La magistrada Cinthia Armijo ha visto que sus colegas en el órgano judicial no se interesan por los temas de género. “La mentalidad patriarcal golpea más fuerte en el sistema de administración de justicia”, lamenta. Esta mentalidad patriarcal, que asocia la debilidad con la mujer y la fortaleza con el varón, la objetividad con el varón y la subjetividad con la mujer, se nota en los fallos, explica la magistrada.
Por eso, no resulta extraño que Bolivia sea uno de los países donde la violencia de género sea un problema que ya ha llamado la atención de Naciones Unidas. En 2015, ONU Mujeres destacó que la Constitución considere a la equidad de género como un pilar, pero también criticó la falta de tribunales especializados y la falta de conocimientos técnicos sobre derechos de las mujeres entre fiscales, policías y jueces.
Encuestas, opiniones...
Parte de la solución consiste en un protocolo de atención con enfoque de género que ha sido pacientemente elaborado tomando en cuenta las opiniones de varios sectores. El teniente Ariel Prado, jefe de la División de Delitos Sexuales de la Felcv (Fuerza Especial de Lucha contra la Violencia), fue encuestado por una comisión para elaborar el protocolo. “Nos preguntaron sobre los formularios que aplicamos y si había necesidad de mejorar algo. También se interesaron por nuestros procedimientos”, cuenta.
También hubo un curso en línea para recoger experiencias, opiniones y consultas. Este instrumento ha sido aprobado por el Consejo de la Magistratura y por el Tribunal Supremo de Justicia. Pese a eso, hay resistencias en algunos magistrados, quizá, según Armijo, porque algunos de sus colegas se sienten amenazados.
No solo se usa la perspectiva de género cuando se trata de un caso de violencia. Puede haber injusticias hacia las mujeres cuando se juzgan asuntos sobre la propiedad o incluso en robos.
Cambio íntimo
El trabajo fue realizado con apoyo del Alto Comisionado de las Naciones Unidas y con la Cooperación Suiza. Se puso mucho énfasis en la validación, porque se intenta cambiar la mentalidad de quienes aplican la justicia en Bolivia. Y eso no es sencillo, no solo en el país, sino en toda Latinoamérica, que es la región donde ocurre la mitad de los feminicidios del mundo: 12 mujeres asesinadas cada día.
Según datos de la Fiscalía General del Estado, el año pasado se registraron 104 casos de feminicidio, la mayoría en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz.
Otros manuales
La generala Rosa Guadalupe Lema ha sido la primera directora de la Fuerza Especial de Lucha contra la Violencia. Trabajó de cerca en un protocolo de atención a las víctimas de violencia que se puso en vigencia en 2014. “Incluye la primera atención, la contención, la denuncia y los pasos que debe seguir el investigador. Todo ha sido difundido en la Felcv y en la Policía, pero eso no involucra a los operadores de justicia”, aclara.
Según Lema, el Ministerio Público tiene otro protocolo para atender a las víctimas y está ya en proceso otro para la atención de feminicidios. Es un protocolo que salió del seno de las Naciones Unidas en 2013 y se elaboró con el Ministerio Público, el Ministerio de Justicia y la Policía Boliviana. La directora de la Coordinadora de la Mujer, Mónica Novillo, celebra que la ley boliviana establezca que el patriarcado se debe erradicar; sin embargo, lamenta que la Felcv tenga pocos recursos y poco personal.
Lema pidió recientemente que las gobernaciones y los municipios proporcionen el 5% de sus presupuestos para seguridad ciudadana. “Es un mandato de la ley”, recordó. Pese a la falta de recursos, asegura que la Felcv es la unidad policial que más presencia tiene en distintos departamentos.
Violencia y recursos
Uno de los errores más comunes que se cometen con las víctimas es el intento de conciliación. Si bien la Ley integral para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia permite la conciliación una sola vez, Leslie Cedeño, abogada de la Casa de la Mujer, cuenta que no es raro que algunos policías insistan en que la mujer perdone al agresor. “Es tu marido. Pensá en tus hijos”, le suelen decir. Eso, con los protocolos, ya no debe ocurrir
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