jueves, 28 de mayo de 2015

SOBRE EL ORIGEN DE LA PALABRA MAMÁ

Hallazgos científicos muy recientes, como los difundidos hace un par de años por la Universidad de Reading, en Inglaterra, demuestran que la palabra “mamá” y su sinónimo “madre” poseen prácticamente la misma raíz lingüística en todos los idiomas del mundo y se la pronuncia en los cinco continentes desde hace por lo menos 15.000 años, según una investigación publicada por el biólogo evolutivo Mark Pagel.

El equipo interdisciplinario dirigido por Pagel —que incluye antropólogos, arqueólogos y lingüistas— afirma que las palabras “mamá” y “madre” forman parte de un conjunto de 23 vocablos que han sobrevivido a la Era del Hielo, cuando el planeta era un sólo continente y posiblemente la humanidad hablaba un sólo idioma.

Las 23 palabras ancestrales, entre sustantivos, verbos, adjetivos y adverbios que aún conservan una raíz común universal (“fuego”, “yo”, “padre”, “corteza”, además de “mamá” y “madre” entre otros), pertenecen a una categoría teórica de “protolenguas” indo-europeas y austronesias, reconstruidas hipotéticamente siguiendo las huellas genéticas y migratorias de los primeros Homo Sapiens asiáticos y africanos que marcharon hacia el continente europeo durante las glaciaciones, y que “se han mantenido como base de los casi 700 idiomas que hoy existen en el mundo”.
El maleficio de la Torre de Babel

En una célebre conferencia dictada en junio del 2011 en el auditorio de la Red TED (Technology, Entertainment and Design), el biólogo evolutivo explicó la dispersión idiomática del mundo con la metáfora bíblica de la Torre de Babel, en el Libro del Génesis: “Según dicha historia” —recordó Pagel— “los seres humanos primitivos fueron tan vanidosos de pensar que, al usar el lenguaje para trabajar en conjunto, podrían construir una torre que los llevaría hasta el cielo. Así Dios, furioso por este intento de usurpar su poder, destruyó la torre y, para asegurarse de que nunca se reconstruiría, dispersó a las personas dándoles diferentes idiomas… los confundió dándoles diferentes idiomas…”.

Sin embargo Dios habría dejado por sobre los escombros de la Torre de Babel palabras genéticas, como “madre” y “mamá”, que se mantendrían eternas en las voces humanas en virtud a la “cognación” fruto de su constante pronunciación.

Los científicos descubrieron en este siglo XXI que las palabras pronunciadas por lo menos 16 veces al día por una persona tenían mayores posibilidades de ser cognadas en, al menos, tres familias lingüísticas sin sustanciales diferencias del vocablo original, tal el caso de la palabra “mamá”. En cambio aquellas menos pronunciadas tenderían a desaparecer o transformarse hasta tornarse ininteligibles de un idioma a otro.

¿Un vocablo humano innato?
¿Qué hace que la palabra “mamá” sea tan ancestral y universal, quizá más antigua que la Torre de Babel y acaso más cósmica que la vía láctea? ¿Y tan vigente y eterna a la vez?
La respuesta más esclarecedora a este enigma viene de una señora matrona, mi madre, doña Pastora Mérida de García, quien explica lo siguiente guiada por su experiencia de obstetriz jubilada:
“Mamá no es una palabra, es una onomatopeya primordial en la vida del ser humano que se aferra a ella después de nacer. Es una expresión casi gutural que surge de la boquita de los bebés al promediar los siete meses de vida nutriéndose a costa del seno materno. Como todos sabemos, un recién dado a luz nace con el reflejo primario de mamar del pecho de su madre. Para ello junta los labios; el sonido que produce su aparato fonador cuando abre los labios y expulsa el aire es una consonante bilabial: ’m’, y una vocal abierta, anterior y redondeada: ‘a’; y entonces el bebé genera la sílaba ‘Ma’ que será bisílaba a fuerza de su insistencia para lactar. De ahí que la palabra mamá no es sólo una palabra, es un nexo inevitable con la vida”.
Mapa universal de la palabra “mamá”

El ejercicio de la maternidad en los pueblos indígenas de la Amazonia es una práctica comunitaria. | Foto Archivo Sol de Pando

Anteriormente, los lingüistas se basaban exclusivamente en el estudio de los sonidos comunes entre palabras latinas o helénicas para identificar aquellos que eran susceptibles de ser derivados de palabras ancestrales comunes, tales como en latín “pater”, en inglés “father” o en español ”padre”.

Pero la recurrencia de las palabras “mamá” y “madre” más allá del latín o el griego, llevó a los filólogos a desarrollar la teoría de la lengua “proto indoeuropea”, una categoría esencialmente arqueológica que sigue los rastros del flujo migratorio entre Asia Meridional y Europa hace unos 6.000 años, lo cual dio lugar a idiomas como el sánscrito, el latín, el griego y el persa, entre los más antiguos.

El indoeuropeo es una familia lingüística que incluye las siguientes ramas:

Itálica: español, gallego, catalán, italiano, francés, portugués, rumano, húngaro.

Helénica: griego.

Germánica: inglés, alemán, holandés, sueco, danés.

Céltica: galés, bretón.

Eslava: ruso, checo, polaco, serbio-croata.

Báltica: lituano, indo-irania, hindi, urdu, persa, kurdo.

En todos estos idiomas la palabra “mamá” tiene un elevado grado de cognación manteniéndose casi inalterable:

Español: mamá.

Alemán: mutter.

Aragonés: mai.

Bretón: mamm.

Búlgaro: майка.

Checo: matka.

Eslovaco: matka.

Francés: maman.

Gallego: mai (nai).

Inglés: mum, mom, mother.

Italiano: mamma.

Latín: mamma.

Portugués: mãe.

Rumano: mamă.

Ruso: мáма.

Según esta linguística, la sílaba “ma” inicial, común a todas las anteriores, significaría por tanto madre. Además las formas madre, mater, mother, mutter, мать, etcétera, provendrían del proto-indoeuropeo sánscrito “méhtēr”.

Mas este mapa lingüístico de la palabra “mamá” no se acaba en su antigua raíz indoeuropea. Los conquistadores españoles que llegaron al Perú quedaron sorprendidos al escuchar la palabra “mama” cuando los hijos del incario se dirigían a sus progenitoras, y que “Pacha Mama” era la diosa holística matriarcal del imperio quechua así como de los súbditos aymaras y las etnias amazónicas vecinas.

Otro estudio reciente publicado por la Universidad de Warwick de Coventry, Reino Unido, en enero del 2013, va más atrás del protolenguaje indoeuropeo y se remonta a las lenguas austronesias, casi 20.000 años atrás, y hace una comparación de 637 lenguas que incluyen el polinesio, el taiwanés, el malayo, el hawaiano, incluso el rapa nui de la Isla de Pascua, además del chino.

En la China —cuya lengua es tonal— la palabra mā, en primer tono, significa “madre”; má, en segundo tono, puede significar “sésamo”; mǎ, en tercer tono significa “caballo”; mà en cuarto tono significa “regañar”; y ma, sin tono, es una partícula interrogativa.

n mayo mundial

En Roma, los emperadores dedicaron un mes del calendario juliano, Mayo, dedicado a la diosa Maia de la fertilidad, para rendir culto a las madres que eran el centro de la cotidianidad matriarcal del imperio.

El mundo cristiano adoptó la celebración latina sincretizando en la imagen materna de los romanos la figura también ultra-maternal de la Virgen María.

En España, Hungría, Lituania, Portugal, Sudáfrica y Rumania se celebra el primer domingo de mayo.

El segundo domingo de mayo es Día de la Madre en Alemania, Australia, Austria, Brasil, Bélgica, Chile, China, Canadá, Colombia (menos Cúcuta), Croacia, Cuba, Dinamarca, Ecuador, Estados Unidos, Estonia, Filipinas, Finlandia, Grecia, Países Bajos, Honduras, Italia, Japón, Letonia, Liechtenstein, Nueva Zelanda, Perú, Puerto Rico, República Checa, Suiza, Taiwán, Turquía, Ucrania, Uruguay, y Venezuela.

El 8 de mayo en Corea del Sur.

El 10 de mayo en El Salvador, Emiratos Árabes Unidos, Guatemala, India, Malasia, México, Omán, Pakistán, Catar y Singapur.

El 14 de mayo en Samoa.

El 15 de mayo en Paraguay (fecha en la que además los paraguayos celebran el Día de la Independencia o de la “Madre Patria”).

El 26 de mayo en Polonia.

El 27 de mayo en Bolivia (en homenaje a las Heroínas de la Coronilla).

El 30 de mayo en Nicaragua.

El Último domingo de mayo en República Dominicana, Haití, Suecia, Colombia (Cúcuta), Francia (o primer domingo de junio si coincide con el Pentecostés).

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