Numerosas iniciativas al servicio de la causa de las mujeres han visto el día. Un colectivo de unos cuarenta artistas bautizado WOW, Women on walls (Mujeres en las paredes), usa el grafiti para expresar sus ideas, no feministas, sino defendiendo la causa de la mujer.
Los artistas pintan frescos en todo el país. En Mansoura, en Luxor, en El Cairo y Alexandría privilegian espacios urbanos. Angie Balata, miembro de WOW, explica que "hay que tener cuidado porque en Egipto podemos ir a la cárcel por hacer grafitis. En los frescos, no podemos hablar de política, pero hay mensajes implícitos tratando de la mujeres”.
Un fresco pintado en un estacionamiento del centro de El Cairo representa una mujer sufriendo una prueba de virginidad. En otro se ve el cuerpo de otra amordazada por el tubo de una pipa de agua (sisha) fumada por un hombre tendido.
En otros lugares han nacido grupos de protección, tal como Be a man (Sé un hombre) y Tahrir Bodyguards. Muchas cosas se hacen, poco a poco. Una pequeña revolución.
La definición del movimiento por la emancipación de las mujeres cambia según las organizaciones. En Nazra for feminism studies, por ejemplo, enseñan cómo ser una buena mujer con el esposo y evocan la sexualidad, algo impensable pocos años atrás.
El acoso, un problema nacional
Sin embargo, el acoso no está considerado todavía como un gran problema nacional. Unharrassmap (mapa del acoso) muestra la explotación y sus datos permiten localizar si las agresiones son en algunas zonas más representadas que otras. El objetivo es poner en marcha campañas de sensibilización. Este mapa, publicado en internet, solicita que las mujeres víctimas de acoso envíen por mensaje la descripción de la agresión y el lugar preciso donde ocurrió.
"Pero las mujeres no denuncian las agresiones” se lamenta Mohamed Taymour, miembro de Be a man. "Existe una presión de la sociedad y a veces de las familias que las incitan a callarse. Ser violada es una vergüenza y a menudo las mujeres mismas están acusadas de ser responsables, de haberlo provocado. Algunas mujeres piensan que el velo integral (niqab) puede protegerlas frente a las agresiones, lo que según un estudio publicado en 2008 por el centro egipcio por el derecho de la mujer, es falso. Un 20% de las mujeres que ha sufrido de acosos sexuales estaban vestidas con el velo integral”, explica.
Para Mohamed, "las mujeres se callan y sufren del acoso cotidiano, en el metro, en el bus, en el taxi... No disponemos de estadísticas fiables que nos permitan identificar la edad media de los agresores, su clase social u origen geográfico. Aquí en Egipto, no vas a ver mujeres solas caminando en la calle. Cuando toman el taxi, se quedan hablando por teléfono o simulan hacerlo para disuadir el chofer de una eventual agresión. Decenas de casos de violaciones por choferes de taxi han sido registrados”, agrega.
"No estoy de acuerdo con la separación de las mujeres y de los hombres en el metro, eso no es una solución. No podemos crear calles para las mujeres. Si los egipcios entienden que se trata de un problema nacional, sería un primer paso. A través de las mujeres, toda la sociedad sufre de acoso”, manifiesta el activista.
Marion Touboul, periodista del canal franco-alemán Arte, dice que "veo acoso permanentemente desde hace cinco años. Con respecto a las extranjeras, se manifiesta por una especie de descaro; los hombres se piensan libres de decir lo que quieren porque creen que no vas a entenderlos. He visto egipcias que no decían nada. No sé cómo pueden ser tan sumisas, no explico aquella sumisión”.
¿Denunciar el acoso ante la Policía?
Desde la revolución de 2011, el acoso está siendo utilizado como arma política para aterrorizar a las mujeres en las agrupaciones. Por eso crearon organizaciones de defensa de las mujeres como Tahrir Bodyguards y Be a man.
La violencia contra las mujeres ha sido premeditada y orquestada por hombres en moto, según Touboul. El objetivo, dice, es disuadir a las mujeres de ir por la calle.
"Son agresiones sexuales de carácter político, como en aquel 9 de marzo de 2011. Dos meses después de la revolución, durante una masiva reunión en la plaza Tahrir, numerosas mujeres fueron reunidas en el museo egipcio por la Policía Militar y allí sometidas a una prueba de virginidad”, denuncia.
Aquel día, una sola mujer, Samira Ibrahim, de 25 años, denunció la infamia. Cualquier otra egipcia se hubiera encerrado en su casa de vergüenza después de tal humillación, pero ella no. Considerada como la mujer más brava de Egipto, decidió no callar; hizo una denuncia ante los militares y compareció en frente del tribunal militar acusando a la Armada de violación. El 29 de diciembre de 2011 la corte administrativa ordenó a la Policía Militar poner fin a esas prácticas.
* El autor realizó una pasantía en
Página Siete en 2011.
LAS MUJERES DEL BUS 678
María Laforcade
En junio de 2009, Noha Rushdi Saleh, una joven realizadora egipcia, caminaba por las calles de El Cairo. El chofer de un bus pasó cerca de ella, sacó su brazo por la ventanilla y le tocó los pechos.
Escenas como ésta son corrientes en Egipto. Según un estudio de Naciones Unidas de abril de 2013, un 99,3% de las mujeres egipcias declara haber sido víctima de acoso sexual. La mayoría de las veces los agresores sólo reciben insultos. Pero ese día Noha eligió pelear, forzando al hombre a presentarse en una comisaría.
El realizador de cine egipcio Mohamed Diab asistió al proceso y escandalizado por las palabras del abogado del agresor, decidió filmar una película (Las mujeres del bus 678) sobre el combate de tres mujeres, Fayza, Seba y Nelly, que luchan para poner fin a aquellos actos. Cada vez que se suben en el bus abarrotado para ir al trabajo, sufren acoso.
Un día, Fayza decidió defenderse y plantó una navaja en el vientre de su agresor.
Recibe el apoyo de Seba y Nelly, que se organizan para que la mujer no sea desenmascarada. El agente de Policía que dirige las investigaciones es un personaje fulminante por su ambivalencia : "Essam, es Egipto. Es mi padre y todos los hombres ordinarios”, comenta Mohamed Diab.
"Un hombre muy verdadero aunque lleno de dualidades. El es bueno pero no tiene todos los datos que le permiten tratar precisamente el problema”.
La película del director de cine egipcio suscitó muchas reacciones en su país, lo que al menos permitió que el filme sea visto ampliamente. Difícil todavía de medir el impacto sobre las mentalidades. Pero su fuerza está simplemente en su existencia. "Para este tema, el problema real es el silencio”, confirma Mohamed Diab. "Afortunadamente, esta película hizo mover aguas estancadas”.
No estoy de acuerdo con la separación de las mujeres y de los hombres en el metro, eso no es una solución. No podemos crear calles para las mujeres.
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