martes, 7 de marzo de 2017

Latinoamérica llegó a liderar en presencia de mujeres



Por lo menos para 2014, Latinoamérica llegó a liderar en presencia de mujeres en gabinetes ministeriales, parlamentos y hasta presidencias. “Vivimos en el continente que cuenta con la mayor cantidad de mujeres jefas de Estado o de Gobierno (5) y el mayor porcentaje de mujeres ministras (22,9%) y parlamentarias (25,7%) en todo el mundo (de acuerdo con cifras de la Unión Interparlamentaria y ONU Mujeres)”, destaca el informe Empoderamiento político de las mujeres: marco para una acción estratégica. América Latina y el Caribe (2014-2017), publicado por ONU Mujeres en junio de 2014.

Coincide con esto la investigación Partidos políticos y paridad: un desafío de la democracia en América Latina, publicado en 2015 por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional), cuando en 18 países de la región se establece que en gabinetes ministeriales había un promedio de 25,5% de presencia de mujeres dignatarias de Estado; mientras que en las cámaras de diputados (o parlamentos unicamerales) esta cifra llega a 23,3%, y en las cámaras de senadores se alcanzó el promedio de 24% de mujeres legisladoras.

Es de notar (ver el cuadro adjunto) los altos índices de Bolivia, ocupando el primer lugar en Diputados, con 53,1% (de hecho es el único país en que las mujeres fueron mayoría), en el Senado, donde también se alcanza el máximo, con 47,2%; la cifra fue levantada luego de las elecciones nacionales de octubre de 2014.

También es peculiar el récord logrado en Nicaragua en ese instante, con nada menos que 57,1% de mujeres en el gabinete ministerial. En esta misma franja, en el otro polo se hallaba El Salvador, país centroamericano donde solo 7,1% del cuerpo de ministros estaba conformado por mujeres. Siempre según las cifras del texto del BID e IDEA, el país de menor porcentaje de presencia de diputadas era Brasil, con apenas 9%; y en Senadores, Uruguay se llevaba el triste “privilegio” de la menor presencia femenina, con solo 6,5%.

Pese al relativo avance de la presencia de mujeres en ambos órganos o poderes del Estado, el Ejecutivo y el Legislativo, coinciden los estudios, persisten los problemas. El diagnóstico de ONU Mujeres señala que “la participación política de las mujeres es insuficiente, lejos de la igualdad sustantiva y de la paridad representativa, con datos muy heterogéneos según los países, así como en el interior de cada país, con una deficitaria presencia de mujeres titulares de órganos de gobierno locales o subnacionales, situación que resulta agravada por la inequidad social que se refleja en mujeres indígenas y afrodescendientes”.

En lo relativo al avance normativo para promover y garantizar la participación de las mujeres en paridad, el informe del BID e IDEA remarca la diversidad de desarrollos.

De los 18 países evaluados (ver cuadro adjunto) 16 cuentan con medidas legales para garantizar la presencia de las mujeres en las listas de candidatos; asimismo, “11 han aprobado cuotas y 5 han avanzado hacia la paridad”. Pese a ello, el informe advierte: “sin embargo, el impacto sigue siendo limitado, dado que solo cuatro países cuentan con medidas bien diseñadas.

A su vez, nueve países han aprobado cuotas o paridad para los órganos decisorios de los partidos, pero solo tres cuentan con sanciones por incumplimiento, lo cual tiene un impacto directo en la efectividad de la medida. Finalmente, ha habido avances normativos importantes en el financiamiento público, lo que podría convertirse en una herramienta efectiva para las mujeres. No obstante, hace falta que los países monitoreen y fiscalicen el uso igualitario de los fondos”.

Ahora, fruto de la experiencia que los países van llevando adelante para mejorar la presencia y participación de las mujeres en la vida política, se han formulado ciertos principios de dicha participación que no está de más recordar, pese a que muchos pueden considerarlos obvios.

Así, destaca el informe de ONU Mujeres, nunca está de más preguntarse “¿Por qué es importante que las mujeres lideren y participen en la toma de decisiones políticas?”

Al respecto, se señalan tres argumentos:

Uno. Por legitimidad democrática, las mujeres son la mitad de la población y es justo que estén representadas en forma paritaria en todos los niveles; claro que la sola presencia física no es suficiente, sino que haya oportunidades efectivas que tengan las mujeres electas; lo mismo, no basta un incremento cuantitativo, sino una participación cualitativa, lo que se expresa en que no se escuche su voz solo en políticas blandas (Asuntos sociales, Mujer, Infancia, entre otras), sino también en las duras (Gobierno, Hacienda, Seguridad, Fomento, etcétera).

Dos. La participación paritaria “conduce a mayores perspectivas de desarrollo, de democracia efectiva y de buen gobierno”. Por lo general, la presencia de mujeres “ha contribuido a que se incorporen temas tradicionalmente olvidados”, pero que repercuten en toda la sociedad; además que se incorporan nuevos enfoques para tratar mismos temas, y favorece a la transparencia.

Tres. “Un argumento muy poderoso para promover que las mujeres ocupen altas responsabilidades en política: su efecto multiplicador para empoderar a más mujeres en todas las esferas de sus vidas. Que haya mujeres líderes políticas contribuye a generar nuevos roles y prototipos de mujeres, distintos de las tradicionales, resultando sumamente útil para erradicar prejuicios discriminatorios contra las mujeres. Las mujeres líderes refuerzan el concepto de la mujer ciudadana frente a la mujer víctima, sometida, vulnerable y dependiente económicamente”.

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