En este panel, la caricaturista argentina Maitena Burundarena y la psicóloga y conferencista chilena Pilar Sordo sostenían la idea de que son las mujeres las que inculcan a los hombres ser machistas.
El reportaje de BBCMundo concluyó que la pregunta de si las mujeres son más o menos machistas que los hombres no quedó completamente dilucidada a lo largo del debate, pero se dejó entrever que las mujeres, de alguna manera, ayudan a perpetuar el modelo de dominación de los varones.
Por ejemplo, sostuvo Maitena, algunas madres transmiten a sus hijos ideas machistas cuando consideran que su hija que se acuesta con varios hombres “es una puta”. Y si es el varón el que asume esta actitud, es un galán, un playboy, “lo aplaude toda la familia”.
"Yo lo he notado como madre. Me he encontrado diciendo cosas o pensando cosas que después digo, ´esto es machismo puro y duro´".
Otro ejemplo que dieron las panelistas de machismo es acerca de la infidelidad. Pilar Sordo señaló que es muy común que cuando a una mujer le es infiel un hombre, la rabia se orienta contra la otra mujer. “Ella es la perversa, la mala, la bruja, la que sedujo, conquistó a ese pobre hombre, que nunca tuvo voluntad para resistir las conquistas de esa mujer”.
Asimismo, mencionó que muchas mujeres reconocen que prefieren tener un jefe hombre. “Esa mujer que llega al poder, como tuvo que romper barreras feministas para poder llegar, pierde la empatía con la solidaridad femenina (...) Nos falta esa complicidad”, aseveró Sordo.
MICROMACHISMO
Weiner puntualizó que hay hombres que aseguran no ser machistas, pero esperan que sus esposas hagan todas las tareas del hogar. “Eso es micromachismo. Son esas pequeñas cosas de la vida cotidiana que supuestamente no son machismo, pero que es machismo encubierto. Destruye igual”.
Para Pilar Sordo, el micromachismo se hace más visible cuando la mujer tiene éxito. “A ese hombre que en el discurso le alegra que a la mujer le vaya bien, le incomoda saber que ella gana más y tiene mayor reconocimiento”.
Agregó que las mujeres tienen que aprender a responsabilizar, “porque tendemos a proteger a los hombres en un montón de conductas para que al final no terminen haciéndose cargo de nada, y la responsabilidad cae en el mundo de lo femenino”.
Pero ¿qué es el micromachismo. Este término fue acuñado por el psicoterapeuta español Luis Bonino Méndez en 1991 para dar nombre a prácticas que otros especialistas llaman “pequeñas tiranías”, “terrorismo íntimo” o “violencia blanda”.
Este fenómeno incluye ideas, gestos, actitudes y comportamientos cotidianos, interiorizados y justificados como naturales, que condicionan el día a día de las mujeres.
“En definitiva, es una muestra más de la desigualdad entre hombres y mujeres”.
Algunas expertas consultadas por BBCMundo coincidieron con esa definición de micromachismo, aunque no todas están de acuerdo con el término.
"No me gusta el concepto micromachismo, porque hacemos creer que es inofensivo", explicó la activista y columnista colombiana Catalina Ruiz-Navarro, creadora del hashtag #MiPrimerAcoso.
"No tiene sentido distinguir entre micromachismo y el machismo propiamente dicho".
Esa posición la comparte Laura Aguirre, socióloga, cuya tesis se enmarca dentro de las perspectivas feministas críticas. "Es una violencia cotidiana que sufrimos las mujeres y que se desvaloriza", remarcó.
Por ello, tanto Ruiz-Navarro como Aguirre prefieren llamarlo machismo cotidiano y han hecho de él un tema recurrente en sus columnas.
BASE DE LA VIOLENCIA
Para algunos expertos, el micromachismo tiene un dimensión mucho mayor. "En las actitudes y acciones cotidianas de acoso y abuso hacia las mujeres se podría encontrar la explicación de por qué muchas, que no todas, son golpeadas, violadas, desaparecidas o asesinadas", argumentaba Aguirre con su columna.
"Al fin y al cabo, la lógica del hombre que grita a una mujer en la calle y el de un feminicida no son tan distintos", dijo Ruiz-Navarro.
"El primero cree que el cuerpo de la mujer está a su disposición, para que le adorne el día. Y el segundo también lo considera a su disposición, para llegar hasta sus últimas consecuencias quizá porque no lo obedeció", explicó.
Aunque ambas subrayaron que los micromachismos no son actitudes exclusivas de los hombres, y que las mujeres también participan de esa lógica.
"Nos educan en un sistema en el que nos pone una contra otra", dijo Aguirre. "Así, nosotras mismas incurrimos en comentarios como "parece puta" o "las mujeres son muy complicadas"".
Reconoció que en tiempos en los que no tenía información sobre la cuestión, ella misma solía ser cómplice de estas prácticas. "Me comportaba como los hombres y eso me dio un espacio entre ellos", recuerda.
"No había maldad consciente -son dispositivos mentales incorporados y automatizados, dice la literatura científica sobre el tema-, pero pones de tu parte para perpetuar esas actitudes", dijo.
"Y es bien triste darte cuenta de ello".
SIN EMPLEO
POR MACHISTAS
Si eres un hombre desempleado, ¿prefieres seguir sin trabajo a entrar a una profesión "para mujeres"? Para un número sorprendente de varones, la respuesta parece ser sí.
En Estados Unidos y muchas otras naciones industriales están desapareciendo puestos en ocupaciones tradicionalmente "masculinas", como la de obrero de una fábrica.
Al mismo tiempo, han crecido más rápidamente ocupaciones que la sociedad lleva mucho tiempo asociando con mujeres, como es el caso de la enfermería y otros trabajos en el sector de la salud.
La racionalidad económica indicaría que muchos hombres buscarán nuevos empleos en el sector emergente, pero la realidad indica otra cosa.
"Esto no está ocurriendo en Estados Unidos", le dijo a BBC Mundo Jane Dill, experta en asuntos laborales y de género de la Universidad de Akron.
"No hay muchos hombres entrando a profesiones tradicionalmente femeninas como la enfermería. Creo que lo que sucede refleja el estigma que todavía conlleva hacerlo".
Estudios señalan que un obrero blanco estadounidense típico, que por años se ganó la vida cómodamente en la línea de producción de una fábrica de automóviles que ya no existe, es muy reacio a buscar un nuevo trabajo como, por ejemplo, auxiliar de enfermería.
Aunque eso le cueste permanecer más tiempo en el desempleo.
El diario The New York Times, citando estadísticas del Gobierno de Estados Unidos, señaló que entre 2014 y 2024 se espera que la profesión de terapista ocupacional crezca en 43 por ciento y la de asistentes de fisioterapia en 41 por ciento . Pero los mismos datos muestran que 85 por ciento del empleo en terapia ocupacional y 68 por ciento en el de terapia física corresponde a mujeres.
En países desarrollados de América del Norte y Europa, incluyendo Estados Unidos y Reino Unido, se ha presentado incluso una importante inmigración de mujeres extranjeras para ocupar puestos en sectores como el de la enfermería, ante la dificultad de conseguir suficientes personas locales que estén dispuestos a trabajar en ese tipo de ocupaciones.
Esto al tiempo que los hombres de clase trabajadora en ambos países tienen niveles sustanciales de subempleo y desempleo.
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