“Vivo en Villa Ingenio, el 13 era grave ya eran varios días que prendíamos fogatas y hemos cavado zanjas, pero esa madrugada querían pasar los militares llevando gasolina a la ciudad (La Paz), han empezado a patear a todos jóvenes, viejos, mujeres, cuando allí nomás se escuchó que habían muertos (…) la gente comenzó a ‘k’alear’ a los soldados y estos se escaparon, pero volvieron y dispararon. Primero pensábamos que eran petardos, pero después el padre de la Iglesia salió para protegernos. Yo sentí como calor en mi pie y me he caído”, narra mientras ve su herida en la pierna.
Al rato se repone y añade, “pero igual ya estoy bien y trabajo que es lo importante”. Margarita ahora se gana la vida como costurera.
Victoria, María, Roxana, Florentina, Dionisia, Teodosia, Verónica. Madres, hermanas, esposas, ellas también salieron a las calles para primero defender a sus seres queridos y luego sumarse a los bloqueos, vigilias y barricadas a las que asistieron en sus barrios llevando piedras en baldes o apagando los gases lacrimógenos con agua jabonada.
Un estudio del Instituto de Terapia e Investigación sobre las Secuelas de la Tortura y la Violencia de Estado (ITEI) registró 63 fallecidos en las jornadas de la “Guerra del Gas”, 56 hombres y 7 mujeres, dos de ellas menores de edad, una comerciante, tres amas de casa y una trabajadora del hogar. En la lista de heridos figuran 257 bolivianos, 223 varones y 34 mujeres.
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