domingo, 12 de julio de 2015

Jennifer, una fiera dentro y fuera de ring

La boxeadora arribó la pasada semana a Bolivia y el 7 de julio visitó el Centro Una Brisa de Esperanza (CUBE), la institución que trabaja con la problemática de violencia sexual en contra de niñas, niños y adolescentes.

En el encuentro, la deportista relieva la hermandad que los une debido al dolor que comparten. “No necesitamos decir ninguna palabra para comprender la tristeza que arrastramos”, les dice.

La luchadora se refiere a su historia personal, pues es una sobreviviente de violencia sexual infantil.

La mujer, capaz de derrotar en el ring a la mayoría de sus contrincantes, confiesa ante los chicos que la lucha más dura aún no ha sido vencida: superar las agresiones sufridas durante los primeros años de su vida.

Relata que pensaba en el suicidio, en matar a las personas que la lastimaron, en hacer daño a quienes no la protegieron. Sus palabras son seguidas con atención y muchos asienten la cabeza como reconociendo esos sentimientos.

“No sé si les ha pasado como a mí, que sentí rebeldía y empecé a fumar, a beber, a pelear”, les cuenta, cada vez con más confianza.

Viene a su memoria las veces que gritó, a quienes no debía, para desahogar su dolor y frustración. O los momentos cuando peleaba y discutía con todos. “Todo lo tomaba personalmente porque sentía que estaban ahí para juzgarme”, les cuenta.

Esa ira fue la que la llevó al boxeo. “Nada me quitaba ese odio que sentía por dentro, hasta que encontré el boxeo y hallé amor y pasión a lo que hacía”.

Siente que el boxeo le salvó, le cambió la vida y le puso en el camino correcto. “Ahora estoy contentísima”, ríe.

Entre las muchas confesiones que hizo a su joven auditorio fue el dolor con el que vivió por haber guardado silencio por mucho tiempo. “Estaba muriendo por dentro, me dolía el corazón, el cuello, todo ...”.

La comunicación en el tallercito soleado de terapia ocupacional de los niños se hace tan íntima que la campeona se anima a contarles sobre la vez que intentó quitarse la vida, tomando píldoras antidepresivas que se había robado.

“Eso hacía mucho (se refiere a robar) a una edad muy temprana, hasta papel higiénico me llevaba de las tiendas y me sentía satisfecha”, continúa.

Casi nada distrae a la audiencia, aunque las más pequeñas no esconden la curiosidad sobre la cabellera de la pugilista.

“Es como la lana que usan para sus tejidos”, ríe a carcajadas contagiando su entusiasmo.

También le toca escuchar los testimonios de dolor y de frustración de otras víctimas y reacciona agradecida. “Me hacía tanta falta escuchar lo que acaban de decir, me hacía falta entender muchas cosas”, asegura.

Apuntes.



Datos

Tres de cada diez niñas son agredidas sexualmente antes de los dieciocho años, según información del Centro Una Brisa de Esperanza (CUBE).



Solidaridad

El 9 de agosto se celebra el Día Nacional de Solidaridad con las niñas, niños y adolescentes víctimas de violencia sexual.



Datos

Desde el 2004 CUBE atendió 1.295 casos de niñas, niños y adolescentes víctimas de violencia sexual, en la mayoría de los casos los agresores fueron personas próximas. En lo que va del año se recibieron 67 denuncias.



Compromiso

Jennifer Salinas respalda al centro que defiende a las víctimas de violencia. También pretende promocionar en Estados Unidos las artesanías elaboradas por los chicos y chicas.
“Siento como la primera vez que usé mis guantes”

Compartir con personas que vivieron un drama similar al de Jennifer Salinas le evoca las mismas sensaciones que sintió el día en que le pusieron los guantes de box por primera vez.

Se siente feliz por ser comprendida sin decir palabra. “Yo me considero parte de esta familia y siento que nos conocemos hace tiempo”, dice a un grupo de niños y niñas de distintas edades víctimas de abuso sexual.

Le parece importante aclarar que no pelea por gusto, sino por un propósito: la lucha en contra de la violencia sexual infantil.

La mujer, que logró hace poco su tercer título mundial, llega a la cita con niños y niñas cargando con dificultad sus preseas doradas, los tres cinturones que obtuvo a lo largo de su carrera.

Los niños más curiosos y sociables se toman fotografías con los galardones, pero la mayoría prefiere sacarse imágenes con la luchadora. Claro, fue después de muchos minutos en los que la pugilista rompió el hielo y se ganó la confianza de los chicos, gracias a bromas y a una veloz e improvisada clase de box.

Comenta que su hija mayor, la de 16 años, siempre la acompaña en sus entrenamientos e incluso la asiste en ellos. En cambio, la de once años le ruega que deje la lucha, principalmente cuando llega a casa llena de moretones en el rostro. Los dos menores están orgullosos de ella y le piden que visite su escuela para contar su experiencia como boxeadora.

La luchadora vive desde sus 15 años en Estados Unidos, a donde emigró junto a su madre.
Desde 2004 CUBE defiende derechos

El Centro una Brisa de Esperanza (CUBE) brinda atención gratuita a niños, niñas y adolescentes víctimas de violencia sexual desde el año 2004.

La institución nació por iniciativa de una víctima sobreviviente, con el apoyo de personas que decidieron crear un centro de apoyo interdisciplinario.

Los responsables de CUBE se han planteado responder a las necesidades de los niños en diferentes ámbitos.

La sanidad psicoemocional y el apoyo en el proceso de restauración de sus proyectos de vida para lograr su salud integral forman parte de su política.

Además CUBE realiza acciones para desarrollar mecanismos y sistemas que sean más efectivos y sensibles a las necesidades de las víctimas. Además, crear espacios donde los niños, niñas y adolescentes se encuentren seguros.

Mitos niegan, esconden y encubren las agresiones
José Miguel Angulo

Director Regional MAP

Las agresiones sexuales a niñas, niños y adolescentes siempre han existido a través de la historia. Desafortunadamente, la sociedad, en base a una serie de mitos, ha venido escondiendo y negando estos crímenes y encubriéndolos de muchas formas, lo cual ha hecho que se perpetúe este tipo de violencia sin tomar acciones. Afortunadamente, en las últimas décadas se ha generado un movimiento masivo para reconocer estas agresiones sexuales, tipificarlas como delitos e iniciar los procesos para llevar a la corte a los agresores.

Las agresiones sexuales producen profundos traumas y sufrimiento, no solo en las víctimas, sino también en sus familias y afecta seriamente la vida de la comunidad. Algunos de los problemas serios que presentan estas víctimas repercuten seriamente en la sociedad, especialmente cuando no reciben apoyo apropiado. Las consecuencias son: depresiones emocionales severas, intentos de suicidio, prostitución, delincuencia juvenil, alcoholismo, drogadicción, incapacidad para conformar relaciones estables, divorcios y ruptura de hogares que continúan generando efectos en las siguientes generaciones. El sistema jurídico penal presenta serias limitaciones para proveer acceso a la justicia a las víctimas y no está respondiendo para lo cual fue creado.

Tiene derecho a crecer en ambientes seguros en su hogar, escuela, lugares de recreación y la sociedad en general y de vivir libre de temores y cuidados compulsivos. Mientras estas condiciones no se logren, es obligación del sistema jurídico-penal y de la sociedad en general asumir responsabilidad por el proceso de restauración de las víctimas, mayormente cuando éstas son menores de edad.

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