lunes, 21 de marzo de 2011

¿Por qué algunas mujeres soportan la violencia de su pareja?

Baja autoestima. Ésa es la conclusión y la respuesta común que brindan psicólogos y consejeros matrimoniales, cuando se les pregunta por qué algunas mujeres aguantan tantas golpizas y hasta ponen en riesgo sus propias vidas al lado de personas que las humillan, las golpean y hasta las amenazan de muerte.

“Piensan que si ese hombre las deja, nadie más las querrá, nadie se fijará en ellas. Y tienen miedo a que nadie las valore. Y esto responde a estructuras de pensamiento y de tradiciones que se heredan de generación en generación”, explica la psicóloga Ruth Quintanilla.

Las tatarabuelas siempre repetían que cuando te casas, es para siempre y si te tocó un hombre violento “hay que aceptarlo nomás y aguantarlo, tratar de no enojarlo”. Esa enseñanza distorsionada y contraria a todo principio de defensa de los derechos humanos y del valor inherente a cada persona, “resuena en las mentes de muchas mujeres a la hora de optar por el silencio ante la violencia”.

EL PAPÁ Pero, el problema no sólo radica en la aplicación de una enseñanza machista y distorsionada, sino también en la falta de una autoestima saludable. Según varios psicólogos, la autoestima de una mujer es sembrada y alimentada en gran medida por la primera figura masculina de su vida: su papá. Las mujeres que crecieron sin padre, al lado de un papá violento o con uno que jamás les enseñó que ellas eran valiosas como seres humanos, son vulnerables a volverse dependientes de hombres que ejercen poder económico, afectivo, emocional e incluso sexual, sobre ellas.

Para estas mujeres, entrar al círculo de la violencia es fácil, pero salir es un proceso largo y muy difícil, pues es necesario derribar en sus mentes muchos argumentos alimentados por su inseguridad, por el miedo a ser abandonadas, desechadas o nunca queridas por otro hombre.

Y los hombres que tienen perfiles de sadismo, son muy hábiles manipulando a sus parejas. “Les repiten hasta el cansancio que nadie las querrá, que son feas o que debían agradecer que alguien como ellos las haya mirado, esas ideas toman fuerza en las mentes de mujeres de baja autoestima y ellas caen en el círculo de la violencia”, advierte la psicóloga Eliana Ponce.



SEÑALES DE ALERTA La espiral de violencia comienza con la celotipia, un trastorno psicológico que surge cuando los celos de baja intensidad o temporales, que son parte del desarrollo humano, se tornan compulsivos y pueden derivar en problemas psicóticos y delirios. Una persona que sufre de celotipia no se reconoce enferma y genera celos tan intensos que éstos son el eje de su forma de pensar y actuar. Al principio son sutiles. Los hombres dicen “Mi amor ¿para qué vas a ir a la peluquería si ya eres linda?” o “No vayas a ver a tu familia hoy día, quiero que estemos sólo tú y yo juntos”. Ambas frases halagan en principio a una mujer, porque la hacen sentir apreciada. Sin embargo, así empiezan ellas a renunciar a arreglarse, a tener amistades, se distancian de su familia y comienzan a hacer lo que sus parejas quieren. Los hombres que sufren celotipia imaginan infidelidades y hasta tienen recuerdos falsos. Para controlar a su pareja revisan sus pertenencias, vigilan sus horarios, llamadas y cuando creen que sus delirios son reales, reaccionan con ira. Ahí surge la primera bofetada o golpiza. Piden perdón asegurando que nunca más agredirán y justifican su reacción “por amor”. Las mujeres de baja autoestima les dan nuevas oportunidades y el ciclo de la violencia está establecido. De allí a la violencia que pone en riesgo la vida misma de las mujeres que aman, hay pocos pasos.

La psicóloga Ruth Quintanilla advierte que es importante frenar la celotipia desde el principio. “Es posible que si la pareja se somete a una terapia pueda poner barreras al avance de este trastorno, callar y optar por el silencio sólo agrava el cuadro”.

TORTURADA Para las abogadas de IFFI, Género y Generacional y las psicólogas consultadas, los perfiles del hombre que torturó a Carla en Tutimayu y del hombre que le fracturó la pierna a su esposa para que no baile con otro (casos ocurridos la semana pasada) corresponden a seres “perversos, sádicos, de personalidad sicopática porque planifican la forma de hacer sufrir a sus víctimas y disfrutan de su dolor, el que uno esté suelto es muy peligroso”.

La celotipia.

Trastorno psicológico

basado en celos compulsivos que se fundan en ideas falsas, sin argumentos lógicos ni pruebas que los demuestren

1.- Control sutil

Al principio el control resulta halagador porque es sutil. “No vayas a la peluquería, aunque estés en pijama eres linda”.

2.- Discusiones

Las personas que padecen celotipia suelen discutir con su pareja al intentar comprobar supuestas infidelidades

3.- Persecución

Las personas con celotipia imaginan situaciones de infidelidad y las creen. Tienen recuerdos falsos, revisan carteras, celulares, horarios, indagan, siguen a sus parejas.



4.- Golpes y remordimiento

Perder el control sobre su pareja los hace reaccionar con ira. Golpean y luego piden perdón jurando que nunca más lo harán.

5.- Peligro mayor

El trastorno se hace crónico y puede causar la muerte de la pareja sometida.

“Los trapitos sucios se lavan en casa”

Un asambleísta que golpeó a su exnovia delante de varios testigos en el Corso de Corsos, pidió disculpas públicas.

Sin embargo, la reacción de algunos varones, entre ellos un funcionario de la Gobernación y un presentador de televisión fue la de una sociedad machista con doble moral. Este diario supo extraoficialmente que estas personas llamaron a la víctima para reclamarle por la denuncia. “¿Cómo le vas a hacer eso? Los trapitos sucios se lavan en casa, ¿quieres acabar con su carrera política? ¿qué siempre te ha hecho? Debías retirar la denuncia, lo estás haciendo quedar mal...”, le dijeron.

Estas reacciones, según la abogada de IFFI, María Eugenia Blancourt, son típicas de personas que también son agresores o que han vivido en hogares donde la violencia era una moneda común.

“Son construcciones machistas que se heredan de generación en generación, los hombres tratan de minimizar las golpizas y algunas madres también reaccionan defendiendo lo indefendible porque crecieron pensando que es lo correcto; pero, lo que debe quedar claro es que golpear a una mujer no es un error, sino un delito.

Los agresores tienen que entender que hay consecuencias de lo que hacen y que sus víctimas son eso, víctimas, los culpables son ellos”, dijo Blancourt.

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