En Bolivia, la situación de oportunidad y acceso laboral para las mujeres, son reflejo del contexto global, en que se tienen sin duda avances y liderazgos importantes, pero también se cuenta con resistencia de inclusión y hasta de negación a los derechos de formación, acceso a empleo estable y remuneración justa para las mujeres. El responsable de esta situación es el Gobierno, empresarios, directores de centros de formación, las organizaciones sociales y los dirigentes de sectores generadores de empleos productivos y de servicios.
A nivel estatal, si bien se dictaron leyes que promueven avances, estas no son en gran medida acatadas o cumplidas; la implementación normativa está en manos de las autoridades nacionales, departamentales y municipales y depende del compromiso de las personas que ocupan los cargos para imponer el cumplimiento. El poder que ejercen estas autoridades es tal, que en sus manos queda realizar, frustrar e incluso condicionar la oportunidad de formación y acceso a empleo digno para las mujeres.
En cuanto al sector empresarial, este tiene como fin la ganancia y aporte al desarrollo social. Cada empresa tiene diferentes criterios sobre el cumplimiento de normativas y apertura laboral equitativa a hombres y mujeres. Dar contratos estables, seguridad social y un salario justo y equitativo es aún un gran desafío y vacío en muchos sectores productivos y de servicio. En general, se tienen insuficientes espacios laborales en el sector privado y la mujer continúa en una situación marginal y de exclusión, sectores líderes como la banca, medios de comunicación y otros aún incumplen derechos laborales básicos como las ocho horas de jornada.
Finalmente, podemos encontrar las salida individuales que la sociedad boliviana encontró a la falta de empleo laboral para las mujeres, que también es válida para el caso de los hombres, este es la informalidad, mercado precario, estancamiento y frustración. Las mujeres y los hombres en más del 70 por ciento son autogeneradores de ocupación y empleo en sectores del comercio informal, transporte, empleos en pequeñas empresas y en negocios propios. Los horarios de trabajo sobrepasan las 12 e incluso 18 horas de jornada, sin salario fijo, o ingresos al límite del salario mínimo, sin seguridad social o seguro médico. Se vive al día, la formación básica (bachillerato), formación técnica e incluso profesional (universitaria), no es garantía para salir de la situación de precariedad por la falta de empleos.
El mundo real laboral de las mujeres, es en sí una suerte de tragedia que arrastra y se reproduce de generación en generación. La falta de empleo estable y buen ingreso genera pobreza y este se replica en un círculo vicioso que obliga a vivir al día con lo mínimo y genera limitaciones en la formación de las futuras generaciones.
La única salida está en la propia sociedad civil hay que empoderarla a las mujeres con su voto, ideológica y políticamente para ser agentes de cambio y transformar sus vidas, la de sus hijos, sus familias y de las futuras generaciones.
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