Un gran sentimiento de culpabilidad merodea por la mente tanto de la mujer que decide ser ama de casa y sacrificar sus proyectos, como de la que trabaja e inmola el tiempo con la familia.
Hay que valorar a las mujeres que eligen dedicarse al trabajo remunerado fuera de casa y a las que optan por desempeñarse en las labores del hogar, pues en ambos casos todas deben procurar estar a la altura de las expectativas de los que la rodean en la empresa, como en su familia.
La mayoría no tiene la opción de elegir y debe hacer ambas cosas al mismo tiempo, esto genera tensión en el hogar y en lo laboral, por eso es que no existe una receta para orientar a las mujeres a equilibrar sus roles en la sociedad. Para combinar los diversos papeles en sus vidas, ellas deben adquirir habilidades de disciplina, organización, perseverancia, fortaleza y sabiduría para tomar las decisiones correctas y elegir las prioridades adecuadas.
La palabra de Dios dice: “la mujer sabia edifica su casa, más la necia con sus manos la destruye”(Proverbios 14:1). Quizás se cuestionen ¿por qué la mujer es elemento clave para conseguir esta realidad?. Simplemente por vocación, por su misma naturaleza de crear y velar por los lazos afectivos en la familia. También se realiza en el amor, el mismo que es esencial para las relaciones del hogar. La educación de los hijos no tiene profesión y compete a ambos tanto al hombre como a la mujer, por ende es inapropiado deducir que los hijos de las mujeres que son amas de casa están más y mejor atendidos que los de las familias en las que padre y madre trabajan fuera del hogar. Aunque es muy cierto que los horarios deben ser manejados con prudencia para brindar calidad y cantidad de tiempo a los hijos y al esposo o esposa, la pareja es quien debe convertir la casa en hogar, no es un trabajo que se puede delegar a nadie, porque el hogar no es la casa, sino algo afectivo y espiritual en donde el ser humano debe sentirse confortado, respaldado, aceptado, valorado y amado.
Proverbios 31:10-31, describe a la mujer virtuosa como apoyo y ayuda idónea para el marido, se encarga de velar porque en el hogar nada falte tanto en lo material como espiritual, se esfuerza con valentía para que en casa haya sustento y abrigo, por eso trabaja también fuera de ella. Es una mujer prudente y precavida, que conoce la palabra de Dios y en ella hay sabiduría. Como recompensa sus hijos la llaman bienaventurada y su marido también la alaba.
Tanto si eliges dedicarte cien por ciento al hogar, decides trabajar fuera de casa o haces ambas cosas, la conclusión es solo una: toma tu propia decisión, hablá con tu esposo, sopesen los pros y contras sin presión social ni familiar y busca en el Señor la sabiduría para no equivocarte en el camino elegido.
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