lunes, 30 de noviembre de 2015

Lecturas sutiles Feminicidio en nuestro siglo

En nuestros días es frecuente ver noticias de feminicidio, en muchos casos el motor son los celos, pero también se comete homicidio a jóvenes luego de ser ultrajadas.

Frente a estos datos tan alarmantes para la sociedad, nos cruzamos con sujetos femeninos cuyas vidas se encuentran a merced de la problemática de otros que descargan su ira matándolas, empleando para ello métodos sumamente aberrantes.

La mujer en estos casos, ocupa un lugar de objeto degradado, devaluado con el que se puede recurrir cualquier forma para castigarla o abusar de ella.

En algunas ocasiones son quemadas vivas por su pareja, en el curso de una discusión. Otras, son víctimas de encuentros que se originan en las redes sociales, y luego desaparecen.

Pero además de lo terrible que es el homicidio en sí, considero que hay que tener en cuenta que ocurre luego con el cuerpo.

Hay jovencitas que son arrojadas a la basura, otras descuartizadas y embolsadas como desechos, enterradas vivas o en su propia casa y hasta debajo de la cama matrimonial, en el caso de que la vivienda lo permita.

El nivel de degradación es tan elevado que a estas mujeres se les reduce su condición humana privándolas de todo derecho, reduciéndolas a ser un resto. Son objetos de los que se dispone para llevar adelante algún tipo de satisfacción, y luego pueden deshacerse de ellas.

Se pone en marcha un sadismo, y como tal no se tiene en cuenta el dolor, los sentimientos desaparecen, tomando su lugar la tensión agresiva en forma tan brutal que es incapaz de ser tamizada por el sufrimiento de la víctima. Pero, ¿todos los sujetos que cometen feminicidios son perversos?

No considero que esto sea una regla general, sino más bien, en la actualidad, se han erosionado algunos principios o se ha modificado la manera de vincularse con el otro.

No considero que esto sea una regla general, sino más bien que en la actualidad se han erosionado algunos principios o se ha modificado la manera de vincularse con el otro.

La sociedad avanza y junto con ella, avanza lo mortífero,

lo que parece una involución o retroceso, es en realidad una nueva forma de progreso del malestar en la cultura, el odio interior que se vuelca hacia afuera, la misoginia, lo insoportable de la diferencia que no puede ser sublimada.

El sujeto está tan tomado por la frustración que recurre al exterminio. Freud en “El malestar en la cultura” plantea que es un recurso de todas las épocas dar muerte a lo que se nos presenta insoportable o amenazante, por ejemplo señala cómo los pueblos mandan a los jóvenes a la guerra.

Nos cabe un desafío intentar acortar estos desbordes, que la sociedad le posibilite al sujeto canales de sublimación. De no ser así se siguen justificando muertes y con ellas se postergan las sentencias de los culpables y de este modo, tal como nos dijo Gustavo Cerati “…y otro crimen quedará sin resolver…”

*Magister en Psicoanálisis

Nota: Si tiene algún tema o sugerencia para esta columna,

contactarse con Claudia Méndez del Carpio al correo

claudiamen@hotmail.com

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