domingo, 5 de febrero de 2012

Anamar, la primera en informar la muerte de Marcelo Quiroga

El buen periodismo le corría por las venas a Ana María Romero de Campero. La pasión por el don de la palabra y la verificación de los hechos, heredada de su padre y su abuelo, se entremezcló con un alto sentido de la ética, de la justicia y el apego a la ley, ámbitos en los que militó Anamar, para regalarle a Bolivia una de las mejores periodistas de la historia nacional.

Romero no iba en busca de primicias, sino de información bien respaldada, lo cual le permitió alcanzar el patrimonio más valioso de un periodista: la credibilidad. Ella fue la primera periodista en dar la noticia al mundo, a través de la Agencia Alemana de Prensa (DPA, Deutsche Presse Agentur) para la que trabajaba como corresponsal, del asesinato de Marcelo Quiroga Santa Cruz, el 17 de julio de 1980, durante el golpe del dictador Luis García Meza.

“Cuando nadie se atrevía a dar la información, porque no habían fuentes, ella logró hablar con la viuda, Cristina Quiroga Santa Cruz y pudo dar la noticia. Lo recuerdo bien porque yo estaba de corresponsal en México y, mientras las otras agencias sólo informaban del asalto a la Central Obrera Boliviana y de la existencia de muertos, Ana María identificó a Marcelo como uno de ellos”, precisó su amigo y colega de la Agencia de Noticias Fides, José Luis Salazar.

En una época en la que las mujeres periodistas podían contarse con los dedos de una mano, Anamar se destacó como cronista en la revista semanal de El Diario (1968) y como la primera reportera mujer de la agencia de noticias y la radio Fides.

Su jefe, José Gramunt de Moragas, describe a Romero como una mujer de iniciativa, visionaria y que redactaba muy bien, con profundidad. “Yo no tenía que decirle qué buscar, ella ya lo sabía, era una demócrata convencida que defendía los principios de la justicia social”.

Su colega en Fides, José Luis Salazar, la recuerda como una mujer con mucha sensibilidad, gran olfato periodístico, una formación muy sólida, una ética a prueba de fuego y siempre dispuesta al trabajo en equipo. “Le atraía la cobertura de los temas políticos, sociales y económicos, le tocó cubrir varios golpes de Estado y convulsiones típicas de las dictaduras”.

Estando en Fides conoció al jesuita Luis Espinal, asesinado en marzo de 1980. Dos meses después, Anamar fundó el semanario Apertura, junto a José Gramunt de Moragas y otros periodistas. Apertura, nació como un espacio de defensa de la democracia pero sólo pudo sobrevivir diez semanas. Cerró sus puertas debido al régimen de terror impuesto por Luis García Meza y Luis Arce Gómez.
EN DICTADURA

La valentía de Anamar jamás fue puesta en duda. El fiscal general de la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP), Antonio Vargas, hace notar una diferencia. “Es distinto denunciar las arbitrariedades en democracia a hacerlo en dictadura. En la década de los setenta y el inicio de los años ochenta, varios periodistas ayudaron a construir la democracia, Anamar entre ellos. De allí el que se haya convertido en una figura respetada en la sociedad”.

Por 31 años, Romero ejerció el periodismo en distintos medios. Trabajó como corresponsal de Nueva Época y de las agencias internacionales de noticias DPA, Inter Press Service (Italia), United Press International (UPI), diario ABC (España), Hoy (Ecuador), La República (Uruguay), revista Time (Estados Unidos), Proceso (México) y como columnista en La Razón (Bolivia). También fue jefa de prensa, subdirectora y directora de Presencia, un diario nacional de gran influencia en el país.

El periodista y expresidente de Bolivia, Carlos Mesa Gisbert, recuerda esta etapa: “Ana María fue la última directora de Presencia como el gran periódico nacional que fue. Después, por diferentes razones, no necesariamente porque sus sucesores hayan sido malos, el contexto llevó a que Presencia no mantenga el rol que ocupó. Pero, durante el tiempo que ella fue directora se produjo un remozamiento de ese diario, le dio una dinámica moderna, con Ana María se convirtió en un periódico de referencia, después de una figura tan extraordinaria como la de Huáscar Cajías”.

Luis Ramiro Beltrán, un entrañable amigo de Ana María, cuenta que el respeto del país, que ella se ganó a pulso, hizo que “ninguno de los trabajadores de Presencia tuviera celos de que una mujer sea directora de un periódico. Yo la visitaba allí y todos la colaboraban, no sólo por la excelencia con la que se desempeñaba, sino porque ella era una camarada más, nunca fue soberbia ni abusó del poder. Como periodista fue brillante¨.

El exjefe de redacción de Presencia en la gestión de Anamar, Juan Cristóbal Soruco (hoy director de Los Tiempos), afirma que Romero contribuyó a apuntalar los cimientos democráticos en el país a través del tratamiento de la información como instrumento del conocimiento e interpelación del poder.

Su labor periodística “dejó un mensaje de adhesión democrática incuestionable. Anamar era una mujer universal, tenía una gran apertura y creía en la búsqueda de la verdad en beneficio del bien común, sin ataduras de ninguna naturaleza”.

En la década de los ochenta, Romero se convirtió en la primera mujer en ser elegida presidenta de la Asociación de Periodistas de La Paz. Su gestión, en la que estuvo acompañada por Carlos Mesa como secretario general, fue catalogada como “brillante” por Juan Cristóbal Soruco. “Modernizó la institución y la recuperó como un referente de la acción pública”.

Junto a Mesa, instituyó el Premio Nacional de Periodismo de la APLP y organizó el primer debate de la historia nacional, con candidatos a la presidencia de Bolivia (Gonzalo Sánchez de Lozada, Jaime Paz Zamora y Hugo Banzer), que se transmitió por televisión a todo el país y fue considerado un “salto al siglo XXI en un proceso político que jamás había tenido al debate como un elemento de tradición”.

Sin embargo, otro de los mayores logros de Ana María Romero fue la reivindicación del papel de la mujer en el periodismo nacional. Fue presidenta y fundadora del Círculo de Mujeres Periodistas (1972- 1974) en un momento en el que las condiciones de desigualdad eran evidentes. Y aunque un gran equipo femenino la acompañó en esta labor, Carlos Mesa opina que “el hecho de que Ana María fuera una figura del tamaño que fue, es una reivindicación por sí misma de lo que la mujer anhela, la demostración de sus capacidades (...) El mayor aporte que Ana María le hizo a la mujer boliviana fue desarrollar el trabajo periodístico al punto que hoy ya no hay ninguna razón para que un periodista hombre reciba mejor salario que una mujer. Las mujeres hoy tienen un rol destacadísimo en el periodismo”.

Y en esa lucha, Ana María Romero abrió el camino para todas ellas.

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