martes, 1 de julio de 2014

La intrépida mujer de las montañas

De niña, veía las montañas con asombro. Las consideraba misteriosas e inalcanzables. Pensar en escalar algunas de ellas solo podía estar en sus sueños.

Pero cuando llegó a la adolescencia y le nació la inusitada afición por las aventuras extremas, ya nada le parecía imposible. Entonces decidió asumir el reto de subir a esas montañas para comprobar la extraordinaria emoción de la que tanto hablaban quienes ya habían llegado hasta lo más alto.

La intrépida Denys Sanjinés Rodríguez, que desde su niñez halló más divertido el fútbol y otros juegos de niños que entretenerse con muñecas, confiesa haber quedado fascinada desde ese primer momento con la compañía de esos gigantes de roca y hielo y con lo mucho que pudo aprender de ellos.

Su obsesión por llegar a la cima ha llevado cada vez más lejos a esta boliviana, de 34 años, nacida en La Paz.

Junto a Griselda Moreno, una argentina, también apasionada por esos desafíos de altura, creó el Proyecto Mujer Montaña, que desde junio de 2013 motiva a las personas, en especial a mujeres, a capacitarse y a explorar cumbres de Sudamérica.

Una de las travesías organizadas entre abril y mayo de 2014, en el marco de dicho proyecto, marcó un hito en el montañismo femenino.

Nueve días, nueve cimas, nueve personas
Denys y Griselda, junto a un grupo de mujeres de otros países, lograron escalar nueve cumbres del Nevado de Cachi de más de 6.000 metros de altura, en un cordón de Salta en los valles Calchaquíes, una aventura que fue destacada a escala internacional.

La expedición estuvo conformada en total por nueve personas divididas en tres grupos, en una travesía de nueve días.

El primer equipo de carácter plurinacional e integrado solo por mujeres lo formaban Denys Sanjines (Bolivia), Griselda Moreno (Argentina), Lixayda Vásquez (Perú) y Karoline Kaasa Dahl (Noruega). Y además habían dos equipos mixtos que se quedaron en los campamentos bajos, para atender posibles emergencias. Lo integraban: Mercedes López (Argentina), Martín Aviles
(Bolivia), Mariela del Valle Flores (Argentina), Norma Bonmamn (Argentina) e Igor Madueña (Bolivia).

Ninguno de los obstáculos que enfrentó el grupo, entre ellos un problema de salud que afectó a Sanjinés, frenó la escalada hacia el objetivo. El trabajo en equipo fue la clave de éxito. Todos unieron sus fuerzas y su optimismo para cumplir otro sueño más y lo lograron.

Enamorada de las montañas

Hoy las montañas son una parte importante en la vida de Denys, las considera su segundo hogar y está lista para visitarlas en cualquier momento y para ayudar a otros a descubrir esa experiencia.

“El montañismo me divierte y me enamora. Me hace feliz estar en contacto con la naturaleza”, afirma esta mujer, de contextura media y cálida sonrisa. Ni la edad ni el hecho de haberse convertido en madre hace un par de años frenaron su pasión por seguir avanzando cuesta arriba para explorar nuevos picos.

No obstante, admite que hoy mide los riesgos con más rigurosidad que antes. “Tengo un niño pequeño y sé que tengo que volver sana y salva. Eso me ha obligado a tomar todo con mayor madurez. Ahora me esfuerzo por capacitarme más y tomo el entrenamiento muy en serio. Aprovecho al máximo los tiempos. No pienso presionar ni obligar a mi hijo a que siga mis pasos, pero me gustaría que practique algún deporte, sobre todo por salud y que tenga mucho amor a la naturaleza”, señala.

Su hijo Diego, de cuatro años, es el ameno acompañante de las caminatas que Denys acostumbra realizar por algunas montañas. Allí el menor se entretiene jugando o disfrutando de la espectacular vista.

Emprendedora

El espíritu aventurero de Denys Sanjinés la motivó a involucrarse desde corta edad con organismos de primeros auxilios y de rescate.

Fue voluntaria en la Cruz Roja, en el Grupo SAR y luego en Bomberos. Según cuenta, es ahí donde confirmó que lo que más le gustaba eran las actividades con mucha adrenalina. Rápidamente fue destacándose en las prácticas de escalada y en otras pruebas de emergencia de esas instituciones y a raíz de eso fueron asignándole más responsabilidades.

Aún veía inasequible dedicarse al montañismo a nivel profesional por el elevado costo del equipamiento que requiere esta actividad (puede costar alrededor de $us 2.000, dependiendo de la disciplina), pero con el tiempo la pasión por esa actividad fue creciendo, lo que la animó a invertir en ella.

Una beca de estudio en montañismo que se ofrecía en Canadá le abrió la oportunidad que tanto esperaba. Ya había hecho algunas ascensiones y había trabajado como guía de montaña.

“Logré obtener esa beca y me fui a Canadá por un año a realizar cursos y prácticas de montaña; sin embargo, al retornar a La Paz me enfrenté con problemas para conseguir trabajo”, comenta.

¿Por qué te costó conseguir trabajo en Bolivia?

Llegué de Canadá con muy buen nivel de formación en montañismo y con muchas ganas de trabajar en esta actividad, pero nadie me quería contratar. Había trabajo solo para hombres. He vivido el machismo y la discriminación en carne propia.

Históricamente el montañismo es un deporte de varones. En Europa es normal ver a las mujeres en esto. Aquí en el país falta avanzar en eso. Hay quienes ven a las mujeres con recelo. Eso se ve en general en Sudamérica, aunque Argentina nos ha abierto las puertas sin ningún problema.

¿Cómo lograste seguir?
Al no encontrar trabajo, decidí abrir mi propia empresa en La Paz. Así nace Andean Secrets, una agencia de viajes especializada en expediciones de montaña. Además, administro el Hostal Topaz para escaladores, que es un emprendimiento familiar. Allí tenemos una palestra para practicar ascensos y descensos.

La temporada de montaña es de mayo a octubre. La mayoría de la gente que busca nuestras expediciones de montaña es extranjera. Con el Proyecto Mujer Montaña, queremos llevar más capacitación a los bolivianos.

Ahora ya no me discriminan; al contrario, me respetan mucho por el nivel alcanzado. Adicionalmente empecé a escribir libros-documentales de montaña y de escalada de nuevos sitios.

¿Cuántas montañas ya lograste escalar?

Son varias. En la Cordillera Real: Illimani, Illampu, Pico Szulse, Ancohuma y Huayna Potosí. Además de Condoriri, Alpamayo chico, Charquini, Wila Malkinisani y El diente. En la Cordillera de Quimsa Cruz: San Lorenzo, Gigante grande, Korichuma y Yaipuri. En la Cordillera de Apolobamba: Chaupi Orkho.

Y en la Cordillera Occidental: Sajama, Parinacota y Acotango.

A nivel internacional: volcán Pissis (Argentina), volcán Cahachani (Perú), nevado Rhonda y nevado Athabasca (Canadá).

Lecciones de vida
Las montañas no solo permiten deleitar la vista con la belleza natural que cobijan, sino también dejan muchas lecciones de vida que contribuyen a mejorar la forma de pensar y de actuar de las personas. Así lo cree firmemente esta vigorosa mujer, que asegura haber aprendido –entre subidas y bajadas- a ser más paciente y tolerantes así como a disfrutar de las cosas simples del día a día.

¿Qué lecciones de vida te ha enseñado el montañismo?
Las montañas tienen su mística. Nos dan espacio para meditar sobre nosotros mismos. Además, nos dan la oportunidad de ver paisajes impresionantes.

A mí, personalmente, me ha enseñado a ser más paciente y tolerante. A veces uno piensa que puede hacerlo todo y no es así. En ocasiones, la montaña no te deja subir y te pone uno u otro obstáculo, entonces no queda más que descender y volver a intentarlo en otro momento, cuando mejoren las condiciones.

También me ha enseñado a valorar y a disfrutar las cosas simples. El año pasado, cuando hicimos una expedición por el Condoriri, estuvimos unos 10 días con un grupo de chicas escalando y acampando. El clima no nos favoreció y pasamos por duros momentos e incomodidades. Ahí nos dimos cuenta de que lo material no tiene gran importancia y valoramos la sencillez de la vida.

Cuando nos fueron a recoger en un vehículo, el simple hecho de sentarnos en un asiento acolchonado fue lo máximo.

En algún momento, ¿has sentido miedo o has visto tu vida en peligro?

El miedo es importante porque te enseña a medir hasta dónde puedes llegar y a estar siempre concentrado. La naturaleza es más fuerte que el ser humano. No hay cómo lidiar con eso.

Por eso es importante entender y comprender la montaña. Si yo voy a un lugar donde sé que hay peligro inminente, como una avalancha, por ejemplo, y sigo sin parar, estoy siendo irresponsable porque yo nunca voy a poder luchar contra la fuerza de la naturaleza. Lo mejor es dar un paso atrás, y si bien uno retorna a casa frustrado, tiene la posibilidad de intentarlo otro día cuando las condiciones estén dadas. Hay que tener paciencia.

Yo enfrenté varias situaciones difíciles en la montaña. Uno de esos casos fue cuando me diagnosticaron principios de un edema pulmonar que me debilitó bastante. Apenas podía caminar. Tuve que volver a entrenar poco a poco y logré recuperarme.

¿Sufriste alguna caída o accidente durante tus ascensos?
En realidad aprender a escalar es aprender a caer también. Eso es inevitable. Una vez tuve un esguince (torcedura), pero nunca tuve problemas más graves.

¿Qué grandes satisfacciones te ha dado esta actividad?
Las satisfacciones son infinitas. Nos permite conocer impresionantes lugares y personas. Además, nos mantiene siempre activos. Yo tengo 35 años y físicamente hago las cosas de una chica más joven (ríe). También me ha dado la oportunidad de viajar.

He estado en Canadá, Venezuela, Perú, Chile y Argentina, a nivel de montañismo, claro.

¿Y qué sacrificios exige la práctica del montañismo?
Obviamente uno no disfruta de comodidades. Caminas mucho, cargas peso, te sientas sobre rocas o duermes en carpas. Hay veces que no te cambias la ropa en días o comes lo que puedes. Y el clima también es duro.

Todo eso puede significar un gran sacrificio para algunas personas, pero para nosotros los montañistas es una forma de vida. El estar ahí simplemente nos da felicidad. Presenciar una puesta de sol desde lo alto nos llena de alegría. Más allá de hacer una cumbre, que eso ya vendría a ser la ‘cereza del pastel’, es todo lo que implica subir con la expedición, el compartir con los amigos, el tener un tiempo para meditar. Vuelves con energías renovadas. Yo no llevo celular ni computadora y disfruto.

¿Cuál fue la montaña más alta y complicada que subiste?
He escalado muchas montañas en Bolivia, en Argentina y en Canadá. La más alta: El Pissis en Argentina, que tiene casi 7.000 metros y es la tercera montaña más alta de Sudamérica. Pero la altitud no es tan importante como la parte técnica. Hay montañas más pequeñas pero más complicadas de escalar, entonces el reto es más interesante.

¿Cuál es tu próximo reto?
Tengo planes para fines de julio de ir a Quinsa Cruz, que es mi cordillera favorita en La Paz, sobre la cual ya escribí dos libros.
Estoy organizando una expedición para intentar hacer un pico virgen y abrir una nueva ruta. Entretanto, sigo dando cursos y preparando más excursiones.

Luchando por sus sueños
Denys Sanjinés, es la hija mayor entre cuatro hermanos y asegura contar siempre con el respaldo de sus padres, ambos paceños.

“Siempre me han apoyado en mis ideas. Obviamente se preocupan y me recomiendan cuidarme, pero nunca me han prohibido nada. Ellos me han enseñado a luchar por mis sueños”, indica.
Sanjinés estudió turismo y cursó los primeros cursos universitarios de Biología. Ella misma reconoce que de niña fue inquieta y traviesa. Dice valorar mucho a las personas en las que se puede confiar para iniciar proyectos en equipo.

¿Cómo te ves en10 años?
Me veo en las montañas, todavía escalando y quizá con mi hijo de compañero.Me gustaría seguir viajando y escribiendo libros.
¿Cuál es tu rutina?
Me levanto a las 7:00. Generalmente en la mañana estoy con mi hijo haciendo cosas de la casa y en la tarde cuando va al colegio aprovecho para escalar o para hacer los trabajos de la oficina.

Trato de escalar por lo menos tres veces a la semana, intento ir al gimnasio por lo menos una vez a la semana, practico spinning y me gusta caminar todo el tiempo.

Además de escalar, ¿qué otras cosas te apasionan?

Disfruto de pasar tiempo con mi hijo y me gusta investigar todo sobre montañas. Yo no veo a la montaña como un trabajo, lo disfruto en cualquier momento. No tengo horario de oficina. También me gusta bailar, sobre todo música nacional y latina.

¿Qué consejos das a quienes nunca subieron montañas?

Que se animen, que la montaña es para todos y está ahí esperando para mostrar toda su belleza.
Puede haber un poco de miedo, pero lo importante es actuar con responsabilidad, capacitarse y tomar medidas de seguridad.

No hay límite de edad. Pueden animarse subiendo poco a poco para ir ganando fuerza. Lo demás es poner ganas y perseverancia, así como en todo lo que uno hace para alcanzar sus sueños


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