Quizás los más perjudicados son los niños y adolescentes que tienen que vivir a diario en zozobra o con los traumas profundos que marcan sus vidas. En este sentido, resulta de vital importancia informarse de lo que es la violencia doméstica y tipificarla, a fin de poder prevenirla.
Cuando hablamos de violencia doméstica nos referimos a aquellas situaciones cargadas de agresividad que se presentan en la familia y se materializan fundamentalmente mediante el abuso de poder, fuerza, agresiones físicas, sicológicas e incluso sexuales, que llegan a poner en riesgo hasta la integridad del agredido.
Es importante destacar que en la mayoría de los casos son los miembros más débiles físicamente (mujeres y niños) los objetos del abuso. Por ello, a muchas mujeres les cuesta trabajo tomar medidas al respecto, al sentirse vulnerables y atemorizadas pensando que al tratar de hacer algo las cosas pueden empeorar.
Los tipos de violencia doméstica, pueden ser de orden físico ocasionando daños en el cuerpo mediante golpes, cachetadas, tirones de pelo, quemaduras y agresiones con armas. Por otro lado, está la violencia sicológica, que usa como herramienta principal la humillación, la desvalorización, el lenguaje grosero, insultos, incluso avergonzar a la persona en público. Finalmente, la sexual que lesiona la dignidad de la otra persona, obligándola a hacer algo en contra de su voluntad.
Las consecuencias a veces trascienden el resto de la vida de la persona. La víctima puede presentar depresión, estados de ansiedad, baja autoestima, culpabilidad y riesgos de trasmitir un patrón de vida que se repite de generación a generación.
Si usted es abusada busque ayuda en un centro de salud u hospital, acompañada de una persona de su confianza. Allí le harán una exploración física para hacer un informe médico-forense, con eso hará la denuncia ante la policía o la UVE.
Recuerde que el abuso que sufre no es culpa suya, no hay motivo suficiente como para sentir que es lo que usted merece.
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