Como Huda, de 18 años, que muestra las fotos de una niña simpática y sonriente: era ella, antes de prenderse fuego, hace cuatro meses. Un intento de suicidio que la dejó desfigurada. “Lo hice por mis condiciones familiares. Cuando mi marido se llevó a nuestra niña y me privó de todos los derechos de una mujer”, contó, mientras aún está internada en el hospital de Mosul.
Las últimas estadísticas oficiales se remontan a 2012 e indican que en los tres años precedentes fueron 987 las mujeres que se inmolaron o intentaron inmolarse con fuego.
Pero las ONG están convencidas de que el fenómeno tiene dimensiones mayores, porque en una sociedad tradicional como la iraquí es difícil que las familias hablen abiertamente de los dramas relativos a sus mujeres.
Psicólogos y activistas por los derechos humanos subrayan que estos fenómenos son agravados por la situación desastrosa en la que décadas de violencia y guerras dejaron a la sociedad iraquí. En particular, el feroz conflicto interconfesional entre chiítas y sunnitas que sacudió al país tras la caída del régimen de Saddam Hussein, en 2003.
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