domingo, 17 de marzo de 2013

Dolly Núñez inculcó valores durante 40 años como maestra

Dolly Núñez Viruez soñaba con ser enfermera, pero por falta de recursos no pudo trasladarse a otra ciudad para estudiar la carrera. Entonces, eligió la segunda opción, es decir, estudiar en la Normal Enrique Finot. A los pocos meses se dio cuenta de que fue la mejor elección, porque se apasionó con la docencia.

Su año de provincia lo hizo en Montero, luego entró a trabajar a la Escuela Fe y Alegría San Antonio, ubicada en la zona de El Trompillo, donde estuvo 28 años. En 1972 empezó su trabajo en la Escuela La Santa Cruz hasta que le llegó la edad de jubilarse.

Vocación de servicio
Para ella, el docente no solo educa con conocimientos sino también con valores. Por ello, inculcó a sus alumnos el respeto a los padres, la importancia de la puntualidad y de la responsabilidad.

Esta maestra hizo todo lo posible para que sus alumnos gustaran de las materias de lenguaje y matemáticas. Para ello, mediante métodos innovadores buscaba la forma de captar el interés de sus estudiantes para que entendieran lo que se les enseñaba.

A sus colegas les aconseja trabajar con los padres, pues está convencida de que estos deben estar incluidos en el sistema de enseñanza.

Su mayor reto fue enseñar a niños con dificultades para el aprendizaje, especialmente cuando los padres no tenían tiempo para orientarlos. A estos niños les dedicaba más tiempo para que pudieran avanzar al ritmo de los otros niños.

Hoy, como maestra jubilada, dice que se siente realizada al ver a sus estudiantes convertidos en profesionales. “Esta es la mejor recompensa de un maestro, ya que siempre ha sido mal remunerado”, agrega.

Lejos de los pizarrones y de las tizas, la profesora Dolly disfruta de su jubilación. Se dedica a compartir en familia, a cuidar sus plantas y a cocinar lo que le gusta.

Antes, cuando ejercía la profesión, apenas le daba tiempo para almorzar, pues trabajaba en los turnos de mañana y tarde. En cambio ahora le da gusto a su paladar. Además, viaja a las provincias porque disfruta ver lo verde del campo.

Dolly nació el 20 de enero de 1944 en Santa Cruz, vive en una casa tradicional en la zona céntrica de la capital cruceña. Comparte el techo con sus cuatro hermanas, la mayor es religiosa y la menor auditora.

Orgullosa cuenta que ella les costeó los estudios, pues asumió las riendas del hogar después de que su madre falleciera. Al contraer nuevas obligaciones decidió no casarse. Es la segunda hija de los esposos José Núñez Aguilera e Irene Viera y tiene siete hermanos.

El colegio La Santa Cruz decidió reconocer sus 40 años de servicio en un acto que se llevará a cabo esta semana.



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