miércoles, 28 de mayo de 2014

Madres y heroínas de todos los días narran sus luchas

Leonor Villca, tiene 17 años y a su corta edad es un ejemplo de sacrificio, dedicación y coraje. Con su hijo de cinco años en la espalda, enfrenta todas las mañanas la lucha por salir adelante. Junto a ella, catorce madres y heroínas de todos los días revelaron las derrotas y luchas en las batallas de cada día.

Para esta joven madre potosina, enterarse de que su primogénito estaba en camino fue “una sorpresa”. Pese a los golpes que le dio la vida, logró ponerse de pie y seguir adelante. Ella trabaja en Chilimarca y estudia en Tiquipaya. Le falta un año para salir bachiller.

¿Quién cuida a su hijo cuando sale a estudiar o trabajar? Nadie, ella siempre va “cargada” de su hijo a donde haya que ir. Al finalizar el día, ambos se sientan juntos a realizar las tareas.

Su esfuerzo y entrega fue reconocido con la medalla Orden “Madre Cochabambina”, otorgada ayer por la Municipalidad en los actos conmemorativos a las Heroínas de la Coronilla y el 27 de mayo.

Un solo deseo impulsa la lucha diaria de estas 15 madres que fueron galardonas, “poder darle a sus hijos una vida mejor”, y así lo hicieron.

Angélica Mariscal tiene 72 años y es no vidente. Salió bachiller y gracias al impulso de su progenitora terminó el colegio y continuó sus estudios. Hoy es maestra en un centro de rehabilitación. Su mayor orgullo son sus dos hijos de 37 y 38 años, ambos profesionales que siguen llenándola de alegrías. “Tengo 5 hermosos nietos”, dijo.

Para Angélica, la mayor fortaleza se la dio su madre, pero nunca olvida el apoyo divino por el cual se siente bendecida. “Agradezco a Dios y a la Virgen que pese a mi dificultad me dieron las fuerzas para seguir adelante”, indicó.

Luego de ver a sus retoños crecer y salir adelante, ella dice que la estrategia para librar esta batalla fue la fuerza de voluntad. “Si una quiere algo, tiene que tener fuerza de voluntad, no tiene que sentirse mal o achicarse por no ser igual que todos”, reflexionó.

Durante el acto, a su lado, estuvo sentada, como toda una reina, Sixta Flores, rodeada de sus hijos y nietos y todos la presumieron ante los asistentes como si fuera una joya. Esta anciana de 82 años quedó viuda a los 48 cuando sus hijos estaban aún muy pequeños. “Toditos estaban en la escuela, y ahí nomás murió mi marido”, relató.

Para su hijo Fernando, “es increíble” que esta aguerrida mujer haya podido ajustarse bien la pollera y sacar a todos sus hijos adelante. “Cómo, sin saber leer ni escribir nos dio a todos una profesión”, exaltó Fernando.

Ahora, como toda benemérita de la vida, tiene a su familia para cuidarla y protegerla cual si fuera una invaluable dama que inspira fortaleza y amor.

Al igual que ella, Adriana Miranda también quedó viuda muy joven -a los 22 años- ahora tiene 70 y su mayor orgullo también son sus 5 retoños. “Ella nos enseñó el valor de las cosas, compartíamos un solo juguete, usábamos las mismas zapatillas para educación física, tampoco almorzaba en su trabajo por traernos un poco de comida”, narró su hija Rosemary Miranda, quien también fue homenajeada, ayer.

Rosemary, siguió las enseñanzas que le dio su madre para formar su familia, pero también para ayudar a los demás. Ella recuerda a los cientos de “hijos de corazón” que pasaron por su vida, en los diferentes centros de acogida y hogares donde ella prestó su apoyo como psicóloga.

Junto a estas madres, María Esther Lupa, Epifania Saavedra, María Valdivia, Leonor Arroyo, Porfiria Torrez, Lineth Juárez, Adelaida Ledezma, Deicy Arancibia, Gregoria Gabriel y Marina Rodríguez fueron también distinguidas por la Municipalidad.

Una subalterna de sus hijos

“Como subalterna, debo cumplir órdenes, pero también debo cumplir con mis hijos” señaló María Esther Lupa, una mujer que desde 1974 sirve a la Nación en las filas de la Policía Nacional.

Su reto fue mayor porque es una de las egresadas de la primera promoción de mujeres policías en la ciudad de La Paz. Tuvo que lidiar con algunos prejuicios de la sociedad, sin embargo, pese a esto, junto a su esposo establecieron una importante unión que les permitió sacar adelante a sus cuatro hijos.

Dos de ellos también siguieron sus pasos. “Mis dos hijos mayores también son policías, pero ellos son oficiales”, dijo orgullosa al ver que su profesión, pese al tiempo que le quitó con sus hijos, fue también un ejemplo para ellos.

Sus otras dos hijas no se quedaron atrás y son profesionales, una de ellas es ingeniera en sistemas y la otra, abogada. “Estoy feliz y desde mi experiencia quiero decirles a las madres que se fijen una meta y sigan adelante, aunque hayan dado un mal paso o se hayan equivocado, igual, sigan adelante”, expresó.


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