En las cuatro faces que abocan al maltrato y antes de que aparezca la amenaza de muerte, se generan una serie de equilibrios y desequilibrios entre maltratador y víctima que provocan por este orden: rebelión, sumisión y trinchera.
Cabe mencionar que desde que comenzó 2017 la violencia machista se ha cobrado en España la vida de 21 mujeres, las últimas murieron acuchilladas. En Bolivia se reportaron en 2016, 104 feminicidios más que en 2015, con La Paz y Cochabamba como las regiones con mayor prevalencia.
Así que conocer a fondo la dinámica de las fases y los perfiles del maltratador puede permitir intervenir con eficacia y prevenir la violencia, defiende el psicólogo Jorge López Vallejo, quien participa en una investigación que se lleva a cabo en el Centro de Terapia Breve de Arezzo (Italia), donde se trabaja desde hace cinco años con un grupo de mujeres que padecen o han padecido maltrato.
FASE 1:
La caza
La fase de la caza es llamada así para subrayar el aspecto depredador del agresor y corresponde a su lado más social. Dentro de la misma se han analizado tres perfiles:
1. El narcisista: socialmente muy hábil; moverse por otro territorio le supone algo espontáneo, natural, placentero.
2. El obsesivo: es muy común que recurra a internet porque le permite realizar una preselección controlada y compulsiva de las potenciales candidatas. Este medio les facilita además mantener diversas relaciones y presentarse modificando algunos aspectos de su yo, engañando e impostando para parecer mejor.
3. El paranoico: también suele buscar a su víctima a través de internet con la idea ilusoria de encontrar a la mujer perfecta.
FASE 2:
El Cortejo
Todo maltratador se caracteriza por un estilo de cortejo particular, determinado además de por su habilidad como seductor por su estructura de personalidad. Es experiencia común de todas las mujeres víctimas de violencia de género afirmar que al inicio de la relación su compañero era “extremadamente fascinante”.
De hecho, es en ese momento cuando el hombre juega sus mejores cartas, las necesarias para convencer de que él es la persona adecuada.
Consiguen, explica Vallejo a EFEsalud, mostrarse como “personas maravillosas que convierten lo normal en increíble , lo que es imposible lo hacen posible”, y así conquistan a la mujer hasta lograr una confianza ciega.
Sugestionan a la víctima con la promesa y la ilusión de que entre ambos puede haber un intercambio afectivo. Su comportamiento y su comunicación se orientan a la finalidad de crear en la mente de la elegida la ilusión de un escenario amoroso que sea compatible con los deseos de ella.
Él encarna la expectativa. Una vez capturada emocionalmente, el hombre tenderá a reducir la vida social, recluyéndose en casa o frecuentando sólo un grupo estrecho o seleccionado de personas.
“Esta situación – advierte el psicólogo- se puede confundir con el amor, pero nada parecido, y debe comenzar a alarmarnos”, porque podemos estar ya ante los primeros prolegómenos de la violencia machista.
La personalidad infantil tendrá más probabilidades de ligarse en este tipo de relaciones, con una mayor dificultad de salir a causa de sus características principales: la dependencia y el miedo. “Está destinada, lamentablemente, a sufrir más” y ser una víctima del maltrato.
FASE 3:
El Encanto
Si la fase del cortejo ha llegado a buen puerto, aparece rápido la fase del encanto, en la que todos son aparentemente felices. Por un tiempo indeterminado, la mujer verá la realidad con lentes deformadas, gracias a las cuales su pareja gozará de un aura de protección.
Es en este instante cuando familiares y amigos detectan y sospechan que algo está ocurriendo y donde se debe identificar si la relación ha pasado por alguna de las fases anteriormente descritas.
Si se confirman características de las anteriores fases, podemos encontrarnos con mucha probabilidad ante un futuro caso de violencia machista. La mujer comienza a confundir control de los celos con amor, confunde la falta de emociones (ausencia de afectividad) con fuerza de carácter, confunde el desinterés con libertad a ella concedida.
FASE 4:
El maltrato: Se rompe el encanto
Esta última fase puede variar mucho en el tiempo, según los casos. A menudo se coloca temporalmente tras el matrimonio o tras algunos meses de convivencia. En este punto el maltrato se revela en su forma más evidente.
De hecho, más o menos rápidamente, el maltratador se da cuenta de que ella no quiere, no puede, es incapaz o rechaza satisfacer todas sus expectativas egocéntricas lo que le hacen perder continuamente el control.
En el caso del narcisista se puede quejar de tener junto a si a una persona que no tiene intención de confirmarlo, reforzando alargarlo continuamente, o bien se da cuenta de que ella no puede admirarlo y aprobarlo siempre.
El obsesivo puede percibir el deseo de autonomía de toma de decisiones diferentes a las suyas, por parte de ella como intento de rebelión.
Un paranoico puede interpretar las atenciones de un colega de trabajo como una traición de ella, conversaciones con amigas como comentarios en contra de él o a los amigos como el intento por parte de otro de arrebatarle su pareja.
“La consecuencia directa en todos los casos es finalmente la misma: El hombre decide que ha sido traicionado en sus expectativas por su propia compañera.” El agresor en este punto, como se siente víctima, se cree moralmente autorizado a proceder con la violencia psicológica, actos de maltrato que toman la forma de la venganza, reivindicación, castigo, violencia, tortura, acciones que le permitan equilibrar la situación”, afirma López Vallejo.
Pero ningún acto será compensatorio, porque ningún acto tendrá la suficiente fuerza para nivelar una interpretación tan egocéntrica, obsesiva o paranoica, por ello sus actos de violencia machista se perpetrarán hasta el infinito o hasta la muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario