La participación directa de la mujer en la economía boliviana se incrementó de forma sustancial en las últimas cuatro décadas, pero en condiciones que al final no favorecen el desarrollo de Bolivia. Por ejemplo, seis de cada 10 féminas del país ganan menos de Bs 1.000.
Comparando los resultados de los censos de 1976 y 2012, actualmente, “las mujeres en edad de trabajar que buscan una fuente de empleo representan el 49% de la población económicamente activa, mientras que hace 40 años ese porcentaje era del 20%, un incremento que se dio más por la necesidad que por las oportunidades de empleo que ofrece el mercado laboral”, informó Ximena Loza, especialista en Empoderamiento Económico de ONU Mujeres Bolivia.
Esta significativa contribución de este segmento poblacional a la economía debe estar acompañada de “políticas orientadas a cerrar las diferencias” que hay en el trato laboral a ambos géneros, ya que “se calcula que el PIB de los países crecería hasta en 14% si las mujeres estuvieran insertas en igualdad de condiciones con relación a los hombres en el mercado laboral formal”, sostuvo Loza.
Por ejemplo, indicó, 6 de cada 10 personas del sexo femenino trabajan en el mercado informal, tanto por las características de la estructura productiva como por la distribución del trabajo de cuidado —de personas que por algún motivo no pueden valerse por sí mismas (niños, adultos mayores y enfermos)— “que recae casi exclusivamente en ellas”.
Asimismo, 6 de cada 10 féminas ganan en promedio menos de Bs 1.000 al mes —cuando el salario mínimo nacional es de Bs 1.800— debido a que tienen empleos precarios, de baja productividad, eventuales, discontinuos o estacionales, “con las peores condiciones e ingresos”. Esta situación también se debe a que “la economía informal les ofrece la flexibilidad para entrar y salir de ese mercado, debido justamente al trabajo de cuidado” que realizan, agregó.
Otra muestra de las brechas de género en el mercado laboral es que las mujeres perciben menos que los hombres por realizar el mismo tipo de actividad. En el sector primario (agricultura, ganadería y minería) ellas ganan cinco veces menos que ellos, “principalmente en el ámbito rural”; en el secundario (transformación e industria) cobran dos veces menos; y en el terciario (de servicios) obtienen 1,5 veces menos.
DIAGNÓSTICO. “Las mujeres realizan un importantísimo aporte a la economía a través del trabajo de cuidado que está mal distribuido en los hogares y que no está contabilizado ni remunerado, reconocido o valorizado. Si pudiéramos cuantificar eso seguro estaríamos hablando de una contribución muy importante para el país”, aseveró Loza.
Otras tareas que recaen casi en su totalidad sobre la población femenina son las labores domésticas. Según el Banco Mundial, las mujeres dedican en promedio cuatro veces más tiempo que los hombres a los quehaceres de la casa y aún así pasan casi 38 horas semanales en actividades en el mercado laboral, cuando este tiempo para los varones es de 47 horas.
El trabajo de cuidado y las labores del hogar absorben su tiempo y hacen que sacrifiquen sus oportunidades de formación profesional y trabajo, lo que a largo plazo les quita la posibilidad de contar con seguros, jubilación y otros beneficios establecidos por ley, lamentó Loza. “Sin el trabajo de cuidado la economía sencillamente no funciona, no habría mano de obra para dinamizar la producción. La responsabilidad de garantizar esos servicios de cuidado debería recaer principalmente sobre los Estados, de manera que las mujeres no subvencionen al Estado a costa de sus propios derechos”, subrayó.
Espere…
La brecha salarial se dispara
Periodo
En ocho años la brecha salarial entre hombres y mujeres se amplió casi siete veces, según datos del INE.
Promedios
En 2008, la diferencia entre ambos sueldos era de Bs 60: las féminas ganaban 2.504 y los hombres 2.564. En 2015, esa desigualdad llegó a Bs 410; la paga se incrementó a 3.815 en el primer caso (+52%) y a 4.225 en el segundo (+64%).
Esfuerzo ‘preso’ en servicios
Los emprendimientos de las mujeres en Bolivia se caracterizan por su alta concentración en el sector de servicios, por su tamaño micro y por su tendencia a ser más informales y ser menos rentables y productivas, según ONU Mujeres Bolivia.
Estas iniciativas “surgen ante la falta de oportunidades en el mercado laboral formal” y ante “la necesidad de generar un ingreso adicional o único para la familia”, dijo Ximena Loza, especialista en Empoderamiento Económico de la institución internacional.
Otras particularidades de las empresas de las emprendedoras del país es que el 84% son de tamaño micro, con menos de 5 empleados; el 15% pequeñas, con entre 5 y 19 trabajadores; y el 1% medianas, con más de 20 dependientes.
Asimismo, indicó que “hay una sobrerrepresentación de las mujeres en servicios (en el que la brecha salarial de género es menor), en contraste a la sobrerrepresentación de los varones en la industria (en el que las féminas ganan dos veces menos que los varones)”.
Naciones Unidas identificó también que entre las barreras para el emprendedurismo de las féminas en Bolivia está: el trabajo no remunerado (cuidado y labores domésticas), las pocas oportunidades de formación, el restringido acceso a los bienes y recursos productivos, y el limitado acceso a crédito y servicios financieros.
“Al tener un acceso más limitado a los bienes y recursos productivos (tierra y capital), tienen poco acceso al crédito. Sin bienes que les puedan garantizar un préstamo, las mujeres tienen una mayor dificultad de acceso a éstos”, afirmó.
Preparan un modelo empresarial inclusivo
Naciones Unidas y el Gobierno trabajan en la implementación de un modelo empresarial inclusivo con enfoque de género para las firmas públicas que también se aplicaría después en las compañías del sector privado a través de una certificación de igualdad entre hombres y mujeres.
La propuesta se basa en seis ejes: conciliación entre la vida familiar y laboral, comunicación sensible al género, formación con y para la equidad, tolerancia cero a todas las formas de violencia y discriminación, equidad en la gestión del personal, y normativa y cultura organizacional inclusiva y equitativa, detalló Ximena Loza, especialista en Empoderamiento Económico de ONU Mujeres.
LABOR. El modelo se diseñó sobre la base de un diagnóstico de género realizado en las estatales Emapa, Lacteosbol, Senatex y EBA, en la que éste se comenzó a ejecutar de forma parcial y piloto en 2016. Se prevé que la iniciativa se replique en las cuatro empresas hasta 2018.
“La idea es que el modelo” —cuya aplicación es financiada por el organismo internacional— “pueda ser implementado inicialmente en las empresas públicas, para luego llevarlo al sector privado, que tiene mucho interés” en la propuesta. A futuro, “la idea es que el Ibnorca (Instituto Boliviano de Normalización y Calidad) pueda crear un programa de certificación, un sello de igualdad de género para las empresas” privadas, adelantó Loza a La Razón.
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