Las dos primeras socias en cruzar los prados del club que hasta ahora sólo permitía la presencia de hombres serán, cuando comience en octubre la nueva temporada, la ex secretaria de Estado Condoleezza Rice y la mujer de negocios de Carolina del Sur Darla Moore.
La disputa sobre la participación femenina en las actividades de la institución, en calidad de miembros, se prolongaba desde hace al menos diez años, cuando en 2002 la activista Martha Burk del National Council of Women’s Organization comenzó a luchar por el fin de esa discriminación.
Hasta ahora el directorio de socios se había opuesto con firmeza, sosteniendo que las mujeres podían seguir participando en los cursos como invitadas pero no convertirse en miembros del club.
El pasado abril el propio presidente Obama, reconocido aficionado al golf, intervino para terminar con una tradición que considera injusta.
“Corresponde al club decidir -dijo el vocero de la Casa Blanca Jay Carney-, pero la opinión personal del Presidente es que las mujeres deberían ser admitidas”. Por una vez, Romney se dijo de acuerdo con Obama.
Así cayó otro tabú, como cuando en 1990 el Augusta National Club aceptó por primera vez el ingreso de socios negros.
La cuestión de la membresía femenina en el club había recobrado actualidad con el nombramiento de Virginia Rometty a la cabeza de IBM, empresa que patrocina el Masters de Golf.
A los cuatro responsables que la precedieron en el coloso informático, Augusta les había garantizado la adhesión al club: de modo que ahora se encontraban frente al dilema de cambiar su estatuto o cerrar la puerta a uno de sus principales patrocinantes. Desde 1932 sólo se podía ser miembro del club, de unos 300 miembros, por invitación.
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