Compartí con Giselle hermosas experiencias. Fue secretaria durante la primera gestión en la que presidí el Comité Cívico Femenino, allá por los años setenta. Recuerdo su valiosa sugerencia, que colocáramos como membrete en nuestro papel de escritorio, esa parte del himno que dice: “Siempre libres cruceños seamos, cual lo son nuestras aves y flores”. Su personalidad arrolladora, su entusiasmo y relacionamiento con las instituciones de Santa Cruz, sumado al grupo de valerosas mujeres que me acompañaron como Elffy Albretch, Anita Leigue, Celita Salmón, Felicidad Urdininea, Feliciana Rodríguez, Esperanza de Arano, Chabela Saavedra, Blanca de Echazú y otras de esa talla, le dieron fuerza y valor a mi gestión.
Más tarde Giselle, inquieta como era, gestionó un terreno en La Guardia para un centro piloto de drogadictos y alcohólicos, que era de urgente necesidad.
Le costó no solo tiempo en idas y venidas a la Alcaldía, sino también en convencer al alcalde de esa época. Su constancia y tenacidad logró que sea aprobada la donación. Luego comenzó la peregrinación en busca de fondos. Tocó puertas de empresas y amigos para que ayuden. Era una obra ambiciosa que requería mucha inversión. Ese trabajo la tuvo ocupada y por mucho tiempo preocupada, pues no fue fácil conseguir dinero, y la construcción no avanzaba como ella deseaba.
No olvidaré jamás el año 1986. Fue en mi segunda gestión en el Comité. Giselle me visitó con la propuesta de entregar la construcción iniciada, que se estaba deteriorando por el paso del tiempo, para que el Comité se hiciera cargo de la obra. Me dijo: “Confío en vos, sé que harás realidad esta imperiosa necesidad en nuestro pueblo. Solo te pido que el centro lleve el nombre de Mirette Sciarony de Bruun, mi madre, pues ella es el puntal que me anima y secunda mis trabajos sociales”.
Me emocionó su gesto y sinceridad, agradecí su confianza y le prometí presentar su oferta al directorio, que lo aprobó en pleno y enseguida nos dimos a la tarea de buscar recursos. En La Paz visitamos al director del Fondo Social de Emergencia, nuestro dilecto amigo Fernando Romero, quien nos ayudó con el proyecto y nos contactó también con el director del PL 480, Carlos Brogman, para conseguir fondos para el equipamiento.
Siete meses después, con la bendición de Dios y la presencia de Giselle, entregamos el centro Mirette Sciarony de Bruun sobre 1.850 metros cuadrados, equipado con 100 camas para internos, cuatro salas de terapia ocupacional, cuatro patios interiores para recreo y visitas, una hermosa cocina y un espacioso comedor con todo su menaje. También se sumó el grupo de Mujeres Unidas en Acción, construyendo una hermosa capilla, tan necesaria para la parte espiritual de los internos.
Con la valiosa ayuda de Monseñor Tito Solary y de la hermana Martina Chamy, se procuró entre las congregaciones religiosas que trabajan en Bolivia, alguna que pueda hacerse cargo del nuevo centro. Con la anuencia de Giselle, el centro fue entregado a Monseñor Pietro Gelmini, obispo italiano quen trabajaba con drogodependientes en su país.
Independientemente de sus reinados deportivos, carnavaleros, de sus experiencias consular y edil, de sus voluntariados en la Cruz Roja, Granja de Espejo, Mesa Redonda, cruzadas de bien y su gran popularidad, Giselle nunca perdió su sencillez y hermosa calidad humana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario