viernes, 21 de julio de 2017

Suiza promueve iniciativas de protección a mujeres

La Cooperación Suiza a través de la ONG ejecutora Solidar Suiza anunció el apoyo a una serie de iniciativas de protección a las mujeres ante la violencia que se patentiza cada vez con mayor intensidad.

Proyectos son planteados e impulsados desde la sociedad civil y los gobiernos en varios niveles, sobre todo locales y la meta de esta cooperación es ambiciosa: lograr que cada mujer pueda ejercer su derecho a vivir una vida sin violencia y que se la respete como ser humano.

En este entendido y con toda la experiencia acumulada -sobre todo a nivel de municipios- se ha determinado continuar la labor presentando un nuevo proyecto denominado “Vida sin violencia” (fase actual 2016 – 2020), apoyado por la Cooperación Suiza en alianza con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unpfa), ONU Mujeres y Solidar Suiza.

Según documento redactado por Cooperación suiza, varias instituciones trabajan para lograr que la policía, las fiscalías, el Órgano Judicial y el Sistema de Salud cumplan sus roles de manera cada vez más eficaz, tanto en el trabajo de prevención como en la prestación de servicios a nivel local. Merecen especial reconocimiento todas las instituciones internacionales, públicas y privadas que conforman la cadena vinculada al apoyo necesario para que las mujeres salgan del círculo de la violencia.

EXPERIENCIAS

No solamente entes públicos prestan sus servicios en los municipios, para el combate a la violencia. Forman parte de la Red interinstitucional colegios, universidades, centros de formación superior, organizaciones comunitarias y religiosas, ONG y las escasas casas de acogida o refugios temporales para las víctimas.

Las promotoras que viven en el lugar desempeñan un papel importante. Iblin Velásquez, una señora mayor, trabaja como voluntaria en el barrio Patuju de Cotoca (Santa Cruz). Como persona de confianza, la eligieron representante del Control Social de su barrio.

Con viva voz da cuenta de sus intervenciones cuando le alertan sobre algún caso de violación: “Los vecinos me buscan a mí, yo les doy orientación, llamo a la policía y acompaño a las mujeres al SLIM para que puedan sentar denuncia y reciban ayuda psicológica”, resume su labor la experimentada promotora.

“En Cotoca todos son santos”, así lo reza un dicho popular. El municipio en las tierras bajas de Bolivia (Amazonía), a veinte kilómetros de Santa Cruz de la Sierra atrae cada año a miles de peregrinos. Es famoso por albergar el santuario de la Vírgen de Cotoca, “la mamita”, la Patrona del Oriente Boliviano. Un día en 2013, la paz del pueblo fue sacudida. Cotoca fue noticia en la prensa y ocupó los chats en los medios sociales, esta vez no por su Virgen sino por un horrendo crimen. Una joven universitaria del pueblo fue asesinada a mansalva. Le robaron, la violaron y la apuñalaron 40 veces.

“La extrema crueldad con la cual operaron los asesinos se debió a la condición de mujer de la víctima, al odio contra el otro género y con eso constituye un típico feminicidio”, dice Roxana Ocza, jefa de la oficina municipal en Cotoca, quien da apoyo a mujeres que hayan sufrido algún tipo de violencia. “El asesinato fue un golpe fuerte para todos los habitantes. Hubo un clamor popular para que nunca más ocurriera algo así en el pueblo”, afirma la joven psicóloga. En consecuencia, el municipio con sus 50.000 habitantes se organizó para dar respuesta a un fenómeno muchas veces oculto en la sociedad boliviana: la violencia contra la mujer.

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