martes, 7 de marzo de 2017

La mujer de color continúa marginada en Brasil


Ser mujer y de color representa en Brasil trabajar más, cobrar menos y ver limitadas las oportunidades en un mercado laboral todavía dominado por los hombres, a pesar de los avances registrados en las dos últimas décadas, como muestra un informe divulgado este lunes por un centro de investigación gubernamental.

El estudio "Retrato de la desigualdad de Género y Raza", realizado por el Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (Ipea), señala que entre 1995 y 2005 las mujeres de color brasileñas fueron el colectivo laboral que percibió un salario menor por su trabajo.

"La mujer de color está en la base de la sociedad. Está con mayores desventajas", dijo la investigadora Natália Fontoura, una de las autoras del informe. La marginación comienza en el ámbito educativo, donde la tasa de analfabetismo en 2015 fue del 10,2 %, frente al 4,9 % registrado entre las mujeres blancas.

La cuestión racial se suma, según Fontoura, a la desigualdad de género, también profunda en el mayor país de Latinoamérica, lo que coloca a las mujeres de color en una posición todavía peor. "Venimos de una sociedad en que las mujeres siempre ocuparon posiciones inferiores, con esclavitud. Nunca hubo políticas para impulsar a la población de color", denunció la especialista.

De media, el salario mensual de una mujer de color en Brasil es casi 500 dólares menor que el sueldo medio de un hombre blanco. En 2015 el salario medio de un adulto blanco era de 2.509,7 reales (unos 805 dólares) frente a los 1.027,5 que recibía una mujer de color (unos 330 dólares).

La tendencia se ha mantenido inalterable durante los últimos 20 años, con las mujeres de color como el sector poblacional que menos renta recibe, a pesar de que en ese periodo su salario se ha revalorizado un 80 %, frente al 11 % que creció el de los hombres blancos. Las mayores dificultades en el terreno educativo se traducen en una formación peor y, a su vez, en el acceso a peores puestos de trabajo con remuneraciones menores.

El 18 % de las trabajadoras de color y el 10 % de las blancas están empleadas en el sector doméstico, aunque, en igualdad de situaciones, las últimas gozan de mejores condiciones, según Fontoura. La brecha también se percibe en la tasa de paro, que llegó en 2015 hasta el 17,4 % para las mujeres de color con estudios medios, frente al 11,6 % de la media femenina.

A nivel general, los avances para reducir las diferencias de género en la educación no se han reflejado en el mercado de trabajo, "donde la mayor parte de los indicadores muestra una jerarquía estancada" dominada por los hombres blancos, recoge el informe. Las mujeres brasileñas trabajan de media 53,6 horas semanales frente a las 46,1 de los hombres, es decir 360 horas más a lo largo de un año.

"Necesitamos de políticas públicas para enfrentar esas desigualdades", asegura Fontoura, que lamenta que las distancias salariales entre ambos sexos "siguen siendo muy grandes". Además, la tasa de participación laboral femenina es aún muy baja, según el informe, que subraya que casi la mitad de las brasileñas en edad activa continúa fuera del mercado de trabajo.

El documento constata que existen "barreras" para que las mujeres abandonen la casa y se incorporen al mercado de trabajo, "pese a los avances de las últimas décadas, y alerta de que ese "techo" de participación será "difícil" de superar.

En el ámbito doméstico, el 40 por ciento de los hogares de Brasil está encabezado por mujeres, aunque en un 34 por ciento de los casos existe un cónyuge en el núcleo familiar.

Un aspecto que parece indicar un cambio en los patrones de la sociedad brasileña, más tolerante con modelos en los cuales la mujer es aceptada como referencia familiar y asume ese papel "independientemente de lo que los hombres piensen al respecto".

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