Los saberes ancestrales que forman la cultura indígena en los pueblos amazónicos fue la clave para la conservación milenaria de un ecosistema que en este siglo XXI resguarda el futuro del Planeta. En virtud a esa cultura ligada indisolublemente a la sabia naturaleza aquellos pueblos han adquirido la capacidad de subsistir en perfecta armonía con los elementos vitales del medio ambiente y ello constituye un patrimonio singular de la humanidad. La vida en aislamiento voluntario es un tesoro de conocimientos y prácticas que la ciencia moderna viene adoptando para solucionar problemas de la “posmodernidad”.
En el plano de la salud, el conocimiento casi infinito sobre la utilidad de diversas especies botánicas y forestales, además de sustancias de origen animal, permitió que estos pueblos subsistan en medio de la profunda selva inmunes a miles de enfermedades propias de la “civilización”.
çEntre estos valiosos saberes, el Gobierno del Perú que en los últimos años despliega en su territorio amazónico una política de decidida protección a los pueblos en aislamiento voluntario aprovechando las tecnologías de última generación, rescata y promueve las prácticas de parto natural con que las mujeres amazónicas procrean utilizando las aguas del río para dar a luz.
Se trata del proyecto “Mamás del río”, una iniciativa que apuesta a partos más saludables en la Amazonia peruana y que busca reducir la mortalidad materno- infantil en comunidades indígenas a través de la formación de los habitantes de la zona y la innovación tecnológica en base a la práctica ancestral.
Dar a luz en el río Marañón
Magaly Blas, investigadora de la Universidad Cayetano Heredia, explicó que el 80% de las mujeres que viven en la cuenta del río Marañón en la región amazónica de Loreto da a luz en su casa y en ocasiones los partos se complican por las complejas condiciones sanitarias del lugar.
Desde el pasado mes de marzo, el proyecto “Mamás del río” ofrece asistencia a trece comunidades a las que sólo es posible acceder por vía fluvial, en un viaje que puede alcanzar hasta las catorce horas, según reportó la agencia EFE.
Los habitantes de la zona “que en su mayoría no han llegado a terminar la primaria, pero tienen experiencia en partos”, son capacitados como agentes comunitarios en controles prenatales, parto y registro de nacidos.
El método se encuentra en fase de prueba hasta marzo de 2016 y es financiado por el Gran Challenges Canadá y el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica de Perú, mientras que cuenta con el apoyo de la Dirección Regional de Salud de Loreto y la Municipalidad de Parinari.
Comunidades tecnológicas
Los agentes formados utilizan una aplicación móvil que funciona con datos digitales de carácter público para comunicar las emergencias sanitarias de maternidad y enviar información al barco médico Amazon Hope que se dedica a prestar atención sanitaria a estas comunidades junto con los centros de salud estatales.
En la región sólo algunas casas tienen acceso a la electricidad a través de un generador, y según explicó Blas para cargar un teléfono móvil hay que invertir 12 soles (3,80 dólares al cambio), lo que supone el 65% del ingreso medio de una familia en esta área.
Por eso la organización Mamás del Río facilita cargadores solares a los agentes. Éstos acompañan a las embarazadas desde el comienzo de la gestación con una visita semanal por la zona, con controles prenatales para prevenir infecciones y la creación de una “mini historia electrónica” desde que una el comienzo de la gestación.
Con la información que los agentes envías se hace un seguimiento que continúa después del nacimiento del bebé para gestionar su registro en el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil y “facilitar la gestión para solicitar el DNI del recién nacido y su acceso a los programas sociales del gobierno”.
En la región la media de hijos es de cinco por familia, y Mamás del Río tiene un censo estimado de 800 mujeres en edad fértil (entre 10 y 45 años).
La organización busca “animar a las mujeres a que acudan a los controles a los centros de salud” y “evitar la mortalidad” entre las gestantes, que llegarán a un centenar cuando finalice la primera fase del proyecto.
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