jueves, 14 de julio de 2016

“Escojo no ser mamá”



La que parece volverse una tendencia mundial influye cada vez más en las mujeres jóvenes que deciden no tener hijos. Esta condición se denominada “Childfree” (literalmente en inglés “libres de hijos”).

Mujeres que toman esta determinación opinan que no necesitan ser miradas con lástima, como si se tratara de una tragedia o de una falla fisiológica. Más bien piden respeto a su decisión, la que consideran válida porque fue motivada por alguna razón personal.

Las razones
Exagerando la nota, se podría decir que hay tantas razones como personas que adoptan esta posición. Y no exagerando también: la edición virtual The Huffingston Post encuestó a 124 mujeres sin hijos y obtuvo 124 razones distintas; cualquiera diría entonces que no podía ser de otra manera ya que cada persona es única e irrepetible.

Sin embargo, quienes tratan de estudiar este patrón de comportamiento se esfuerzan por agrupar las causas y encontrar coincidencias.

Las presiones
Dependiendo de las características culturales de un país, hay presiones y condicionantes sociales en este tema. La más común se presenta cuando la mujer pasa los 30 o 35 años y su entorno comienza a insinuarle acerca de la posibilidad de que se quede sin tener hijos. Surgen entonces algunas preguntas: ¿Acaso el traer hijos al mundo es una responsabilidad exclusiva de la mujer? ¿Por qué se le cuestiona solo a ella si quiere o no tenerlos cuando la procreación —omitiendo la posibilidad de fertilizar un óvulo en laboratorio— es posible cuando intervienen varón y mujer?

La sociedad no se cansa de preguntar: “¿cuándo tendrás hijos?”, como si fuese una obligación para todas ser madres. Otras veces da la sensación de que tener hijos fuera un requisito o una condición de aprobación social. O que la maternidad es lo único que puede realmente hacer feliz a una mujer, como si no pudiera serlo sin hijos.

“Tus hijos no son tus hijos, son los hijos de la vida”, dijo Kahlil Gibran, y quienes son padres o hijos saben que esta es una gran verdad. El hecho de tenerlos es, desde el principio, el más grande acto de desprendimiento personal porque desde el vientre la madre sabe que su fruto se irá de su lado a vivir su propia vida para tomar sus propias decisiones, con aciertos y con equívocos Las mujeres, que antes fueron niñas y estuvieron acurrucadas en los brazos de sus madres —las más afortunadas también en los de sus padres— se ven de pronto frente a una decisión que puede cambiarles la vida. Sin embargo, optar por la maternidad o rechazarla tendría que conducirlas al mismo camino, la felicidad, como propósito de la existencia humana.

El matrimonio se devalúa
Las estadísticas levantadas en países de Europa y Estados Unidos muestran un incremento de mujeres que le dicen “no” a la maternidad en un rango de edades entre 18 y 40 años.

Para entender este comportamiento, ECOS buscó la opinión de la psicóloga Gianina Irusta, quien afirma que la decisión de no tener hijos está ligada a la devaluación de la institución matrimonial.

La profesional dice que en la actual cultura de consumo —que busca satisfacción instantánea y resultados inmediatos, es decir que no impliquen esfuerzos prolongados— armar una familia sería como arrojarse a un terreno impredecible, una “inversión de alto riesgo” y sin ninguna garantía.
“Las parejas se fundan en uniones más provisorias, que, aunque en muchos casos terminan siendo duraderas, mantienen la ilusión de ser fácilmente disolubles, y un hijo es un tipo de compromiso sin cláusula de rescisión”, precisa Irusta.

Analizando cuáles serían las razones que afectan en la decisión de no tener hijos, señala que la más común es el temor de traer niños a un mundo decadente, y, por otro lado, no quieren poner un límite a sus aspiraciones personales y profesionales.

“Dinkis”
En criterio de la psicóloga consultada por ECOS, la idea de no ser madres suele incubarse en personas profesionales, independientes, con carreras laborales exitosas, que pueden ahorrar parte de su sueldo y gastarlo en lo que deseen.

Irusta dice que estas personas, a nivel global, son conocidas como “dinkis” y se caracterizan por tener dinero extra para gastar en cosas que a otros no les interesaría, valoran la cultura y los viajes, ejercitan su cuerpo, buscan el turismo de aventura, comen bien, se visten con ropa costosa, pasan cursos para aumentar sus conocimientos, por mencionar algunos de sus rasgos.

Este grupo —que no es homogéneo, pero sí una gran parte de sus integrantes se adhiere a esta línea de pensamiento— frente a la posibilidad de la maternidad, argumenta por ejemplo que no se debe traer descendencia a un mundo contaminado, superpoblado, peligroso y amenazado por la escasez de agua, o que este es un país sin futuro y que no asegura calidad de vida.

¿Maternidad = felicidad?
Para Irusta, la felicidad es algo subjetivo y por ende llega a ser representada de diferentes maneras, de acuerdo con el punto de vista de cada persona. Algunas mujeres afirman haberla encontrado a partir del nacimiento de sus hijos, otras creen que sin hijos no serán felices completamente, pero no está bien concebir la felicidad de una mujer, solamente, cuando nace la madre.

La psicóloga indica que los estudios demuestran que la decisión que asumen algunas mujeres y también varones de no ser padres se aleja de temas subjetivos como ser la presión social o los prejuicios. Ellos toman una decisión consciente de lo que quieren, independientemente del rol que les pueda otorgar o exigir la sociedad.

Un tema complejo
La experta afirma, sin embargo, que muchas mujeres que optan por no ser madres sufren —aunque no siempre lo demuestran— por los prejuicios y la discriminación. Dice que para entender este complejo tema es preciso alejarse de los roles de género y de las representaciones sociales tradicionales.

Entre ellas están las sociedades que consideran un hecho antinatural que una mujer no sea madre, señalando que después de que haya pasado el tiempo, se dará cuenta de que rechazó el goce de la maternidad.

A pesar de estas concepciones, la profesional aclara que, en el otro lado de la balanza, para mucha gente la maternidad no es sinónimo de realización. Estas personas tampoco se ajustan al rol que la sociedad quiere asignarles, según el cual mujer es igual a madre.

A contrarreloj biológico
Más allá de los afanes de la vida, de las circunstancias y de lo mal o bien que esté el mundo, incluso de la exitosa carrera que puedan estar desarrollando mujeres que no encuentran el espacio para planear tener hijos, el reloj de sus cuerpos —como el de manilla, celular o de pared— avanza.

Irusta dice que la maternidad opera fuertemente en el imaginario de las mujeres que deben confrontarse con la idea de ser madres dentro de un período acortado por la biología, a diferencia de los varones que pueden demorar su decisión, sin clausurar la posibilidad de convertirse en padres incluso a una edad avanzada.

A propósito, en clínicas españolas especializadas hay una fuerte demanda de clientas de toda Europa en edad fértil madura para criogenizar sus óvulos, pues por lo pronto no tienen pensado formar una familia. Una manera de asegurarse de tener descendencia propia aunque el reloj biológico se haya detenido o ya no esté funcionando eficientemente.

Ante este panorama, la psicóloga chuquisaqueña plantea, en tono de positividad: “¿por qué no pensar en que existe un momento, un tiempo en el que, como adulto, puedes ofrecer las mejores condiciones en todos los sentidos a un nuevo ser y no ir en contra del tiempo biológico? Es probable que tengamos niños más felices, más seguros y con menos riesgos a sufrir”.

El instinto maternal
Pero, ¿cómo hace una mujer que ha decidido no ser madre para renunciar a su instinto maternal?

Gianina Irusta explica que esta determinación no aleja a la mujer de sus emociones y del sentimiento que pueda despertar en ella el contacto con un bebé, con un niño o con una persona a la que le vuelca su afecto maternal.

“La diferencia es que este amor es universal y no contempla un deseo de propiedad, hacia un hijo, sino a quienes quiere y cuida, desde donde desarrolla su dimensión humana y profesional”, agrega la psicóloga a ECOS.

A pesar de que desde siempre la concepción de la mujer ha sido indisoluble a la reproducción, cada vez más mujeres ponen en evidencia que existen maneras alternativas de realizarse y ser valoradas, más allá de la maternidad.

La sociedad no se cansa de preguntar “¿cuándo tendrás hijos?”, como si fuese una obligación para todas ser madres. Otras veces da la sensación de que tener hijos fuera un requisito o una condición de aprobación social. O que la maternidad es lo único que puede realmente hacer feliz a una mujer, como si no pudiera serlo sin tener hijos.

Algunas de las 124 razones por las que las mujeres escogen no tener hijos
The Huffington Post preguntó a 124 mujeres de Estados Unidos por qué escogieron no tener hijos y entre sus motivaciones están: su estilo de vida, una priorización de sus carreras, el miedo al futuro, las responsabilidades económicas y emocionales que implica traer un hijo al mundo. Esas y otras son razones universales que han motivado a los hombres a no tener hijos durante siglos. Aquí, les presentamos nueve:

1. “Tengo demasiados planes en los cuales los niños simplemente no encajan. Ser financieramente estable es importante, y tal como van las cosas en el mundo sin ninguna señal de cambio positivo, cuidar de mí misma implica ya un gran desafío financiero”.
2. “He encontrado ‘mi llamado’ trabajando en Servicios de Protección Infantil. Elegí darlo todo para hacer que mi pequeño rincón del mundo sea un lugar mejor. ¿Cómo podría cuidar de estas familias si mi corazón estuviera más dedicado a mis propios hijos? Mi corazón está con estas familias que me necesitan”.
3. “Cuido a mi madre desde que tengo 20 años. Vive con mi esposo y conmigo. Ahora ella tiene 60 años y con mi esposo tenemos 40 años y ya no tenemos ese deseo de procrear. Cuidar a mi madre ha sido como tener un adolescente en casa. Creemos que hay suficientes personas en el planeta. Muchos piensan que somos egoístas al no tener hijos, pero creo que es justo lo contrario”.
4. “Realmente no elegí ser una mujer sin hijos, pero eso es lo que soy. No tuve ni tengo ningún interés en tener hijos, por eso creo que no debería tenerlos”.
5. “Me gustan los niños. Soy maestra. Pero el mundo está superpoblado y no creo que mi material genético sea tan especial como para aumentar el problema”.
6. “Tengo miedo de llevar dentro de mi cuerpo a un bebé. Las madres y las mujeres embarazadas están constantemente hablando de las náuseas, hemorroides y estrías. También tengo miedo a aumentar de peso y que mi organismo no vuelva a ser el mismo luego de parir a un niño de alrededor de 3 kilos por una abertura que es muy pequeña. Yo amo a los niños, pero prefiero ser tía y madrastra”.
7. “Estaba esperando a desear tener niños, despertarme un día y decir: ‘sí, ahora es el momento’. Pero tengo 33 y eso no ha ocurrido. Siento que debo querer tener niños antes de tenerlos”.
8. “Si cambio de opinión, hay muchos niños que puedo adoptar”.
9. “Tuve un aborto accidental y con mi esposo decidimos esperar un poco. Han pasado 20 años, ya tenemos 50 y ya no es importante tener un hijo. Viajamos mucho, disfrutamos el tiempo con los sobrinos y la familia. Cuando me preguntan si estoy triste porque no tengo hijos, respondo con no puedo decir que soy infeliz. Me encanta mi vida”.
Fuente: The Huffington Post

Causas más comunes por las que mujeres (y hombres) deciden no tener hijos
- Miedo o inseguridad frente a los cambios fisiológicos que experimentará su cuerpo durante el embarazo y al proceso del parto. También temor a que la criatura pueda nacer con alguna enfermedad genética o mental.
- Concepción pesimista del futuro. La mujer (y/o el varón) deciden no traer hijos al mundo porque lo ven decadente, peligroso, superpoblado, contaminado, con escasez de agua; en suma, tienen pocas esperanzas en el futuro del planeta.
- Racionalización de los problemas globales. La mujer (y/o el varón) es analítica/o de las circunstancias del mundo y de sus sociedades y piensa que tener hijos sería aumentar los problemas globales.
- Económicas. Criar niños tiene un costo económico y muchas mujeres no quieren asumir esa responsabilidad, o prefieren emplear ese dinero en sí mismas.
- Comodidad. Mujeres y varones no quieren romper la armonía que han logrado en sus vidas (como solteros o en pareja) con la llegada de un nuevo ser que demandará toda su atención.
- Perfeccionismo. Creen que con los hijos hay que tomar decisiones perfectas y es una presión psicológica muy grande para la que nadie está preparado.
- No le gustan los niños. No todas las mujeres sienten el instinto maternal con los hijos ajenos. A algunas, los niños las irritan.
Imposibilidad física. Hay mujeres que por razones fisiológicas no pueden concebir un bebé o se les hace más difícil llevar un embarazo a término exitosamente.
- Ausencia de compromiso. Las relaciones modernas de pareja evitan o postergan llegar a asumir el compromiso sobre el cual funden una familia con el nacimiento de los hijos.
Fuente: Redacción ECOS


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