lunes, 4 de abril de 2016

7 de 10 mujeres víctimas de violencia sexual no denuncia


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Siete de cada diez mujeres víctimas de violencia sexual no denuncia el delito a la Policía. El 60 por ciento calla totalmente y un 10 por ciento sólo habla del hecho con sus amigos, según una investigación de la organización Alianza por la Solidaridad Internacional (ASI), realizada en los municipios de la provincia Quillacollo: Tiquipaya, Vinto, Colcapirhua, Quillacollo y Sipe Sipe.

El estudio recogió 397 encuestas, 25 entrevistas, 15 historias de vida y realizó diez grupos focales entre mujeres de 18 a 60 años. Es la primera vez que se cuenta con registro que permite visibilizar la violencia sexual hacia las mujeres desde el acoso, insinuación, esclavitud sexual, fecundación forzada hasta la violación.

Se sabe que cuatro de 10 mujeres han sufrido algún tipo de violencia sexual alguna vez en su vida, cuatro de 10 el acoso y tres de 10 violación, informó la investigadora Giovana Condarco.

Pese a estas cifras, la violencia se calla y no transciende de la familia, del blindaje de la vida privada y la comunidad. Hay frases que refuerzan la agresión como: "Es tu marido tienes que cumplirle", "agradece, te hacemos un favor", "nos pasa a todas, te acostumbrarás".

Los registros policiales con denuncias de mujeres víctimas de violencia sexual son bajos porque el acoso y otros delitos no se denuncian. En 2015, Quillacollo recibió 42, Tiquipaya, una; Vinto, dos; Sipe Sipe, tres; y Colcapirhua, ninguna.

El 77 por ciento de las denuncias se quedan en el camino, el 11 recibe alguna respuesta y sólo el 0,04 por ciento llega a un proceso en la vía penal, agregó.

Hay varias causas para que no hayan denuncias. "La sociedad cree que porque se trata de una mujer adulta cualquier relación sexual es aceptada y no es así", dijo la coordinadora de programas, Magaly Chávez.

También, existen causas sociales, estigmas y falta de apoyo. "Muchas mujeres dicen que tienen vergüenza por su edad o porque se dejan en evidencia situaciones familiares. La violencia sexual casi siempre trae consigo violencia física, sicológica y económica", agregó.

Otra situación que se observa es el machismo. El 62 por ciento de las mujeres afirma no haber tomado ninguna acción y sólo guarda silencio. Un diez por ciento asegura que se lo contó a amigos o familiares, pero fueron rechazadas.

"Muchas contaron que al contar a alguien les culpabilizaron. No faltó quien no les creyó o les dijera que seguro ellas se insinuaron. También hay mujeres que afirman que les dijeron que deben quedarse calladas porque es su obligación cumplir a sus maridos", manifestó.

Sin embargo, la violencia sexual abarca diversas situaciones y la puede cometer la pareja. Algunos aspectos que se consideran son: la violación, acoso verbal, insinuaciones sexuales, esclavitud sexual, fecundación forzada y conductas sexuales degradantes, señaló Chávez.

Otro aspecto que señalan es que la justicia las revictimiza, no las apoya y hay retardación.

La situación no es muy diferente en la justicia comunitaria. "En las comunidades se piensa que los problemas dentro del matrimonio son privados. Además, si se quiere denunciar algo debe ser un tercero quien lo haga. El problema es que muchas veces el castigo es pagar 80 bolivianos o unos cuantos latigazos y ellas deben volver con sus agresores que están con ira por la vergüenza que les hicieron pasar", dijo.

Como consecuencia, algunas mujeres pensaron en suicidarse. Además, viven solas, tienen problemas familiares, económicos y de identidad como mujer, porque que se siente como un objeto, y su sexualidad se ve dañada, remarca la investigación de Alianza por la Solidaridad.



HISTORIAS DE VIDAS DAÑADAS POR LOS VEJÁMENES

HISTORIA 1

JUANA SUFRIÓ DOS ABUSOS
"Yo no sabía que podía denunciar"

Juana contó que sufrió constantes agresiones, violencia física y psicológica por parte de su pareja y un tío. Su historia está reflejada en la investigación de ASI.

Contó: "Cuando venía borracho, siempre me obligaba a tener relaciones sexuales y me pegaba. Cuando estaba embarazada de mi primera wawa, en la que fue más delicado, me forzó. Después de tenerlo a mi hijo, cuando estaba recuperándome, me forzaba y me pegaba".

"Yo no sabía que podía denunciar esto. Me hacía recuerdo a lo que sentía cuando mi tío me abusaba en mi casa, igual me sentía sin poder denunciar", lamentó.

"Una vez me he quejado con su mamá y ella me decía: 'Tu marido es pues, ¿no te da vergüenza contar esas cosas? Debes ser más mujer y no estar contando así. Qué va a pensar la gente de vos, van a decir que no quieres cumplir tus obligaciones. Yo también he sido así, eso es normal en un matrimonio'", recordó.

Al igual que la mayoría de las mujeres no denunció a sus agresores.





HISTORIA 2

CELIA SE ANIMÓ A DENUNCIAR
"Me dijeron que debo cumplirle"

Celia vive en el valle bajo y sufrió durante mucho tiempo violencia sexual y física. Se animó a denunciar, pero afrontó varias consecuencias.

"Me obligaba a tener relaciones sexuales no consensuadas, hasta empezó a decirme que no le servía como mujer. Yo llamaba a la Policía constantemente por riñas y peleas, ya estaban aburridos de mi llamadas", contó.

"Pero nunca denuncié que él me violaba, porque una vez consulté a un sargento de la policía si el tener relaciones a la fuerza era un delito, y él me dijo: 'No señora, es su esposo. Usted debe cumplirle, mejor arregle las cosas por sus hijos'", agregó.

"Realicé otra vez la denuncia, audiencias, abogados, juicios por intento de homicidio y violación y qué conseguí, que mi jefe me botara del trabajo, porque pedía mucho permiso para asistir al proceso, a las investigaciones. Todos me preguntaban, me mandaban al psicólogo, me hicieron exámenes forenses y no conseguí nada", relató.





HISTORIA 3

CARMEN FUE ESTIGMATIZADA
"El hombre tiene la razón siempre"

Carmen vivió desde pequeña la violencia física y sexual. Con el paso del tiempo intentó superarlo, pero cuando se volvió denuncia la culparon y perdió su empleo.

"Mi papá golpeaba mucho a mi madre (...) Nunca olvidaré lo que mi madrina le dijo a mi mamá: 'El hombre siempre tiene la razón, es mejor no hacerle renegar. Te pega porque tú eres muy rebelde y contestona' (...) Huimos de mi casa el día que mi madre encontró a mi hermana menor desnuda y mi padre abusando de ella", contó.

"Me casé con un dirigente político, me convertí en dirigente y comenzaron los problemas en mi hogar (...) A los hombres no les gusta la competencia", agregó.

"Una madrugada, al terminar una reunión, tomé un taxi. Cuando me di cuenta, el camino no era el correcto y se subió un hombre gordo (...). El vehículo paró y me golpearon, me rompieron la blusa y desgarraron las polleras (...) Desperté ensangrentada en un basurero (...) Mi esposo me echaba la culpa de todo, 'por libertina, por callejera, por mujer'", comentó.



HISTORIA 4

ESTHER, VIOLADA POR PANDILLA
"Me dijeron que agradezca el favor"

Esther es una mujer de 60 años que vio y vivió las agresiones sexuales por parte de hombres que creían "hacerle un favor".

"A los seis meses de la muerte de mi pareja, mi hija fue violada al salir del colegio. Después de buscarla por varias horas la encontré golpeada, con la ropa arrancada y olor a bebida. La llevé al hospital y puse la denuncia. La sargento me dijo que era mala madre, que no cuidaba de mi hija y le pasó por borracha", contó.

"Hace dos años, un viernes por la noche, mi hijo llegó alcoholizado con sus cuatro amigos. A golpes me hizo preparar comida (...) Pensé que después se irían, pero no, trajeron más bebida", agregó.

"De repente uno de sus amigos comenzó a tocarme, le dije que me respetara y se rió, después vino otro. Sentí un golpe que me tumbó, me sujetaron y me violaron. Grité para que me ayudara mi hijo, pero no hizo nada (...) Uno de los chicos me dijo: '¿De qué lloras? Si eres vieja, agradece el favor que te hacemos' (...) Nunca presenté la denuncia, no tenía dinero", afirmó.



ANÁLISIS

"NO SE AVANZÓ
casi nada"Julieta Montaño, directora de la Oficina Jurídica para la Mujer

La directora de la Oficina Jurídica para la Mujer y reconocida defensora de los derechos, Julieta Montaño, manifestó al conocer los resultados de la investigación su preocupación. Expresó que dejó Quillacollo hace 50 años y considera que la situación no ha cambiado. Lamentó la violencia que aún soporta la mujer y la falta de institucionalidad para con un sistema de protección.

"Se ha avanzado poquísimo, porque estamos viendo que no hay una política continua como para poder evaluar los resultados. Son políticas, primero, erráticas, se está avanzando a ciegas, no se sabe el objetivo que se tiene; y segundo, son intermitentes, porque no se ha adoptado como una política de Estado, como una necesidad de la sociedad para transformar estas situaciones.

“Como quillacolleña me genera tristeza esta investigación, porque veo que no se ha avanzado casi nada desde cuando he dejado Quillacollo, hace 50 años. A tiempo de leer las investigaciones y los testimonios de las mujeres, sentía y me parecía que seguía en los años 60”.

“El hombre se cree todavía el dueño y señor de la vida de las mujeres, con una sola diferencia, que algunos disfrazan mejor que otros. Los que están seriamente replanteándose los beneficios o lo que les quita del patriarcado, son muy pocos. A veces uno escucha el discurso que se declaran feministas, a veces quieren sacar una tajada de rédito político de las necesidades de las mujeres”.

“Los casos que llegan a la Oficina es cuando están muy decididas. Pero son muy pocos en relación a lo que sucede realmente. De acuerdo a los datos, el único municipio que realmente registra los casos es Tiquipaya y señala que sólo son tres y eso es un registro terrible, porque no revela lo que realmente está pasando en la sociedad”.

“Eso también está fallando. No hay un registro real porque no hay personal adecuado que se haga cargo de todo esto".

"Tenemos que seguir exigiendo al Estado la necesidad de la institucionalización. No podemos seguir tirando dinero con gente que siempre está empezando de cero".

"Necesitamos que se valore la experiencia, el acumulado de conocimientos que tienen las personas al momento de entrar a trabajar a la función pública. Es un desperdicio permanente de capacidades del Estado cuando se está cambiando al personal por razones mezquinamente coyunturales y políticas".

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