sábado, 16 de septiembre de 2017

Jessica Marpartida Duarte: La beniana que recorre Paraguay en bicicleta


Un buen día Jessica Marpartida Duarte decidió que a sus 27 años iba a dejar de insistir en hacer lo que se supone que debía hacer. Iba a desistir de pedir el préstamo para comprarse el sillón de los odontólogos que cuesta casi igual que un auto y emprendería la aventura de seguir a un gringo que le había soltado una invitación descabellada: seguirlo en bicicleta y descubrir el mundo desde una vida sencilla. Desde abril hasta la fecha ha recorrido más de 1.500 kilómetros en suelo paraguayo, ha conocido unas 40 poblaciones, se ha mojado en aguaceros casi ininterrumpidos, ha empujado su bici por caminos enjabonados y se ha tostado al sol, pero jamás ha desdibujado la sonrisa. El sentido común dirá que no podía haber sido odontóloga sin saber sonreír bonito. Sus labios ya no lucen carmín, pero sus dientes asoman en perfecta armonía cada vez que arriba a un nuevo lugar y a una nueva escuela para dar rienda suelta al programa de higiene dental que lleva de colegio en colegio, a bordo de la bendita bicicleta.

Jessica llega casi siempre con Wojciech Ganczarek (29), un físico que dejó sus investigaciones en la universidad de Cracovia para hacer otra cosa, cambiar de continente, recorrer el mundo y ponerse a escribir. Para Wojciech, la física no está divorciada de sus viajes. Desde su perspectiva existen los que quieren ganar dinero y los que quieren entender el mundo y él eligió estar en este último grupo. Además, si es físico, carpintero o panadero, no cree que deba dedicarle las 24 horas de su vida solo a eso, sería ridículo hacer una misma cosa toda la vida habiendo tantas cosas por hacer y por conocer. Con esa filosofía de vida convenció a Jessica de dejar todo, su trabajo, su familia y salirse de su zona de confort.

¿Qué te empujó para dejarlo todo y emprender esta locura?
Cuando terminé la carrera me fue muy difícil comprar un sillón dental, son muy caros, quise sacar un préstamo y me fue muy complicado, te piden una garantía y mis papás no tienen casa, entonces no contaba con el dinero para poner mi consultorio y de asistente dental te explotan demasiado, y yo no quería eso. También era bailarina, ¡uf!, hace cuatro meses que no bailo- y era instructora de zumba.

Creo que la odontología se ha vuelvo más un negocio que otra cosa, solo queremos llenarnos de plata los bolsillos y nos olvidamos que los profesionales en salud estamos para servir a los enfermos, ya sean ricos o pobres. Pienso que estamos en este mundo para servir a los demás. Lo único que quise fue conocer el mundo, a las personas y cuando salís más allá de tu burbuja empezás a entender muchas cosas. Yo quise salir en bicicleta a modo de no contaminar y llegar y enseñar de forma sencilla a la gente lo que sé. Estoy convencida de que hay que dejar a las personas que conocemos un poquito de nosotros y de lo que sabemos.

Cuando acabe (este periplo) tengo pensado un proyecto de odontología en Bolivia, no sé cómo lo voy a conseguir, pero quiero un odontomóvil, para hacer odontología popular.

A bordo de la bicicleta no caben muchas cosas, apenas lo necesario... ¿cómo han sido tus días desde abril?
Cabe lo básico y necesario. En la bici no me puedo dar el lujo de traer cosas que me gustarían como maquillaje o una lavadora -aunque tenemos una cafetera que hace un expreso espectacular-, pero sí cargamos una cocina de una hornalla y guineos, esos nunca nos tiene que faltar porque nos da energía.

¿Ya te acostumbraste a los sabores paraguayos?
Me gustó la chipa, que es parecido al cuñapé, pero tiene maíz. Aquí comen muy poca verdura. La verdad es que comemos lo que nos invitan, no nos privamos de nada. En las escuelas no nos invitan mucho. Algunos profesores nos tratan demasiado bien, una vez incluso nos pagaron un hotel, pero también hay otros que nos tratan con indiferencia, pero creo que de todas las cosas algo se aprende y es hasta bueno que nos haya pasado todo lo que nos ha pasado. Cuando recién llegamos llovió dos meses seguidos y el camino de tierra colorada era gredosísimo. Realmente debo decir que rodando en bicicleta se vive muy humildemente, pero aun así confieso que me traje perfume, eso no me puede faltar.

¿Y esta vida en bici cuánto te va a durar?
Esto de viajar quisiera mantenerlo en mi vida, ya sea en bus, en burro o en avión. Nos falta hacer el Chaco paraguayo y pasarnos a Tarija, quiero ver cómo nos reciben en mi país, qué tal son los profesores, los directores. Quiero ver la forma en que la gente de Bolivia nos apoye en algo, porque comemos todos los días y nos haría bien esa ayudita. En Paraguay abrimos una página para que la gente nos colabore y nadie lo hizo, comentaban, nos felicitaba, nos dieron miles de ‘me gusta’ y hasta nos entrevistaron en La Crónica y ABC, pero nadie nos ayudó. Y no es que se necesite mucho, gastamos como $us 180 por persona, solo necesitamos dinero para comida. Nuestro número de cuenta del banco Mercantil Santa Cruz es 4061277349, la titular soy yo, Jessica Marpartida Duarte.

¿Y en todo este recorrido qué has visto por el camino?
En cuanto a las personas hay de todo, desde el típico personaje humilde y de buen corazón, como el director de la escuela más pobre que hemos visitado y que nos dio todo lo que tenía -se llama Mario Báez y nunca lo olvidaremos- hasta las personas de la escuela mejor equipada y con aire acondicionado que ni gracias nos dieron. Como dije, hay de todo, también hay pobres que no contestan el saludo ni te dan un vaso con agua, pero tratas de aprender a amar a esas personas a pesar de algunas faltas.

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