando sin darle importancia al agobiante sol, lluvia o viento. Su objetivo: ¡que finalice la guerra!
Los países africanos organizaron en Ghana iniciativas para alcanzar la Paz en Liberia. Un grupo de mujeres liberianas se ausentaron a ese país. Mientras tanto, Leymah Gbowee dio órdenes para que las mujeres se trasladen desde el mercado hacia el salón donde se llevaba a cabo las negociaciones por la Paz. El contingente de mujeres tomó posición y se sentaron en las puertas de dicho salón para evitar la salida de las personas responsables de esta negociación. Todo el mundo tenía los ojos puestos en Liberia. El presidente de Ghana intervino para que las mujeres no sean arrestadas. Un año más tarde se llevó a cabo elecciones democráticas y una mujer intelectual, Ellen Johnson Sirleaf, con estudios en economía y administración pública, se convierte en la nueva presidente de Liberia. En diciembre del año pasado, el Premio Nobel de la Paz fue otorgado a tres mujeres: Leymah Gbowee, Ellen Johnson Sirleaf y Tawakkul Karman (Yemen).
Durante la Revolución Francesa, las parisinas gritaban ¡Libertad, Igualdad y Fraternidad! Fueron hasta Versalles para exigir el sufragio femenino. Y el proceso revolucionario en Rusia empezó, en febrero de 1917, cuando las mujeres de San Petersburgo, obreras textiles, salieron a las calles para reclamar pan, paz y el fin de la autocracia.
Las familias en el imperio incaico tenían estructuras de parentesco por vía materna y paterna (Waldemar Soriano, Los Incas). O sea, el poder estaba determinado por esa composición social. Pero el proceso histórico que comenzó, en América Latina, con la llegada de los españoles en 1492; trajo consigo el colonialismo y por ende el modelo patriarcal, cuyos efectos se siguen sufriendo en este siglo. Por eso han existido y aún existen, en el continente latinoamericano, procesos de descolonización para combatir racismo y patriarcado.
Las mujeres en el pasado no podían abrir cuentas bancarias, no podían estudiar ni tener trabajos respetables porque las sociedades machistas y retrogradas de entonces, les prohibía desarrollarse como seres humanos. El amor, los hijos y el marido era su única salvación. Era un refugio, al cual se daban íntegramente y dependían del marido. Se convertían en amas de casa, y muchas veces, soportando una esclavitud familiar.
Afortunadamente los tiempos han cambiado. Ahora las mujeres participan en la vida cultural, social, económica y política. Las mujeres y las niñas son igual de inteligentes que los hombres y los niños. Y en muchas ocasiones, el resultado escolar de las mujeres, es más alto en comparación con la de los varones. El desarrollo intelectual es el mismo dependiendo, claro está, del ambiente en el que se desarrollan. Es tarea de los gobernantes y políticos de crear condiciones en la sociedad para que las mujeres alcancen niveles de igualdad, pero sin tergiversar que nuestro destino biológico nos ha hecho con diferentes sexos.
Hoy en día, muchas mujeres tienen una nueva definición de lo que es el amor. Se han dado cuenta que la vida no es solamente criar a los hijos, sino que ahora son activas en todos los campos del desarrollo humano. En Occidente separan el amor de la economía, porque ellas también generan su propia economía. El hombre, por consiguiente, no es el Sol en torno al cual, la mujer debe girar a su alrededor obedeciendo sus órdenes. Al contrario, hay casos en donde los papeles se han invertido. Algunos hombres han asumido el rol tradicional de la mujer. Es decir, la mujer sale a trabajar y el marido se queda en la casa cocinando, limpiando o cuidando a los hijos. En algunos casos temporalmente y en otros se ha hecho una forma de vida. Eso pasa por lo menos en Suecia, aunque es un número reducido de hombres que hacen ese tipo de vida.
Al mismo tiempo, es conveniente señalar que a pesar de una serie de avances en las conquistas sociales de la mujer, todavía existen las "agresiones de honor", la violencia de género, los abusos sexuales, los matrimonios arreglados, el trabajo forzado de niñas, la violencia doméstica y tantos otros atentados en contra de las mujeres y las niñas. Existen sociedades en donde el cuerpo y la sexualidad de una mujer es el honor de la familia. Y es el consenso de la familia, principalmente la autoridad del padre, que escoge un marido para la hija. Este patriarcalismo enfermizo ha llevado a cometer "crímenes de honor", en el momento que una mujer decide ser ella misma; y no una marioneta de la familia y la sociedad.
Otro problema muy serio, en ciertos países del mundo, es la escisión femenina. Una práctica antihumana, basada en ideas medievales atribuyendo que la mujer es apta para traer hijos al mundo; pero no así para gozar de su sexualidad.
Hace poco escuché hablar a una mujer en la radio y decía: "Ni florcitas ni bombones", sino cambios radicales en nuestros derechos. ¡Muy bien dicho!
Los hombres debemos festejar, el Día Internacional de la Mujer, con bombo y platillo, porque las mujeres llegaron al mundo para ser nuestro complemento. Todos juntos debemos seguir luchando para que las mujeres alcancen niveles más altos de igualdad. Pero no se olviden: ¡ni florcitas ni bombones!
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