Las estadísticas llamaron la atención de las autoridades edilicias que ordenaron la realización de operativos para el cierre de locales ilegales que expenden chicha o licor adulterado, además de controles más severos en locales con licencias de funcionamiento.
El intendente municipal, Emilio Cortez, explicó que las tareas encomendadas dieron buenos resultados porque se logró encontrar y clausurar más de 200 chicherías que operaban sin autorización en distintos distritos. Se entregó citaciones a los propietarios de similar cantidad de locales para que regularicen sus documentos.
Las acciones permitieron detectar, agregó, que la aparición de los centros de expendio de la bebida tradicional generalmente se concentra en las zonas alejadas, especialmente de los sectores sur y norte. La mayoría funcionan en pésimas condiciones higiénicas y en casuchas precarias alquiladas.
“Los vecinos nos estuvieron llamando para denunciar que hay chicherías abiertas, generalmente por la preocupación de que en esos lugares hay gente del hampa”, manifestó.
La reincidencia de varios de los dueños que reabren los locales provocó que se inicien dos procesos penales por incumplimiento de las normas en la zona de Cerro Verde.
La jefa de Moral y Eventos Públicos, Elizabeth Deza, mencionó que en varias de las chicherías intervenidas se detectó un creciente problema social, porque se encontró a decenas de adolescentes, especialmente del sexo femenino, en la ingestión de bebidas alcohólicas.
“Hay una estimación de que participan mayor cantidad de mujeres por la influencia de sus parejas. Entre 10 menores al menos ocho mujeres consumían bebidas alcohólicas”, dijo.
Los menores de edad, entre los 13 y 16 años, prefieren el consumo de chicha por el bajo precio que les representa la compra de la jarra llena, en promedio de cinco bolivianos, y la permisibilidad de su presencia en este tipo de locales.
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