miércoles, 13 de julio de 2011

“Recomiendo a las mujeres que siempre traten de ir más allá”

“Crié sola a mis hijos y cuando fueron mayores resolví invertir en mí, y consideré que la mejor forma era escuchar los consejos de ingresar a la universidad, sin importar la edad

María Rosario expresa un sentimiento de realización el haber logrado consolidar la formación profesional de sus cinco hijos varones, dedicándose totalmente a ellos desde que eran pequeños cuando, por esas cosas de la vida, su hogar se disolvió y no recibió un centavo de pensión familiar.
Bueno, esa meta la comparte con muchas otras madres abnegadas, en una sucesión de casos que forman historias dignas de resaltar, pero en el caso de ella fue más allá, porque no solamente sobrellevó las circunstancias, sino que también acudió a las aulas universitarias y acompañó también a sus retoños en el estudio. El 20 de mayo último defendió su tesis sobre educación superior en la maestría que obtuvo en la Escuela Militar de Ingeniería. En ese centro de alto nivel académico está por egresar su hijo menor en Ingeniería Electrónica.
Su vida es la docencia. Durante las mañanas es directora de la Unidad Educativa Isuto y por la tarde en el establecimiento privado Boliviano - Paraguayo. En su afán de saber más, por las noches estudia la lengua guaraní en la Universidad Gabriel René Moreno.

- ¿Qué la motivó a dedicarse a la docencia?
- Considero que fue el ejemplo de la dedicación de mi mamá, que fue maestra interina. Después de alcanzar el título de profesora normalista trabajé en Okinawa y Minero. Después de 17 años de casada se deshizo mi matrimonio, pero esa es otra historia. Me entregué completamente a mi labor docente y a ejercer otras labores. Soy una mujer compulsiva para el trabajo. Una vez casi llegué a enloquecer por tantos compromisos laborales.

- ¿Cuáles fueron esas responsabilidades que se vio obligada a cumplir?
- Aparte de ser directora en dos escuelas, durante ocho años fui secretaria del Comité pro Santa Cruz, y paralelamente cumplía la función de secretaria de Hacienda de la Federación de Maestros Rurales. Fui la primera coordinadora del Programa de Profesionalización de Maestros Interinos (PPMI) y también trabajé, en los momentos que quedaban libres, en una escuelita, donde tenía horas de acúmulo. Siempre lo hice con mucho gusto, con total pasión, que es una expresión de la vocación de ser maestra. Todo esto me ha traído la grata recompensa del cariño de mis alumnos, muchos ya personas mayores y con familia, aspecto que llena mi existencia y comparto esa alegría con mis hijos.

- ¿Cuál fue la razón para volver a las aulas universitarias?
- Una visión. Y aquí hago una pausa para recomendar a todas las mujeres que, con esa capacidad innata que nos brinda la naturaleza de compartir la recreación de la humanidad, nunca se queden en el mismo lugar, que traten de ir más allá. A las profesoras, que no se conformen con haber llegado ahí, que busquen avanzar más y más. Naturalmente que en todo tiene que haber una motivación. En mi caso, el impulso me lo dio mi esposo (es que volví a contraer matrimonio), el Dr. Oscar Osinaga, que dicta la cátedra de Derecho a la Seguridad Social en la Universidad Gabriel René Moreno y también en la Utepsa. Él me decía: Es preciso que vayas a ver la edad de mis alumnos, son mucho mayores que vos. El primer paso que di fue sacar mi licenciatura en Pedagogía. Enseguida realicé un Diplomado en la EMI y culminé con mi maestría en Educación Superior. En este punto voy a retomar lo que dije antes de la pausa, al hablar de la visión. Tengo la meta, quiero ser catedrática en la universidad estatal cruceña. Preciso coronar ese anhelo, no solo como un deseo, sino como una conquista en base al esfuerzo por la capacitación gradual, que sea un fruto del sacrificio.

- Usted mencionó que su último hijo está a punto de graduarse profesional, sus otros retoños ya están casados. Al reducirse las exigencias de gastos, ¿reducirá entonces el ritmo de trabajo?
- Con todo lo que ha sido mi vida, a esta edad, 57 años, me siento como ociosa al tener únicamente la responsabilidad de las direcciones de los establecimientos Isuto y Boliviano-Paraguayo. Por ese motivo es que estoy estudiando guaraní en la René Moreno por las noches, para cumplir con la disposición gubernamental de que todo maestro tiene que saber un idioma nativo.

Ella

María Rosario es hija de Francisco Cuéllar y Neida Languidey, ambos de Montero, pueblo donde ella nació y se crió. Tiene cinco hijos, la razón de su existencia, como ella manifiesta: Mauricio, Rolando, José Carlos, Fernando y Osvaldo.
Se declara una ferviente religiosa, y que todo lo que hace, grande o chico, importante o no, sencillo o complicado, lo dedica a Dios, pidiendo bendiciones. Considera que en ese orden radica el motivo de la fortaleza para cumplir sus trabajos.

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