- ¿Qué pensaste cuando te enteraste que tenías cáncer?
- Estábamos atravesando un momento muy doloroso. El día que salieron mis estudios patológicos, era el entierro de mi abuelita (la mamá de mi madre) ya veníamos con una carga muy pesada y triste. Cuando recibí la noticia en Oncos me bloqueé completamente. Un tío que es patólogo, ya jubilado, me dijo que el resultado había sido analizado dos veces y que tenía cáncer de mama, pero que había solución porque estaba comenzando. En Pedro, mi esposo, vi bastante tranquilidad, aunque de por si la palabra asusta, nunca lo vi quebrado, me dio todo su apoyo porque él dice que voy a salir de esto. Cuando mi madre supo, me abrazó y ahí me puse a llorar. Fue un fin de semana muy duro. Da la casualidad que estuve un año y medio sin trabajar y justo cuando se dio la oportunidad, me entero del cáncer. El 11 de marzo lo supe y mi programa tenía que comenzar el 1 de abril. Aunque mi fe no estuvo en duda, quería encontrar el motivo. Pensaba por qué ahora justo cuando encontré un trabajo que me encanta, tengo que dejarlo, ya que el doctor Carlos Paniagua me habló claro y me dijo que debía dejar todo: trabajo, familia y enfocarme en mi vida y en mi salud. En cuestión de una semana hicimos los contactos y viajé a Buenos Aires a tratarme con gente experimentada en el tratamiento de cáncer de mama. Fui con mi hermana Yasaid, que me ayudó a superar ese momento. Estuve tres meses allá y uno entre idas y venidas.
- ¿El cáncer desapareció por completo?
- Eso es lo que queremos. Me sacaron el tumor y todo lo que era necesario. Luego atacaron con radioterapia y con quimioterapia. Se pretende que con estos dos tratamientos quede limpio el cuerpo. Ahora sigo con otro tratamiento que debo cumplirlo durante cinco años, pero solo Dios sabe. Estoy tranquila, llevo una vida normal. El cáncer fue algo fuerte y muy marcado, con emociones encontradas que nunca había experimentado.
- ¿Mucho miedo?
- Por supuesto, muchas veces he quebrado. De por sí, cuando escuchamos la palabra cáncer ya da miedo, es una palabra fuerte, pero hay que afrontarla, es un enemigo que se puede vencer, siempre y cuando sepamos que está entrando y que aún está indefenso. Existe mucho temor al saber que tenemos la muerte ahí tan cerca. Creemos que nunca vamos a morir, pero está tan cerca de nosotros, solo basta con respirar para que la muerte esté a nuestro lado. Por eso debemos ser agradecidos al levantarnos y al acostarnos por todo lo que Dios nos da. Me asustó más el hecho de pensar que podía dejar a mi hija tan chiquitita, pese a que mi esposo es excelente papá y sé que le va a dar el doble de amor, no es lo mismo cuando no está la mamá.
- ¿Cómo te afectó?
- Lo emocional es muy fuerte, creo que es una parte de la enfermedad que hay que priorizar porque nuestro estado anímico determina en un 90% que nosotros salgamos delante de esta y otros males. Nuestro cuerpo necesita de un buen estado de ánimo, no podemos estar deprimidos, porque el sistema inmunológico decae y aparecen muchos males. En lo posible hay que estar bien, llevar una vida sana, comer alimentos nutritivos que es lo que ahora hago. Los doctores ayudan en un 50% pero el otro 50% lo pongo yo, es un trabajo en equipo en el que soy la capitana. Cuando entraba a la quimio, que en sus primeras horas no afecta, pero luego es fatal, me decía a mí misma, esto es agua bendita, es bendecido por Dios y va a matar todo lo malo.
- ¿Qué fue lo más difícil?
- Salir de acá y dejar todo, mi tierra, mi familia y mi trabajo fue lo más difícil. En Santa Cruz tenemos excelentes profesionales, pero hace falta equipos de última generación. Necesitamos centros especializados para que no busquemos afuera la ayuda. El paciente oncológico precisa estar al lado de su familia. Ahora, gracias a Dios, se está concretando un proyecto para montar un centro de radioterapia. Todos los días se diagnostican pacientes con cáncer y en el Oncológico les dan turno para dentro de dos o tres meses y por eso la gente se muere.
- ¿Cómo te diste cuenta?
- Gracias a mi hija Bruna. Cuando ella estaba de unos ocho meses, me ponía el codito sobre mi seno y me dolía, llegué a pensar que era porque siempre se apoyaba ahí, pero luego sentí una bolita y no le presté mucha importancia. Cuando le comenté a mi madre me sugirió un control. Me hice una ecografía y salió que era un quiste. Un día sentí un dolor insoportable en mi seno, creo que Dios me mandó esa señal porque el cáncer no duele en su primera etapa. Me fui a otra especialista y cuando vio la bolita, me dijo que al día siguiente tenía que salir. La sacaron, la analizaron y el resultado dio positivo. En Buenos Aires me volvieron a operar y sacaron más tejido. Cuando retorné por segunda vez a comenzar mi tratamiento, dijeron que el cáncer había avanzado un poquito y tenían que hacerme un vaciado. Eso no lo tenía en mis planes, pero pasó. Me asusté, pero extirparon todo lo que podía tener cáncer y sus alrededores para no arriesgarse en lo más mínimo. En noviembre debo retornar para seguir luchando por mi vida.
- ¿Pensaste en una masectomía?
- A Buenos Aires me fui preparada para lo que sea. Le dije al doctor que saquen todo y él me indicó que no era necesario. Incluso me dejaron las prótesis en mis senos, porque no fue preciso retirarlas.
- Estás siguiendo un tratamiento largo, ¿cuál es?
- Son medicamentos que debo tomar y dos veces por año tengo que ir a mi control a Buenos Aires porque deben estar pendientes de cualquier indicio que se presente para contrarrestarlo. En sus inicios es fácil de controlar y es posible ganar la batalla el cáncer, pero es una guerra muy dura y larga.
- ¿Qué te fortaleció en esos momentos?
- El vivir para mi hija. Le pedí a Dios tiempo para criar a Bruna para compartir con ella y dejarle un lindo recuerdo de su madre, que nunca se olvide de mi voz, de mis caricias y de mis cuidados. Ella fue mi fortaleza y Pedro, con su apoyo y su amor, mi bastón muy grande. También el cariño incondicional de mis hermanos y de mis padres, me dieron fortaleza para seguir luchando. Nunca los vi rendidos, ni deprimidos y eso me transmitía fuerzas. Fue doloroso dejar a mi hija tan chiquitita, pero como ser humano ¿qué más te queda? Entré a la cirugía y le dije a mi hermana: te la encargo y cuidala, porque uno nunca sabe, igual se la encargué a mi amiga Cecilia Sanabria, aunque me decían que iba a salir adelante. Las únicas que sabían eran Cecy, Vania Antelo y Verónica Larrieu, recibí mucha ayuda y fortaleza de parte de ellas también.
- ¿Qué enseñanza te dejó?
- Aprendí a disfrutar la vida, a ser feliz y a ver que todo es nada comparado con tener salud. De repente estoy manejando y veo que la gente corre y me pregunto ¿por qué tanto apuro?
¿Por qué no nos detenemos y disfrutamos nuestro día a día. Eso ha cambiado en mí. Ahora valoro una sonrisa, a mis padres, a mi familia, el trabajo. Todo lo miro con otros ojos. Si bien sigo siendo la misma persona, pero cambió la forma de tomar la vida y me siento afortunada. Digo a mis amigas que pasan por lo mismo: sintámonos bendecidas porque ahora tenemos esta oportunidad de vivir nuestra vida de otra manera y no todas las personas la tienen. Como seres humanos creemos que tenemos la vida comprada, no la disfrutamos y solo tenemos momentos felices. Ahora, gracias a Dios, son solo momentos tristes los que tengo. Vivo mi a plenitud. No quiero hacer planes futuros, sólo Dios sabe mi destino. Disfruto todo, le doy más valor a mi existencia. ¿Para qué molestarse, si lo único que hace uno es causarse daño física y emocionalmente? El estar enojado, aburrido, deprimido, preocupado o estresado te enferma.
- ¿Después de tu enfermedad, asumiste algún compromiso de ayudar?
- Ahora formo parte de la Fundación Boliviana contra el Cáncer y trabajamos para ayudar. Todos los días estoy apoyando a personas que se contactan conmigo por email o por teléfono para buscar auxilio. A veces me siento agotada anímicamente, porque trato de darle toda mi energía a esa mujer que está pasando por lo mismo, pero nada mejor que un abrazo de mi esposo y de mi hija para renovarme. Ahora estoy comenzando una campaña contra el cáncer de mama con la clínica Nuclear que cuenta con equipos de última generación que hacen falta en Santa Cruz y aconsejo a la gente que se haga los controles. En todo el mes de octubre hay centros de salud que están comprometidos con la salud de la mujer y van a realizar mamografías, ecografías y atenciones con el 50% de descuento. Además, el Gobierno determinó que las mujeres tengan un día libre para hacerse un control anual.
-¿Qué consejos das a esas mujeres que están pasando por lo mismo que vos?
-Si sienten una bolita en el seno, no tengan miedo de ir a hacerse un examen de rutina, una mamografía o una ecografía, porque temen escuchar la palabra cáncer. Más bien hay que dar gracias a Dios que ha sido detectado, el problema es cuando dejamos pasar uno, dos meses o un año porque ya no se puede revertir. Que se hagan controles con mamografías o ecografías dos veces por año. A las mujeres nos gusta echarnos cremas y aceites, mimarnos, por tanto una vez al mes hagámonos un auto examen de mama, porque tenemos que conocer nuestro cuerpo y si hay una bolita no es normal y urge ir a un chequeo médico. A aquellas personas que están con la enfermedad, les digo que no se desanimen, que nada está dicho, que luchen, que es una guerra muy larga, pero que es posible vencer. A las personas que son sanas, que den gracias a Dios todos los días por su salud. No hay nada más bendecido que gozar de una buena salud, todo lo demás pasa. Los problemas de ayer no son los mismos de hoy, por eso hay que tomar las cosas con calma. A nuestras hijas hay que enseñarles la responsabilidad con su salud y cuáles son los auto exámenes que deben hacerse.
- Estuviste un poco delicada, ¿qué sucedió?
- Se me bajan demasiado mis defensas, porque mi cuerpo no ha quedado igual. El año pasado en octubre me tiró en cama y ahora fue a principios de septiembre que estuve con fiebre y dolor de huesos, pensamos que era dengue, pero no. Gracias a Dios, ya pasó.
- ¿Te dijeron cuál fue la causa para que desarrollés el cáncer de mama?
- No, pero sé que mis células cancerígenas se alimentan de hormonas, entonces debo estar pendiente de eso y no tomar nada que las contenga. Por ejemplo hace seis meses que no me viene mi periodo y no puedo tomar nada para regularlo.
- ¿Pensás en ser madre de nuevo?
- Muero por ser mamá otra vez, pero no debo, porque cuando uno se embaraza las hormonas se alborotan. Le dije a mi oncóloga de Buenos Aires que no quiero un tratamiento de cinco años porque deseo tener más hijos, no quiero que mi hija crezca solita. Ella cree que todo depende de mí y si llevo una vida tranquila, normal y no estoy pendiente del cáncer, es posible. Mis planes son, si Dios lo permite, embarazarme dentro de dos años y ojalá sean mellizos. Hace poco me sacaron un ovario, pero eso no me impide volver a concebir.
- ¿La etapa del modelaje ya pasó?
Si. Fue una etapa muy linda, bien aprovechada y estoy contenta y satisfecha con todo lo que logré.
- ¿Qué te dejó el modelaje?
- Empecé a mis 15 años y era una persona introvertida, pero el modelaje destapó una parte de mí que no conocía. Aprendí a ser una mujer responsable y muy profesional. Llegué a ser extrovertida, más sociable y más segura de mí misma. Gané bien y ahora sigo cosechando puntos positivos de los cuales me siento feliz: por ejemplo, que me reconozcan y que se me abran las puertas de diferentes lugares. Hasta ahora sigo recogiendo los frutos y creo que eso va a perdurar por siempre. Soy muy agradecida por todo el cariño de la gente, creo que he tratado de lo más sincera posible, auténtica, ser yo con todas las personas.
- ¿Nunca más?
-Nunca digas nunca. El modelaje es algo que nunca va a dejar de gustarme porque me apasiona, pero ahora lo vivo y lo disfruto de otra manera, viendo a mis amigas, a las magníficas y a las misses sobre una pasarela, pero ahora lo vivo de otra manera, al ver a mis amigas desfilar. Ya colgué los biquinis.
- ¿Cómo ves el modelaje ahora? ¿Qué ha cambiado?
Las chicas son bellísimas, son modelos que saben lucir y destacar, pero todo cambia. Antes éramos más técnicas, pasamos clases durante meses para ser profesionales y manejábamos las evoluciones muy bien, junto con Verónica Larrieu, Carla Romero y Cecilia Sanabria. Si nos daban diez prendas las modelábamos de diferentes formas. No es lo mismo mostrar un vestido elegante, que uno casual. El peinado también cambiaba igual que la ropa, éramos expertas. Como todo evoluciona, la pasarela que se ocupa ahora es una sola o máximo se manejan dos, pero así son las exigencias en este tiempo. Ronaldo Wellington, no nos perdonaba nada.
-Te gustaría que tu hija siga tus pasos en el modelaje?
-Si eso a ella le va a ayudar, como me ayudó a mí, sí. No es sencillo ni fácil. Si ella lo va a tomar como una profesión y con responsabilidad, me va a gustar que siga mis pasos. Qué padre no quiere que sus hijos tomen su ejemplo, además va a tener la oportunidad de contar con mis consejos y mi experiencia, claro siempre y cuando le dé el cuerpito o no le gusta y solo se dedica a sus libros. La voy a apoyar en lo que decida.
-¿Si tu hija se convierte en modelo, apoyarías que hiciera un desnudo?
- No me molestaría ni la alentaría para que lo haga. Si veo que es una gran modelo o una persona reconocida cuyo trabajo le demanda hacer algún tipo de desnudo la apoyaría, pero no me gustaría que quiera hacerlo sin motivo. Cuando lo hice era una parte de mi carrera como modelo y no me arrepentí.
- ¿Por qué nuestras misses no llegan más allá? ¿Qué les falta?
- Lo tienen todo. No hay qué envidiar físicamente a las misses colombianas, venezolanas, americanas o europeas, no les falta nada. Quizá lo que falta es suerte. Lo teníamos todo con Olivia Pinheiro y con nuestras otras misses que han participado en los concursos. No hay un secreto para destacarse. Cuando fui al Miss Mundo y clasifiqué entre las semifinalistas, en la entrevista con el jurado me sentía otra persona, sentía que estaba iluminada por un Ser Divino. Después todo cambió, me decían: Bolivia a ensayar para finalista, Bolivia tiene coreografía porque la cámara va a salir de vos, etc… Fue diferente y no hice nada especial.
- ¿Qué pensás de la mujer ahora?
- Es una mujer que ha cambiado muchísimo. Ahora se abre campo por donde va. No solo está al lado, sino que a veces está hasta por encima del hombre. Ocupa cargos muy altos en las empresas y algunas cuentan con mayor personal femenino porque somos más responsables y comprometidas con lo que hacemos, ya sea en nuestro trabajo y con la familia. Hoy vemos que las jovencitas primero estudian, se preparan y luego piensan en el matrimonio. Soy pro mujer, no feminista, con lo único que nunca voy a estar de acuerdo es con el aborto.
-¿Cómo es Carla como esposa y como madre?
- Asumo el rol de mamá como tal. Los padres no debemos dejar nunca ese papel, porque amigos va a tener en el colegio, en el barrio y en muchos lugares, pero lo que necesitan ahora nuestros niños son padres que inculquen valores y principios, y tengan mano firme al corregirlos y enseñarles, lo que no quita que seamos cariñosos. Como dicen, debemos tener en una mano la miel y en otra la hiel. Con mi esposo hemos coincidido en la crianza de Bruna y más que sus amigos somos sus padres. Soy una mamá estricta, aunque a veces sobreprotectora. Pido a Dios que nos dé la oportunidad de darle todo, pero mostrándole la realidad, que no crea que la vida es tener y tener. Como esposa, creo que nos complementamos muy bien con Pedro y soy una completa enamorada de mi marido. Tengo a mi lado una persona muy comprensiva y trato de retribuirle todo lo que recibo que es mucho amor, ternura, cariño y apoyo.
- ¿Cómo te sentís en tu etapa de conductora?
- He tenido la oportunidad de realizar varios trabajos en diferentes áreas como comercial y relaciones públicas, siempre fui responsable, pero no me sentía realizada y feliz. Hace un año y medio que Marty Méndez, gerente de la Red ATB, me dio la oportunidad de conducir el programa Todo Bien y es algo que, definitivamente, me apasiona. Me levanto contenta de saber que debo ir a trabajar. Como en cualquier trabajo hay momentos de tensión, pero me encanta. Además, trabajo con una excelente amiga, como Verónica con la que tengo química, al igual con Giselly Hernández. No hay cosa más hermosa que llegar a tu trabajo y encontrarte con personas a las que querés mucho.
- ¿Te arrepentías de algo en tu vida?
- De nada. Lo que he hecho en mi vida me llevó a buenos y malos momentos, pero de todos aprendí algo y me ayudaron a crecer. He caído pero también he sabido levantarme. No borraría nada de mi vida ni volvería atrás.
Ella
Nació en Santa Cruz el 21 de septiembre de 1975. Es hija de Luis César Morón y Carmen Peña. Tiene dos hermanos: Yasaid y José. Hace cinco años que está casada con Pedro Gantier con quien tiene una hija, Bruna, de dos años y diez meses. Salió bachiller del colegio La Salle y estudió Sicología en la Udabol, solo le falta defender su tesis. Es conductora del programa Todo Bien. Forma parte de la Fundación Boliviana contra el Cáncer. Fue una de las modelos top más reconocidas de Bolivia.
“Bruna fue mi fortaleza y Pedro mi bastón para luchar contra el cáncer”
“Aprendí a disfrutar la vida, a ser feliz y a ver que todo es nada comparado con la salud”
“Mi trabajo en la televisión me encanta, me llena de energía, me cambia y me transforma”
“Existe mucho temor de saber que tenemos la muerte tan cerca de nosotros”
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