jueves, 7 de febrero de 2013

Claudia Hinojosa: “transformar me da felicidad”

Con arte. Claudia, su madre y unas amigas comenzaron a diseñar joyas a pedido desde su casa, ahora tienen cuatro tiendas en Bolivia y exportan. La fábrica está en La Paz y en Santa Cruz hay dos sucursales

Redacción: Paura Rodríguez Leytón
Fotos: Jorge Uechi

Entrar en la joyería Rafaella Pitti es sumergirse en un mundo de bellos objetos, elaborados cuidadosamente a mano por artesanos bolivianos que emplean madera, textiles, piedras, cueros, hilos y otros materiales y los convierten en joyas al fundirlos con oro o plata. Todos son diseños exclusivos, creados por Claudia Hinojosa, que en esta oportunidad habla de la trayectoria de Rafaella Pitti.

¿Por qué el nombre de la joyería?
El nombre surgió por las personas que nos inspiraron a entrar en este mundo. Rafaella, en honor a una diseñadora de joyas italianas, que nos abrió su taller y nos brindó su amistad y todo el conocimiento de la joyería de su país, ella era una hermosa italiana, enérgica, que diseñaba sus propias joyas y nos motivó a perseguir nuestros propios sueños. Pitti, porque fue en Florencia que nos decidimos a incursionar en el mundo de la joyería y allá la familia Pitti ha tenido y sigue teniendo una gran influencia en nuestro trabajo.

Cuando comenzaron, ¿cómo era el mercado en Bolivia?
Hasta mediados de los años ochenta, el referente de la joyería boliviana era el ancestral estilo tiwanacota (preincaico) y la filigrana. En ese entonces, si se quería lucir una joya de estilo vanguardista se la tenía que buscar en un escaparate de importación. La reconocida calidad de la mano de obra de los joyeros bolivianos estaba orientada a la producción con ese estilo.
Rafaella Pitti nació como una propuesta renovadora. Quisimos romper paradigmas y probar con un nuevo estilo.

El estilo moderno que Rafaella Pitti impuso a sus diseños, a mediados de los 80, marcó un punto de inflexión en la tradición joyera nacional, que hasta entonces estaba caracterizado por la línea tiwanacota.

¿Cómo ve la joyería boliviana?
Desde entonces hubo un cambio muy importante y puedo decir orgullosa que Bolivia es considerado un país joyero. Afuera, el trabajo de nuestros artesanos es admirado, porque está hecho a mano y tiene muy buen acabado.

Además los joyeros se han profesionalizado y han recibido impulso estatal para capacitarse y crecer.

¿Qué significó su mamá, Rosario Hinojosa, para la empresa?
Mi mamá fue una mujer apasionada, emprendedora y visionaria. Ella fue un sólido pilar para el crecimiento de la empresa. Como diseñadora aportaba con arte en nuestras piezas. Su formación en el campo de las artes plásticas hacía que sus joyas sean diferentes. Rafaella Pitti le dio la oportunidad de expresar su talento creativo, promocionar el espíritu empresarial en las mujeres y desarrollar responsabilidad social en el sector. Todo esto fue sintetizado en el lindo reconocimiento póstumo que recibió en la Bienal Iberoamericana de Diseño, en 2012.

Era una mujer que amaba su familia sobre todas las cosas, inteligente, profunda y empática. Y luchadora, lo demostró así en su última batalla contra el cáncer.

¿Para quiénes diseña?
Para diferentes perfiles de mujeres. Tenemos joyas para bautizos, novios, matrimonios. Nos adaptamos a crear para todo tipo de mujer y distintos gustos.
Muchos de nuestros diseños son inspirados en Bolivia y su riquesa cultural. Nos inspiramos en diferentes regiones del país.

¿A las mujeres bolivianas les gusta más la plata o el oro?
Les gusta las dos cosas. Debido a la reciente escalada del precio del oro ahora se está vendiendo más plata, que da para hacer diseños más grandes.

¿Los hombres son compradores de joyas?
Si, el hombre boliviano es muy regalador. Tengo grandes clientes que siempre vienen buscando algo especial para sus mujeres e hijas.

¿Cuál ha sido el mejor momento de la empresa?
Un momento alto en la vida de la empresa fue la invitación que en 1997 recibió del Gobierno holandés para participar de un programa destinado a fortalecer las capacidades de joyerías de países del tercer mundo, para que luego puedan exportar a Europa. Así se abrió las puertas de ese exigente mercado. Otro muy emotivo fue cuando construimos nuestra primera tienda con mucho esfuerzo haciéndonos un préstamo bancario. Hoy esta tienda sigue siendo la más importante.

¿En qué momento está?
Rafaella Pitti está en un momento de madurez pero siempre nos mantenemos en una evolución constante, tenemos nuevos retos y sueños por cumplir.
Nuestra última incursión en cueros exóticos y carteras es la prueba de ello. Siempre tenemos nuevas sorpresas.

Cuéntemos de usted, ¿quién está detrás de la diseñadora?
Vengo de una familia grande y muy unida. Mi familia es lo más importante, tengo cuatro hijos ya universitarios, que espero algún día se hagan cargo de esta empresa, porque yo ya quiero estar más tranquila.

Mi pasión es el diseño y todo lo que tenga que ver con esto y quiero seguir haciéndolo. Transformar me da felicidad. Estoy en una etapa en la que quiero dedicarme a lo que me apasiona pero sin prisas, corriendo menos, viviendo el presente en armonia.

¿Su hermana Carla estuvo en Estados Unidos, cuál fue su experiencia?
Carla Hinojosa se sumó a Rafaella Pitti en 2003. Se trasladó a Washington, como parte de la estrategia global de la empresa. Con su espíritu empresarial y su creatividad estableció un nuevo modelo de negocio para la promoción y diversificación de las ventas, que se sigue empleando en varios paises. La aceptacion de nuestras joyas fue muy gratificante y después replicamos en Barbados, abriendo un espacio en la reconocida galería Tides Art Gallery.


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