En todo el mundo existen diversas culturas que poseen tradiciones que parecen afectar a muchas mujeres. Sin embargo, no todas están disconformes con estas costumbres.
Yael pertenece a la etnia Kayan ella sabe que las llaman las “mujeres de cuello de jirafa”, “las cuello largo”, o “las padaung”, su nombre en birmano, calificativo que detesta.
De acuerdo a Monseñor Gabbiato, italiano de nacimiento, quien vive 40 años en Myanmar trabajando en el estado de Kayah, Yael y la mayoría de las mujeres de la etnia se sienten orgullosas de su cultura. Cuenta que llegaron a la zona central de Myanmar (antigua Birmania) hace alrededor de 2.000 años, procedentes del desierto de Gobi, en lo que es ahora la República de Mongolia.
Más tarde los birmanos los obligaron a desplazarse a las montañas de Myanmar oriental y hoy, las últimas 12 aldeas de los kayan están situadas en el estado de Kayah, entre la capital, Loikau, y el lago Inle.
Son muchas las leyendas que circulan en torno a la causa que llevó a estas mujeres a portar los pesados collares. Algunos aseguran que era para protegerse el cuello de los ataques de los tigres y otros para evitar ser esclavizadas porque el peso del adorno les impedía hacer trabajos duros.
Sin embargo, según relata Gabbiato, la realidad es mucho más simple: cuanto más largo sea el collar la mujer se vuelve más atractiva y es signo de mayor riqueza.
Pero ésta no es la única tradición que asusta al mundo, pues aunque estamos sumidos en la modernidad se practican varios actos considerados “salvajes” y que, en algunos casos, han traído muerte a las mujeres.
Las mujeres jirafas
De acuerdo a un reporte de El Mundo de España el rechazo a esta tradición se basó en la creencia de que los anillos provocaban una separación exagerada de las vértebras cervicales. Sin embargo, estudios científicos comprobaron que lo que provocan los anillos en el cuello de las mujeres de la etnia Kayan es una opresión de las clavículas hacia la cavidad torácica.
El efecto visual que se consigue es el de un cuello estilizado y más largo de lo normal, toda una atracción turística hoy en día. Según la agencia Reuters el turismo es uno de los motivos por los que se conserva tan polémica tradición, ya que el propio gobierno Birmano ya trató de prohibirla para subsanar una imagen de país poco desarrollado, sin conseguirlo en su totalidad.
Los Kayan alegan que esta práctica responde a una cuestión estética, pues sus mujeres se consideran símbolo de belleza al imitar a un dragón, animal muy apreciado por el folclore tribal.
Bienvenida con estiércol
Los Masai también poseen una extraña tradición para con las mujeres. Ésta es una de las tribus más conocidas de África, su territorio natural está comprendido entre Kenia meridional y Tanzania septentrional, donde siguen conservando el espíritu nómada y viviendo fieles a las tradiciones, a pesar de que la presión de la globalización y el desarrollo mundial amenaza con provocar cambios en su cultura centenaria.
El trato extraño hacia la mujer radica en el matrimonio, pues éste se suele apalabrar cuándo son bebés. En su juventud el hombre masai toca unas campanillas para hacer saber a su pretendida que planea casarse con ella, las hace sonar tantas veces como cabezas de ganado posea su padre.
La dote es importante en el rito Masai, y está compuesta de tres vacas, dos ovejas y un buey, animales de los que la mujer tiene el honor de hacerse cargo tras una pertinente instrucción.
El día de la boda, la mujer Masai, luce rapada, adornada con toallas de colores y abalorios blancos. Así se dirige hacia la casa de su futuro marido desde la del padre, quien la bendice escupiéndole leche sobre el cuello.
Durante el camino se ve agasajada por mujeres del poblado, quienes le regalan terneros y cabras, y una vez que llega a casa del hombre, éste le da de beber leche agria en una calabaza,.
Luego, la mujer es acogida por primera vez en casa de los parientes de su futuro esposo con insultos y estiércol. Según el sociólogo, Vladimir Gálvez, esto simboliza la vida difícil que comienza y se hace como símbolo de que debe fortalecer su carácter.
Casas para engordar
En Bolivia y en muchos otros países el estar delgada es un molde de belleza absoluto. Sin embargo, no pasa esto en todo el mundo. Según un reporte del diario digital La Sexta, en Mauritania las niñas pequeñas son tradicionalmente alimentadas a la fuerza y engordadas por belleza y para el matrimonio, aunque ahora algunas están combatiendo esa tradición, argumentando que es peligroso para su salud.
A las niñas y mujeres más gordas se las considera bellas, ricas y adaptadas socialmente mientras que a las delgadas, inferiores y una vergüenza para las familias de la sociedad mauritana. Es este estigma el que ha reforzado la tradición del “leblouh” o el engordar a la fuerza.
Las niñas que no acaban las comidas que les sirven pueden ser castigadas. Un método es amarrar los dedos de los pies a unos palos y, si no come, se aplica presión a los palos enviando oleadas de dolor a través de los pies de la niña.
Muchas veces, se emplea para este fin verdaderas “granjas de engorde” diseñadas para esto. Pueden llorar o incluso vomitar pero nadie va a ayudarlas. Las madres quieren un marido para sus hijas y saben que a los hombres, en las zonas rurales de Mauritania, les gustan pasadas de peso.
Las niñas entran en la granja cuando están entre los ocho y los diez años y sólo pueden salir una vez que lleguen a los 80 ó 100 kilos.
Planchado de pechos
Otra práctica impactante está en Camerún, donde el planchado de senos es una actividad tradicional en el oeste de África. De acuerdo con la Agencia Alemana de Desarrollo GTZ, una de cada cuatro adolescentes es sometida a esta práctica, pero también se la practica en otros países de África occidental y central, incluyendo Chad, Togo, Benín y Guinea-Conakry.
“Cuanto antes empiece a desarrollarse el pecho, hay más posibilidades de sufrir esta forma de mutilación. La mitad de las niñas cuyo pecho comienza a desarrollarse antes de los nueve años sufren el planchado”, afirma un trabajo de la GTZ del año 2007.
Para esta tradición se utilizan diversos métodos, el objetivo es retrasar el desarrollo sexual de las adolescentes con el masaje de los senos de las niñas en desarrollo. Ésta es una técnica conocida también como la “repassage des seins”, o el planchado de senos.
Se emplean piedras calientes sobre los pechos que comienzan a apuntar. A veces palos de majar el cereal u otros objetos planos, pero siempre ardiendo. Las madres u otras mujeres de la familia son las encargadas de practicarlo, concentradas en que esto aleja de las relaciones sexuales a sus hijas. Además que las protege de las miradas libidinosas de los hombres y evita los embarazos no deseados.
Un estudio sobre más de 5.000 mujeres entre 10 y 82 años de todo Camerún, calculó que cuatro millones de mujeres en el país del centro africano han padecido el proceso, más habitual hoy en las ciudades ya que en ellas _según las madres _ sus hijas están más expuestas al abuso sexual.
Condenadas a la lapidación
Muchas veces se ha censurado esta tradición pero esto no ha logrado algún cambio, lo cierto hoy es que sigue vigente. La ejecución por lapidación es un castigo especialmente cruel que países como Irán aplican a hombres y mujeres casados acusados de cometer adulterio, desoyendo así a Naciones Unidas, según la cual tratar el adulterio como delito es contrario a las normas internacionales.
La lapidación está específicamente concebida para aumentar el sufrimiento de la víctima, pues para llevarla a cabo se escogen piedras lo suficientemente grandes “como para causar dolor pero no tanto como para matar a la víctima enseguida”.
A finales de 2008 se reanudaron las lapidaciones en Irán. Con frecuencia no se informa a los condenados a muerte del momento previsto para su ejecución hasta el último minuto, lo que agrava su sufrimiento y el de sus familiares.
Según la información de la que dispone Amnistía Internacional, en Irán hay al menos ocho mujeres y tres hombres que corren el peligro de ser ejecutadas de este modo. Además de Irán la lapidación se practica en Nigeria, Somalia e Indonesia.
En Irán, el Código Penal especifica cómo ha de llevarse a cabo la lapidación y el tipo de piedras que han de utilizarse. El artículo 104 establece que las piedras no han de ser “ni tan grandes como para matar a la persona ni tan pequeñas que no puedan considerarse piedras”.
La infibulación
Quizás es ésta una las tradiciones más escalofriantes, pues se trata de la mutilación de los genitales femeninos, cercenando el clítoris y cerrando la vagina mediante una sutura que deja solamente una pequeña abertura para la emisión de orina y para permitir la salida del flujo menstrual.
La práctica de la escisión y la infibulación, dos de las formas más corrientes que se emplean para mutilar sexualmente a las mujeres, no sólo se emplea en pueblos con religión musulmana, sino también en grupos que practican la religión cristiana.
Aunque las razones que se dan para justificar estas mutilaciones varían de un país a otro, todas estas prácticas tienen las mismas consecuencias: anulan la capacidad sexual de la mujer, e impiden que ésta se tome “libertades” antes del matrimonio.
La embajadora de la Organización de las Naciones Unidas contra la infibulación, la ex-modelo somalí Waris Dirie, quien sufrió una infibulación a los 5 años, consiguió que ésta práctica sea ilegal en algunos países africanos, aunque se sigue practicando.
Los pies vendados de las mujeres chinas
La leyenda más popular dice que, un día del siglo X, una cortesana del palacio imperial, famosa por su belleza y su talento al bailar, recibió la orden de preparar una danza para deleite del emperador Tang Li Yu y en honor de los espíritus.
Se mandó a construir para ella un piso hecho de lotos de oro donde pudiera ejecutar su danza. Se le adornó el cuerpo con las más esplendorosas joyas y se le vendaron los pies imitando la forma de la media luna. Su nombre era Yao Niang, es decir, triste muchacha.
Queriendo imitar su belleza, todas las mujeres de la corte y del resto del imperio vendaron sus pies y los de sus hijas, y los de casi mil millones de chinas que nacieron después de ellas.
Esta práctica ha estado vigente por al menos 2.000 años. El proceso de vendaje empezaba cuando las niñas tenían entre 4 y 6 años, y era realizado por la madre. Los pies eran puestos a remojo en agua con algunas hierbas, para eliminar todos los restos de pieles muertas, y las uñas se cortaban tanto como era posible. No superar los siete centímetros de pies era lo establecido.
Después de un masaje, los cuatro dedos más pequeños se rompían. Luego, se vendaban con seda o algodón empapado en líquido, apretando los dedos contra el talón. Cada dos días se retiraba el vendaje y se volvía a realizar. El proceso duraba dos años. Para entonces, los pies medían sólo unos 10 centímetros.
Las únicas partes en contacto con el suelo eran el calloso talón y el dedo gordo. Aunque parezca increíble, estos pies fueron por cerca de un milenio el más oculto tesoro de las mujeres chinas y el más soñado placer de sus hombres.
En el pueblo Beijiao de la provincia de Fujian, hay más de 20 ancianas, la mayoría de alrededor de 80 años, que tienen pies de loto de siete centímetros y medio.
Según el Grupo de Prensa Shenzhen de China, el pueblo Beijiao, una aislada villa costera en el Pueblo Tailu de la ciudad Fuzhou, es el último pueblo de mujeres con pies vendados en Fujian y en toda China.
Detalles de las prácticasLa infibulación
Por lo general es una partera o curandera quien realiza la infibulación cuando las niñas tienen entre 2 y 7 años de edad. No se utiliza anestesia y es común que las pequeñas desarrollen infecciones ya que las condiciones de la operación no son higiénicas.
La lapidación
El artículo 102 del Código Penal de Irán dispone que los hombres sean enterrados hasta la cintura, y las mujeres, hasta el pecho. Los inculpados deben ser “descubiertos en el acto” y, para mayor seguridad “es necesario que no pase un hilo entre los dos cuerpos” esto para asegurarse de que hubo coito
Planchado de pechos
El planchado de pechos tiene muchos efectos secundarios, incluyendo severos dolores, abscesos, infecciones, cáncer de mama e incluso la desaparición completa de uno o ambos senos. Está desaconsejado incluso para la salud psicológica de las mujeres
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