lunes, 4 de abril de 2016

El invisible sufrimiento de las mujeres adultas violadas en Quillacollo

“Tú eres una mujer adulta, sabías a lo que te arriesgabas, es tu culpa”, le espetó un hombre a su esposa Carmen (nombre cambiado) en el hospital de Quillacollo. Media hora antes ella había despertado en un basurero, ensangrentada, con el alma y el cuerpo hechos un guiñapo.

Carmen tiene 45 años, es dirigente de un sector de los movimientos sociales y su esposo era líder de un sindicato agrario. Horas antes de la pesadilla, Carmen había acudido a una reunión de su sector que concluyó a la una de la madrugada. Tomó un taxi para irse a su casa. “Me sentía fuerte y segura siendo dirigente. Pero cuando el taxi se desvió del camino me sentí una mujer muy vulnerable”.

Otro hombre subió al taxi, la golpeó brutalmente cuando ella intentó bajarse. Ambos varones la violaron y la asfixiaron. Luego arrojaron su cuerpo maltrecho a un basural, pensando que estaba muerta. Ni una sola persona de las que supieron de su tragedia se preocupó por cómo estaba ella, por dentro. “Oía decir a los policías: dirigente había sido, seguro se fue a tomar y no se acuerda con quién se acostó. Ya están acostumbradas a eso” .

La obligaron a contar todo más de tres veces, la examinaron sin ninguna consideración y la lastimaron. “Pero, lo peor fue escuchar a mi esposo culpándome, diciéndome que eso me pasó por libertina, por callejera, por mujer”.

Sus compañeras le dijeron que no era la única que pasó por eso. “Ya te olvidarás, tienes que ser fuerte, a todas nos pasa alguna vez”.

El rumor de lo que pasó rápidamente y otros hombres de los movimientos sociales la trataban como si ya no mereciera respeto. Trataban de manosearla y la miraban con lujuria.

Su esposo la abandonó, se fue a Potosí con sus dos hijas. Su madre la culpó también por meterse en política. Además, seis meses después de la violación le diagnosticaron VIH. Carmen entró en depresión. Esa había sido la gota que colmó el vaso. Desde niña había convivido con la violencia. Creció viendo a su papá golpear salvajemente a su madre. Las autoridades comunitarias solo les recomendaban que llamen a sus padrinos.

“La madrina le decía a mi mamá que el hombre siempre tiene razón, que es mejor no hacerle renegar, si te pega es porque eres muy rebelde, mejor te iría si te callas”. El día que descubrieron a su padre violando a su hermana menor, Carmen y su madre decidieron huir de la comunidad con la menor víctima y se fueron a Tiquipaya.

“Pensé que al convertirme en dirigente ya era fuerte y que nadie me trataría como a mi mamá o a mi hermana. Luego de la violación intenté suicidarme dos veces. Me siento tan sola” .

EL HORROR DE ESTER “Es muy duro ser mujer porque hay cosas que una debe callar, para evitar más desgracias en la vida”. Así comienza el testimonio Ester, una mujer de 60 años que es viuda desde hace seis y vive en un sindicato agrario de Quillacollo. Su historia es trágica. Creció viendo a su padre golpear a su madre y por ello soportó, años después, que Juan, el albañil, con el que se había casado, la maltrate de la misma forma. Luego de la muerte de Juan al caer del quinto piso de una construcción, sus hijos mayores hicieron su vida y ella se quedó con los dos menores. Hace tres años, al volver del colegio, su hija fue atacada, violada, quedó embarazada y dio a luz un niño. Su hijo menor, deprimido por la muerte de su padre, dejó el colegio, entró a una pandilla y se hizo adicto al alcohol. Hace dos años, llegó ebrio a la casa un viernes. “Yo estaba sola con mi nieto, mi hija viajó a buscar trabajo. Mi hijo y sus cuatro amigos patearon la puerta, me pegaron y me exigieron que les prepare comida. Escondí a mi nieto bajo la cama porque querían pegarle. Luego que les serví la comida sentí un golpe que me tumbó al piso. Mientras unos me agarraban, otro me violaba. Los cuatro abusaron de mí. Mi hijo no hacía nada, solo miraba. Yo lloraba y uno de sus amigos me dijo: ¿De qué lloras? Eres vieja, debías agradecer el favor que te hacemos. ¿Quién te creerá si estás vieja? Ya no sirves”.

Ester no denunció el delito a la Policía. Ya lo había intentado cuando su hija fue violada, pero le pidieron dinero para la investigación y lo que ganaba solo le alcanzaba para comer. “Me sentí sucia, adolorida y muy sola. Desde entonces no volví a ver a mi hijo menor, no volvió más”. Ester dice que si les contaba a sus otros hijos, ellos matarían al menor. “¿Y la gente qué me iba a decir? Todos iban a pensar que yo provoqué a esos chicos, así es la gente por acá. Para evitar más desgracias me callé, pero nunca olvidaré lo que me hicieron, hasta el día en que me muera”.

Diagnóstico

en provincia Quillacollo

Alianza por la Solidaridad Internacional realizó una investigación “Impacto de la violencia sexual en la vida de las mujeres en la provincia Quillacollo”. El estudio se efectuó en 5 municipios: Quillacollo, Tiquipaya, Sipe Sipe, Colcapirhua y Vinto, de noviembre de 2015 a enero de 2016. La investigación encuestó a 397 mujeres.

Resultados en cifras

* Cuatro de cada 10 mujeres sufrieron algún tipo de violencia sexual alguna vez en su vida.

* Cuatro de cada 10 mujeres sufrieron algún tipo de acoso sexual (verbal o físico), a lo largo de sus vidas.

* Tres de cada 10 fueron víctimas de violación, 2 de ellas por parte de sus parejas y 1 por otra persona.

* El 56 por ciento de las mujeres que ha sufrido violencia sexual estaba divorciada o separado.

* Entre las adultas que sufrieron algún tipo de violencia sexual, el 49,5 por ciento tenía entre 31 y 60 años, el 38,3 por ciento entre 18 y 30 años. Las mujeres de 31 a 60 años que fueron violadas representan el 34,7 por ciento .

La provincia más violenta

La violencia contra la mujer registra elevados índices en el departamento de Cochabamba. Sin embargo, la Alianza por la Solidaridad Internacional, escogió Quillacollo para su investigación sobre el “Impacto de la violencia sexual en las mujeres” porque es la provincia donde ocurre la mayor cantidad de feminicidios y de violencia sexual contra las mujeres, según la investigadora social que llevó adelante el estudio Giovanna Condarco.

QUE ES VIOLENCIA SEXUAL

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la violencia sexual como: “todo acto sexual, la tentativa de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones sexuales no deseadas, o las acciones para comercializar o utilizar de cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona, independientemente de la relación de ésta con la víctima, en cualquier ámbito, incluidos el hogar y el lugar de trabajo”. Empero, en Quillacollo, este tipo de violencia y su impacto están invisibilizados.

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