En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que se celebró el mes pasado, la situación de los derechos de la mujer en este país africano sigue sin ser adecuada. A principios de noviembre, una mujer con minifalda fue atacada por un grupo de hombres que le arrancaron la ropa por considerar que vestía de manera "indecent” y que era una jezabel (prostituta bíblica) que estaba "tentándoles”.
Fue entonces cuando centenares de personas salieron a la calle para decir basta ante éste y otros casos similares.
El último de ellos ocurrió cuando una niña que viajaba con su tía en matatu (las populares furgonetas del transporte público) en Nairobi fue atacada por dos hombres que intentaron arrancarle la ropa, reprochándole que podía llevar falda "sólo delante de su marido”.
Estos episodios violentos suponen "un paso atrás” en la historia de un país ya de por sí conservador, ya que "cada vez los hombres se sienten más capaces de hacer algo así”, dijo Reih Muhaki, una manifestante que tiene varias amigas que fueron violadas en el último mes. Por eso, los ciudadanos instan a las autoridades a que actúen.
Así, el grupo Madres de Kilimani, que encabezó las protestas, pidió una mayor implicación al Gobierno y atención a los casos de violencia contra mujeres, así como tribunales especiales y reparaciones. Sin embargo, Isabella Wanjiku, miembro del Consejo Nacional de Mujeres en Kenia, afirmó que se trata de un problema social y que "los problemas sociales necesitan soluciones sociales, no políticas”.
Por ese motivo, las calles de Nairobi se convirtieron este mes en territorio de las mujeres para defender su derecho a vestirse como quisieran y no ser asaltadas.
Aunque las redes sociales fueron punto de encuentro y de apoyo al movimiento #MyDressMyChoice, también recogieron mensajes de numerosos hombres y mujeres, cristianos o musulmanes, que criticaron la "indecencia” de estas mujeres.
Según el Índice de Equidad de Género de 2013 elaborado por la ONU, Kenia está en el puesto 122 de los 187 países analizados. Aunque la Constitución keniana condena la discriminación por motivos de género, el Parlamento -con sólo un 20% de presencia femenina- ha aprobado varias leyes en las que predominan los derechos del hombre sobre la mujer, como la legalización de la poligamia.
Cuando se aprobó la ley, que permite a los hombres contraer matrimonio con el número de mujeres que deseen sin que sus anteriores esposas puedan interferir en ello, el parlamentario Junet Mohammed dijo que "cuando te casas con una mujer africana, ella debe saber que habrá una segunda, y una tercera. Esto es África”. Así, los hombres kenianos recurren a la "cultura” y "tradición” africana en un intento de justificar la subordinación a la que está sometida la mujer. (EFE).
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