miércoles, 27 de mayo de 2015

Gladys Mayorga Blacut Forjadora de los clubes de madres de Bolivia

Inteligencia, ese es el don con el que dice estar bendecida Gladys Mayorga Blacut, una mujer oriunda de Oruro, que sin culminar la secundaria ni formarse a nivel profesional, lideró una organización femenina que fue un referente latinoamericano entre los años 80 y 90: el club de madres de Bolivia.

Tras desempeñarse como profesora, administradora, modista e incluso enfermera -unos oficios que aprendió técnicamente y otros de manera empírica-, a Gladys se le presentó la oportunidad de ocupar el cargo más importante de su vida: la presidencia de los clubes de madres de Bolivia.

El liderazgo, sin dudarlo, era lo suyo, pues fue ratificada en el cargo durante 10 años consecutivos.

ARDUA LABOR A pesar de que Gladys no recibía remuneración alguna por ser presidenta, le ponía todo el ahínco que su rol demandaba.

Y es que aquel entonces, los clubes de madres de Bolivia estaban respaldados por el Programa Mundial de Alimentos (PMA), la Organización Internacional del Trabajo (OIT), entre otras. Esas entidades periódicamente dotaban alimentos a los clubes y a cambio las afiliadas pagaban montos mínimos que servían para la autogestión y el pago de una cuota al Gobierno.

De Gladys dependía el adecuado funcionamiento de ese sistema. Es decir, ella recibía los alimentos, los repartía a los clubes, se encargaba de enviar cheques al Gobierno y demás.

En vista de que, en el mejor de sus momentos, en Bolivia hubieron más de 200 mil afiliadas a los clubes, Gladys tenía que entregar personalmente los productos a las diferentes sedes.

Llegaba hasta donde estaban sus homólogas en avión, bus, bicicleta e incluso caminando. Es por eso que conoce todos los departamentos del país y más aún las comunidades alejadas.

Por su ardua labor, habían días en los que no llegaba a su casa, pero eso no significaba que descuidaba a sus hijos.

Hasta ahora, se enorgullece de decir que cuatro de sus cinco hijos son profesionales (el primero falleció).

En su etapa escolar, colegial y universitaria los hermanitos Cox Mayorga eran aplicados, recuerda Gladys, y en eso influyó mucho ella.

A diario, recuerda que se levantaba a las cinco de la madrugada, dejaba el desayuno y, en algunos casos, hasta el almuerzo preparado. Alistaba los uniformes y merienda de sus hijos y, además, se daba tiempo para asear su casa.

La mamá de esta líder, Victoria Blacut y su esposo, Jorge Cox (jugador de San José) la respaldaban cuando ella no estaba.

SU PARTIDA Gracias a su dedicación y lineamiento apolítico, durante su gestión se crearon más de tres mil clubes de madres en Bolivia.

Sin embargo, después del año 90 otra persona ocupó la presidencia y la entidad se fue debilitando, a tal punto de que a Bolivia ya no llegaron alimentos. En esto tuvo mucho que ver la vinculación de las afiliadas a partidos políticos, señala Gladys.

“Podíamos haber hecho muchas cosas”, lamenta a tiempo de recomendar a las mujeres que se unan, porque hoy por hoy “la mujer es enemiga de la mujer”.

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