viernes, 28 de octubre de 2016

Lecturas sutiles: Violencia de género e indefensión aprendida

La violencia de género es una problemática que acontece todos los días y se hace cada vez más visible en nuestro contexto. En este sentido, es bastante lo que ya se ha reflexionado con relación a las causas de la violencia contra las mujeres, donde principalmente la misma es resultado del sistema patriarcal que aún existe en nuestra sociedad y los patrones de conducta transmitidos de generación en generación donde la violencia ha llegado a justificarse en unos contextos más que en otros.

Así también se ha estado trabajando en la difusión del denominado Ciclo de la Violencia, donde en primera instancia acontece una acumulación de tensión por parte del agresor, para luego pasar a la segunda fase o explosión violenta, y finalmente llegar a la fase del arrepentimiento y reconciliación. Así, este ciclo se repetirá una y otra vez, con mayor frecuencia e intensidad.

En este contexto, muchos hemos conocido o escuchado casos de mujeres que han estado viviendo situaciones de violencia durante muchos años, y tal vez nos hemos atrevido a emitir ciertos juicios de valor como ser “Cómo es posible que aguante tanto”, “Esa mujer no se quiere”, “Nunca hará una denuncia”, “Nunca se irá de su casa”, “Seguro le gusta”, etc. Estos juicios de carácter subjetivo, si bien evidencian una realidad que podría terminar en un feminicidio, a veces solo muestran una imagen de mujer que no quisiera salir del ciclo de la violencia, llegando incluso a pensar que todo es culpa de la misma, porque es la que aguanta la situación.

Para poder comprender la situación planteada anteriormente es importante reflexionar sobre un proceso psicológico que Martin Seligman, psicólogo americano, ha denominado como Indefensión Aprendida. De acuerdo a esta teoría, la cual ha sido comprobada de manera experimental, la persona, en este caso la mujer, inhibe su conducta mostrando pasividad cuando las acciones para modificar la situación no producen el fin previsto, o sea salir de la situación de violencia. De esta forma la mujer comienza a creer que está indefensa y no tiene ningún control sobre la situación en la que se encuentra, piensa que cualquier cosa que haga será inútil y como consecuencia, la misma permanecerá pasiva frente a una situación dolorosa y no intentará escapar aunque a veces tenga la oportunidad de hacerlo.

Cuando decimos que las acciones para modificar la situación no producen el fin previsto, nos estamos refiriendo a la falta de apoyo por parte de la sociedad, de la familia y de los sistemas de apoyo legal, es decir que en algún momento la mujer víctima de violencia tal vez ha intentado salir de la misma, pero no ha conseguido nada, puesto que la sociedad patriarcal en la que nos encontramos a veces llega a justificar los actos de violencia, la familia hace lo propio, además que aún se ve esta situación como algo privado de lo cual no se debe hablar, y los sistemas legales son, en muchos casos, burocráticos e ineficaces. Entonces lo único que la mujer, víctima de violencia, ha aprendido es que “haga lo que haga, nada va a cambiar”, esto es indefensión aprendida.

Así, esta incapacidad para reaccionar producirá mayor pasividad, falta de capacidad para resolver problemas y sentimientos de incompetencia y depresión, por lo que no bastará con la decisión de poner fin a la violencia o “romper el silencio” si es que no existe un apoyo profesional integral y real, donde la mujer, víctima de violencia, pueda desaprender la indefensión aprendida.

NOTA: Para cualquier consulta o comentario sobre la columna, contactarse con Claudia Méndez Del Carpio al correo claudiamen@hotmail.com Visítanos en Facebook: LECTURAS SUTILES

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