SUFRAGIO
Cuando se concedió el sufragio a las clases más bajas de la sociedad, tampoco se incluyó a las mujeres. Se hablaba de una representación virtual, es decir, que "no estaban siendo excluidas, sino que estaban representadas".
Los romanos, los caballeros y los revolucionarios franceses de 1789 no tuvieron mucho en común, pero hay un aspecto en el que estaban de acuerdo: las mujeres no tenían cabida en la política. Pero antes de Hillary Clinton, que el 8 de noviembre podría convertirse en la más poderosa del mundo, fueron muchas las mujeres que lucharon por llegar a lo más alto.
La sola idea de una mujer en el poder habría sido para muchas generaciones tan absurda como espantosa. "Los contrarios al sufragio femenino siempre alegaron que si se permitía a las mujeres participar en política, el Estado acabaría hundiéndose", explica Birgitta Bader-Zaar de la Universidad de Viena, experta en historia del sufragio femenino. Siempre se recurría al argumento de que las mujeres debían centrarse en criar a los niños.
Los hombres "sufrían un miedo espantoso" cuando pensaban en el sufragio femenino, confirma la historiadora berlinesa Gisela Bock. "Temían un cambio en el orden de los sexos, se hablaba de un 'salto al lado oscuro'. Actualmente, cuando llegan los refugiados, algunos dicen que no sabemos lo que se nos avecina. Puede que podamos comparar ese sentimiento con el de los hombres en aquellos tiempos", explica.
MUJERES MONARCAS
Hubo muy pocas mujeres monarcas porque los varones tenían prioridad en la línea sucesoria. A menudo, ellas eran regentes, es decir, viudas del rey que se encargaban del reino hasta que el heredero alcanzaba la mayoría de edad. La más conocida puede que sea la italiana Catalina de Médici, quien supuestamente fue la principal responsable de la masacre de miles de manifestantes en la Matanza de San Bartolomé de 1572. También varias concubinas, como Madame de Pompadour, ejercieron una gran influencia política.
Muchas de las pocas mujeres que alcanzaron el poder a menudo lo defendieron "con resolución masculina", como se decía por aquel entonces. Por ejemplo, la reina Isabel I de Inglaterra (1533-1603), a quien en Hollywood suelen realzar de forma poco imparcial como defensora de la libertad contra el fundamentalismo católico de España, creó un sistema de vigilancia que amenazaba a todo enemigo con torturas y la muerte.
Cuando se concedió el sufragio a las clases más bajas de la sociedad, tampoco se incluyó a las mujeres. Se hablaba de una representación virtual, es decir, que "no estaban siendo excluidas, sino que estaban representadas por sus padres o sus maridos", explica Gisela Bock. Este tipo de representación siguió desempeñando un papel muy importante en tiempos modernos.
Así, la primera ministra india Indira Gandhi (1917-1984) era hija del legendario primer ministro Nehru. También la primera ministra pakistaní Benazir Bhutto (1953-2007) era hija de un primer ministro y la primera mujer que llegó a lo más alto del Gobierno elegida libremente, la paquistaní Sirimavo Bandaranaike, asumió el liderazgo en 1960 en Ceilán tras el asesinato de su marido. Los electores, aunque fuera de forma inconsciente consideraron a todas estas mujeres herederas legítimas de grandes hombres.
El fenómeno no sólo se da en Asia, pues las primeras mujeres que ocuparon un alto cargo político en Estados Unidos tras la introducción del sufragio femenino fueron en la mayoría de los casos viudas. Así, Birgitta Bader-Zaar observa un paralelismo interesante en el caso de Hillary Clinton: "El hecho de que sea la mujer de un ex presidente ha jugado un papel vital". Igualmente, la ex presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner también llegó a la Casa Rosada tras su marido, Néstor Kirchner.
EL CASO DE CLINTON
No obstante, la victoria de una mujer en unas elecciones estadounidenses sería un hito histórico. La canciller alemana, Angela Merkel, a menudo considerada la mujer más poderosa del mundo, es un ejemplo a seguir para muchas mujeres en todo el mundo, dijo la periodista alemana Alice Schwarzer a dpa. Y lo mismo sucedió en Chile con Michelle Bachelet, la primera y actual presidenta del país, que marcó todo un hito en la historia del país.
"¡Imagínense el efecto que tendría una presidenta estadounidense! Que Hillary Clinton, reconocida feminista, fuera presidenta representaría un importante símbolo de la igualdad de sexo", dijo Schwarzer.
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