Una sociedad con miedo no puede ser una sociedad sana, y actualmente en Bolivia lo que las mujeres estamos viviendo es el resultado de un contexto enfermo, empeorado por la desprotección del Estado hasta lograr que Bolivia llegue a estar dentro de los 25 países con más feminicidios en el mundo y el de más alta tasa de violencia sexual en América Latina (de acuerdo a recientes informes de las Naciones Unidas).
Lo ocurrido hace pocos días con Sophia Calvo Aponte, bioquímica cruceña, violada y asesinada por un guardia de seguridad en Santa Cruz, es otra dolorosa herida en la psiquis de las mujeres bolivianas que están siendo víctimas de horribles crímenes. En Bolivia, una mujer es asesinada cada 3 días y los feminicidas en su mayoría son parejas o ex parejas de las víctimas.
En cuanto a los feminicidios sexuales, la mayoría de quienes los cometen son también conocidos de las víctimas. Según datos del Centro de Información y Desarrollo de la Mujer (CIDEM), en ocho meses y hasta el día de la muerte de Sophia Calvo, se registraron 100 asesinatos de mujeres, de los cuales 59 fueron feminicidios.
UNA LEY SIN PESO
El 9 de marzo del año pasado, el presidente Evo Morales aprobó la Ley No 348 (Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia), en la que se penaliza el feminicidio, acoso sexual, violencia familiar o doméstica, esterilización forzada, incumplimiento de deberes, padecimientos sexuales, actos sexuales abusivos. Y se incorpora como delitos contra la mujer la violencia económica, violencia patrimonial y sustracción de utilidades de actividades económicas familiares.
El Ministerio de Justicia es la entidad responsable de coordinar la realización de políticas integrales de prevención, atención, sanción y erradicación de la violencia hacia las mujeres y tiene a su cargo el Sistema Integral Plurinacional de Prevención, Atención, Sanción y Erradicación de la Violencia en razón de Género – SIPPASE. Pero si bien la Ley está hecha, no contempla fuentes de financiamiento, montos o porcentajes, ni plazos para su cumplimiento. Es decir, tiene mucho número pero nada de presupuesto, y dentro de esa lógica responden las autoridades.
Existen únicamente 14 fiscales para un total de 3.759 causas abiertas sólo en el departamento de La Paz hasta hace un mes atrás. Además, desde que se aprobó la Ley, los casos de violencia contra las mujeres se han multiplicado, según revela el estudio de la periodista Fátima López encargado por la Fundación de Periodismo y el proyecto Observatorio La Paz cómo vamos.
Según datos de la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (FELCV), La Paz se sitúa como el departamento más violento, con 3.318 casos de violencia en el primer cuatrimestre de este año, sigue Cochabamba con 2.130 casos y Santa Cruz, con 1.445.
¿QUÉ ES EL FEMINICIDIO?
El feminicidio es la forma extrema de violencia contra las mujeres, que después de su ejercicio sostenido, las mata; es el resultado de la inequidad de género, la misoginia e impunidad en la justicia.
El delito de homicidio no es suficiente para describir o penalizar la muerte de mujeres, que tras largas historias de violencia cotidiana en manos de sus parejas o parientes terminan asesinadas intencionalmente, o de las mujeres que son encontradas muertas después de haber sido violadas y que intencionalmente son asesinadas por los feminicidas para borrar las pruebas del delito cometido: todo ello crea la figura del feminicidio.
La violencia de género, donde las mujeres son dañadas, daña a la sociedad en un círculo vicioso que sólo termina en dolor.
La violencia de género, ejercida sobre una mujer por el hecho de ser mujer, puede ser ejercida desde cualquier sitio y con cualquier objeto material o simbólico que pueda causarle tortura, daño y sufrimiento, explica la académica Marcela Lagarde, antropóloga e investigadora mexicana y una de las más importantes representantes del feminismo en América Latina. “Las repercusiones de la violencia a las mujeres son variadas e incluyen desde la lesión de su integridad como personas, la pérdida de libertad (de posibilidades), hasta la pérdida de la vida. Es evidente que la finalidad de la violencia de género cumple funciones políticas para lograr la dominación de las mujeres y mantenerla cada día, al debilitar a las mujeres y menguar así su capacidad de respuesta, de defensa y de acción. La violencia genérica produce en cantidad de mujeres uno de los recursos más importantes del control patriarcal: el miedo”, explica Lagarde.
La dominación patriarcal pone en condiciones sociales de subordinación a las mujeres, y las hace invisibles, simbólica e imaginariamente: no obstante la presencia de las mujeres, no son vistas, o no son identificadas ni reconocidas algunas de sus características. La invisibilización de las mujeres es producto de un fenómeno cultural masivo: la negación y la anulación de aquello que la cultura patriarcal no incluye como atributo de las mujeres o de lo femenino, a pesar de que ellas lo posean.
La violencia no es sólo recibir una paliza, la violencia contra las mujeres es económica, jurídica, política, ideológica, moral, psicológica, sexual y también corporal. “Los hechos violentos contra las mujeres recorren una gama que va del grito, la mirada y el golpe, al acoso, el abandono, el olvido, la invisibilidad y la negación de los mínimos derechos, hasta el uso de armas mortales en su contra”, explica Lagarde.
Las agresiones, la hostilidad y los daños son experimentados por mujeres de todas las edades: desde las bebés y las niñas, hasta las viejas. La minoría o mayoría de edad no aminoran el grado del daño que puede llegar hasta la muerte ocasionada a las mujeres de manera directa por personas cercanas y confiables como los parientes y los cónyuges, aunque también por desconocidos.
LA EDUCACIÓN, FUNDAMENTAL
Se habla mucho de la cosificación de la mujer a través de anuncios, spots, imágenes, etc., sin embargo estos anuncios se han hecho bajo el consentimiento de esas modelos, ¿debe una mujer tapar su cuerpo, dejar de asumir una actitud sensual, para evitar ser agredida en un futuro?, preguntamos a la pedagoga Elizabeth Machicao y a la socióloga Patricia Flores.
Para Machicao la educación es fundamental, “ser mujer objeto, vender cosas con tu cuerpo de manera vulgar, ordinaria, violenta, es una manera fácil de ganar plata con tu cuerpo, si no tienes otras opciones, pero ello es porque existe una demanda, justamente de hombres que pese a tener madres, hijas, amigas lo compran, en la expresión del machismo puro y secante. Hay una división perversa entre lo mío y lo que hago. No creo que el tema pase por tapar el cuerpo, no mostrar la sensualidad, tener miedo, o dejar de hacer cosas que a las mujeres o hombres les gusta, pasa por la educación en los colegios, en las familias, en los medios de comunicación, en los vínculos que se construyen con todos: esto es parte de una sociedad machista, patriarcal y misógina. Si la gente estaría educada de otra manera, la belleza de la mujer se mostraría pero con otra mentalidad, no la del uso del objeto”, dice Machicao.
Patricia Flores es rotunda, “las mujeres somos libres y tenemos el derecho de vestirnos como queramos; y nadie puede atentar contra nosotras por nuestra apariencia. Todos nos deben respeto por el simple hecho de ser personas humanas con dignidad y derechos, a pesar de que estemos en una sociedad profundamente patriarcal y patológicamente machista que cosifica y condena a las mujeres. Cosificación de las mujeres tan antigua como el patriarcado.”
Para Elizabeth Machicao el no silenciar la violencia es una necesidad vital para frenarla. “La mayoría de las mujeres asesinadas, ha muerto en manos de sus parejas. Para llegar a este extremo, se ha vivido mucho tiempo violencia intrafamiliar, donde muchas veces saben de la violencia las familias, los amigos, los vecinos, pero no hacen nada. A la mujer esto le da miedo, calla, se vuelve sumisa, sin autoestima y ya no puede escapar. Los detonantes casi siempre son los celos y el consumo de alcohol. Esto se liga al control de la sexualidad de las mujeres: si las han matado generalmente ha tenido que haber violencia sexual y violación. Lo más terrible del feminicidio es que te mata la persona que un día has amado, con el que te acuestas, el padre de tus hijos, con el que has construido sueños y has planificado una vida”, explica Machicao.
SOLUCIONES
Tanto para ella, como para Patricia Flores, los partidos políticos en campaña se rasgan las vestiduras con el tema y a raíz de la muerte espantosa de Sophia, ahora hablar de violencia contra la mujer significa votos, pero no es una bandera que ningún político haya enarbolado efectivamente.
“No se trabajan (prevención, sensibilización e información/causas y consecuencias) los temas de la violencia y sus diferentes expresiones (entre otros el feminicidio) en los colegios, con las familias, en los medios de comunicación, en las calles, en la formación docente y en el currículo como una transversal, por lo tanto la violencia está naturalizada, es parte del escenario habitual, en este marco la muerte es la expresión más perversa y la que más nos indigna, pero la violencia intrafamiliar es cotidiana, inmensa: ahí es donde se arman los nuevos ciclos de violencia.
En lo social, y de esto no se dice mucho: cuando se mata una mujer se mata una familia,” dice Machicao.
¿LÍMITES?
¿Qué debe hacerse con las más jóvenes? ¿Cómo educarlas y prevenirlas? Es necesario advertirles a las chicas más jóvenes de los riesgos que corren al subir a las redes por ejemplo “fotos más atrevidas”, porque esa será su identidad en una sociedad machista, y las van a tratar en consecuencia. Patricia Flores advierte sobre la necesidad de alertarlas de los peligros concretos, “de que nadie, ni su padre, puede tocar su cuerpo o invadirlo con caricias lascivas, porque altos índices de violaciones contras las niñas y las adolescentes ocurren en el ámbito familiar, que desconfíen de todos los hombres mayores que se les acerquen así sean familiares, que no acepten caricias incómodas, que nadie toque sus cuerpos y en caso de que se enamoren de una persona de su edad estén alerta para evitar cualquier tipo de violencia”, dice la socióloga.
PELIGROSA DICOTOMÍA
“En el imaginario solo hay dos caminos, la madre esposa virginal o la puta, la primera con quien se casa y se tiene descendencia; y la otra a la que se usa y desecha, como si ambas no fuésemos la misma: mujeres con dignidad, con derechos”, dice Flores. “Justamente por esas lógicas perversas de los mandatos patriarcales que los hombres han dividido claramente, la madre/esposa virginal y la puta, no se cuestiona en ningún momento que ninguna mujer nace para puta, como sabiamente lo ha planteado María Galindo, en un binarismo que perpetúa la dominación, la regulación de los roles femeninos y porque en esa perversidad se sublima a la primera, a la madre/esposa, mientras que se sublima el placer a la puta junto a su condena, por lo que las distinciones en el imaginario masculino son claras, por eso cuando ven a una jovencita sola en la calle algunos hombres la miran de manera lasciva, la piropean groseramente o incluso se le cantan groserías que mellan su dignidad, sin que se las asocien a sus propias hijas, madres o esposas, como objetos también de esas mismas actitudes por parte de otros hombres. Por eso también se penaliza a las prostitutas y se ensalza a los prostituyentes, nadie habla de ellos, nadie los nombra por lo que son, benévolamente se los llama clientes”.
Es necesario que madres y padres se informen bien sobre sexualidad, sexo y relaciones sexuales, sin prejuicios, anteponiendo el respeto y la dignidad, incluso sobrepasando los mandatos de la tradición y los religiosos que generalmente impiden que se hable claramente de temas fundamentales para la vida de las personas. Y que cultiven la confianza de sus hijas e hijos con amor, respeto antes que con el miedo y el castigo, justamente por desconocimiento; más aún hoy donde la Red se ha convertido en arma de doble filo que promueve la pedofilia, la trata y tráfico de personas o la prostitución infantil y adolescente, el tráfico de órganos o la esclavitud de menores con esos fines, asevera Machicao.
CRÍMENES DE ODIO
Explica Marcela Lagarde que los feminicidios son crímenes de odio contra las mujeres, crímenes misóginos acunados en una enorme tolerancia social y estatal ante la violencia genérica.
Esa perversidad está alentada por la impunidad, alimentada por pésimas investigaciones, averiguaciones mal integradas, encargados de la persecución del crimen que son dolosos o misóginos y que desatienden las denuncias de las víctimas, jueces misóginos para quienes la vida de las mujeres es secundaria o que muestran un claro sesgo descalificador y culpabilizador de las mujeres. Al feminicido contribuyen de manera criminal el silencio, la omisión, la negligencia y la colusión de autoridades encargadas de prevenir y erradicar esos crímenes.
Hay feminicidio cuando el Estado no da garantías a las mujeres y no les crea condiciones de seguridad para sus vidas en la comunidad, en la casa y en los espacios de trabajo, de tránsito o de esparcimiento. Suceden los feminicidios cuando las autoridades no realizan con eficiencia sus funciones para prevenirlos, evitarlos y sancionarlos. El ambiente ideológico y social del machismo y la misoginia alientan estos crímenes.
El problema es jurídico, económico, político y cultural. Mientras sea tan enorme la desigualdad entre mujeres y hombres, y mientras los hombres se sientan con derecho sobre las mujeres, las mujeres permanecerán en condiciones precarias. La enorme desigualdad y la exclusión de las mujeres se expresa en deficiencias sociales -educación, salud, empleo-, en salarios desiguales, en condiciones desiguales de trabajo. Mientras persista la discriminación, las mujeres seguirán en riesgo, y serán vistas como de menor valor en la sociedad, lo que hace sentir a los hombres con derecho a maltratarlas, vejarlas, violentarlas y hasta asesinarlas.
EL PODER DE VERDAD
OSCAR MARTÍNEZ*
El psicoanálisis dice que detrás de todo homofóbico existe la paranoica sospecha de que hay un homosexual. Esa es una idea que incomoda a más de un machista que estudia psicología, porque todavía puede entender esos conceptos medio subjetivos. Pero más allá de eso, creo que también hay que preguntarse ¿por qué es un insulto tan grave parecerse y encarnar los valores de una mujer? ¿Por qué se desprecia tanto esa figura, a la que desde nuestra madre pasando por las personas más importantes de nuestra vida, decimos amar?
No es que uno no acepte su lado femenino, simplemente no sabe que existe. ¿Entonces qué es? Personalmente creo que es renunciar al poder. Como regalarle plata a un extraño. Dejar de tener el único valor que te da la sociedad, es decir, el lugar del macho dominante.
No es difícil ser hombre y reflexionar sobre el propio poder porque se ve a diario y en cada una de las facetas de la cotidianeidad. A mí mi papá me ha dicho que tengo que cuidar de la familia y especialmente de mi hermana, ya sea mayor o menor. Cuidarla de que no se encuentre con tipos como nosotros que la quieran usar, ya sabemos para qué, y si sabemos, es porque nosotros también buscamos a las que no se están cuidando.
Decían mis amigos mayores que las putas deben ser diversión pasajera, pero para la casa y la vida, hay que escoger una mujer virtuosa, blanquita, mejor si es tetona y tiene buen culo, para que te tengan envidia de lo bien que te va. Eso es como comprarse algo que lucir en las fiestas. No lo digo yo, es lo que normalmente te enseñan.
Cuando era chico no cualquiera podía estar con la reina del curso y no cualquiera podía estar con una huaripolera. Para eso había que ser buen futbolista, popular o tener auto. Bien, cuando creces, la cosa es más o menos igual, sólo que crees en el amor y lo físico queda ahí, en los almanaques de las llanterías y la pornografía de Internet. El poder es masturbarse con lo que pudo ser en nuestras cabezas y no con la verdad; con lo que podría ser si tuviésemos plata, no importa que tengamos panza. Ahí radica nuestro encanto. Pensamos que es cuestión de perseverar. Sé que todo esto suena a generalización y quizá lo es, pero pregunto, en lo más adentro de los hombres, quiénes no han sentido, aunque sea un ratito, el poder y el privilegio y pregunto, sabiendo qué es y cómo es, quiénes quieren renunciar a ese poder y encontrarse con la plenitud de su lado femenino. Los que lo han sentido y se han preguntado, bien por ellos y los que no, a comprar Viagra.
*Oscar Martínez es psicólogo
AGRESIVIDAD Y VIOLENCIA
Después de los últimos hechos de violencia registrados en nuestro país, mujeres y hombres nos hemos preguntado cómo identificar a un sujeto que pueda hacernos daño. Pero, esto es prácticamente imposible, dice la psicóloga clínica y forense, Tania Aramburo, quien explica que la “pulsión de muerte”, concepto del psicoanálisis, está en todos y todos somos capaces de ejercer violencia sobre otro.
“El único ser vivo que mata por placer es el humano. Todos los sujetos tenemos una pulsión de muerte. Pero se reprime mediante vamos creciendo. Los niños tienen el deseo de destrucción que es controlado por los padres. El sujeto puede manifestar después, de manera disfrazada, la agresión a través de sarcasmos, burlas, etc. Estas son formas inconscientes de manifestar la agresividad”, dice Aramburo.
La psicóloga aclara que todos podríamos ser agresivos, pero no violentos. La violencia es un acto subjetivo, el sujeto le da sentido al acto y a través de ese acto hay una destrucción, porque lo que se busca es provocar sufrimiento.
“Cuando hablamos de violencia hablamos del uso de la fuerza física o psíquica, ésta última a través de los usos del lenguaje.
El uso de la violencia no solo está destinado a dañar, sino a ejercer poder. El que usa la violencia se siente dueño y propietario del otro”, explica la especialista y señala que siempre hubo violencia, pero a partir de los años 60 comienza a sistematizarse y se habla más del tema, además incrementan los casos y denuncias.
Haciendo un análisis, se puede decir que la violencia está monopolizada por el Estado, dice Aramburo, es decir, que el Estado va creando leyes, va generando artículos que sancionan la violencia, pero a la vez la monopoliza cuando desde el mismo
Estado se autoriza, en ciertas situaciones, para utilizar la violencia, entonces hay un mensaje paradójico.
“Los casos de violencia han incrementado, no solo es que hay más denuncias. A partir de 2006 hay instituciones que dan apoyo a las víctimas y parecería que hay más protección, pero no hay una relación directa entre lo que las leyes dicen y lo que las instituciones hacen, cuando hay discordancia entre la ley y su cumplimiento se denomina ‘ley perversa’ y eso incrementa los casos”, aclara.
La psicóloga comenta que se debe abordar la violencia desde sus efectos y consecuencias. Pueden ser sociales, políticos, pero sobre todo son subjetivos. “Hay víctimas pero no tienen un verdadero apoyo, su acompañamiento es jurídico y la víctima pierde su condición de sujeto, por lo tanto no se encuentra realmente protegida”.
(*) Claudia Eid es periodista
Datos
QUE DUELEN
De acuerdo al Centro de Ginebra para el Control Democrático de las Fuerzas Armadas (DCAF) entre 113 y 200 millones de mujeres desaparecen demográficamente, resultado de diversos mecanismos:
• Aborto de los fetos de niñas basado en una selección deliberada, también llamado aborto selectivo (facilitado por el Diagnóstico prenatal del sexo).
• Infanticidio femenino en aquellos países en los que se prefiere a niños varones.
• Falta de comida y atención médica, que se desvía hacia los miembros masculinos de la familia.
• Los llamados «asesinatos de honor» y las muertes de dote.
• Tráfico de mujeres.
• Violencia doméstica o de género.
• Mediante la incineración del cuerpo.